El silencio de fuego y sangre

Capítulo 11: El Viaje Interior

– El Orbe no es solo una fuente de poder. Es un vínculo entre los mundos, el único modo de romper su unión con Daeron es destruir la conexión que ha establecido con él, lo cual solo se puede hacer desde dentro – Saphira suspira profundamente, mirando las páginas del libro.

– ¿Qué significa eso?

– Significa que tú, Lyria – continuó Saphira, deberás enfrentarte a Daeron en su propio terreno, dentro de la magia misma del Orbe. Deberás fusionarte con el poder que te consume y destruir su esencia desde dentro"

– ¿Qué quieres decir con fusionarte con él? ¿Estás diciendo que Lyria debe sacrificarse? – Kael dio un paso atrás, mirando a Lyria con temor.

– El sacrificio no es una opción, Kael. Es la única forma, si no lo hace, Daeron controlará el Orbe, y entonces el mundo caerá – Saphira lo miró a los ojos, su rostro sombrío.

El aire se volvió pesado y las palabras de Saphira quedaron suspendidas en el aire, llenas de una verdad aterradora. Lyria miró el grimorio, viendo cómo la luz de su magia se reflejaba en las páginas. Podía sentir el Orbe latiendo dentro de ella, como un corazón vivo, esperando ser usado.

– Entonces lo haré – dijo Lyria con voz firme.

Kael la miró con una mezcla de miedo y admiración y Lyria lo miró con determinación, una fuerza renovada en sus ojos. Con esas palabras, el destino de Lyria se vendió, y su viaje hacia el corazón del Orbe comenzó con la batalla que se avecinaba no solo definiría su destino, sino el de todo el mundo.

Lyria se encontró de pie ante el grimorio, con el peso de las palabras de Saphira aún resonando en sus oídos. El aire estaba cargado de magia, y el Orbe, al igual que una sombra, latía en su pecho, cada vez más fuerte, más urgente que podía sentir cómo sus límites como elfo se desvanecerían, cómo el poder que se le otorgaba la arrastraba, la consumía, pero a la vez, la impulsaba hacia algo más grande. Un sacrificio, un destino incierto.

Kael estaba a su lado, su presencia siempre constante, aunque ahora más sombría que nunca porque había perdido muchas cosas a lo largo de su vida y perder a Lyria era algo que no podía ni siquiera imaginar. Cada vez que la veía usar el Orbe, su corazón se oprimía, temeroso de lo que ella podría llegar a convertirse.

– No tienes que hacerlo, Lyria – dijo Kael, su voz rota por la angustia – Habrá otra manera, lo encontraremos.

– No hay otra manera, Kael. Daeron no se detendrá hasta que el Orbe sea suyo y si no lo uso, todo lo que amamos será destruido. Yo... yo debo hacer esto – Lyria lo miró, sus ojos reflejando la tormenta interna que libraba.

El silencio que siguió fue pesado, lleno de una verdad amarga. Kael no dijo nada más, pero su expresión lo decía todo. No podía soportar la idea de perderla y al mismo tiempo, sabía que, si alguien podía llevar a cabo esta misión, esa persona era Lyria. Ella, con su nobleza, su sacrificio y su fuerza, era la última esperanza del mundo.

Saphira, que había estado observando en silencio, intervino entonces.

– El viaje que Lyria debe emprender no es solo físico. El Orbe no es un objeto cualquiera; es un puente entre mundos, un vínculo entre la magia antigua y la esencia de la vida misma, si vas a enfrentarte a Daeron, Lyria, debes entrar en su corazón y ese viaje es más peligroso que cualquier batalla en el mundo físico.

Lyria avanzaba lentamente, sintiendo que la verdad que Saphira había revelado solo confirmaba lo que ya sabía. No sería suficiente enfrentarse a Daeron en el plano físico, ya que el verdadero desafío sería enfrentarse al poder del Orbe, la misma fuente de su fuerza para romper la conexión entre Daeron y ese artefacto.

–¿Cómo puedo hacerlo? – preguntó Lyria, la voz llena de una mezcla de miedo y determinación.

Lyria apretó los dientes, su mirada fija en el grimorio.




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