La luz del Orbe aún brillaba con fuerza en el vasto vacío del plano etéreo, su resplandor llenando cada rincón y disipando las últimas sombras que quedaron tras la derrota de Daeron. Lyria, abrazada por Kael, respiraba con dificultad, ya que el esfuerzo de conjurar esa energía inmensa y la batalla contra la oscuridad la habían dejado exhausta, y el alivio que sintió al saber que Daeron ya no representaba una amenaza era indescriptible.
— Lyria, ¿estás bien? No deberías haberte dejado sola... — Kael la sostuvo con firmeza, sus ojos preocupados pero llenos de admiración.
— No... no lo digas — respondió ella, con una sonrisa cansada. — Este fue nuestro camino, Kael. No lo hubieras hecho de otra manera.
El Orbe en su pecho empezó a calmarse, su luz suavizándose gradualmente. La vibración que había sentido antes comenzó a desvanecerse, pero ahora, Lyria comprendió que no solo había derrotado a Daeron. Algo más había cambiado en su interior, algo que no podía describir con palabras.
De repente, una energía diferente se sintió en el aire, como una brisa que provenía de una dimensión más allá de lo visible, una presencia se hizo sentir a su alrededor. Kael se tensó, pero no hubo miedo en su gesto, solo la alerta de quien sabe que la batalla no ha terminado completamente.
— ¿Qué es eso? — susurró Kael, mirando a su alrededor.
Lyria cerró los ojos, concentrándose. Sentía cómo su conexión con el Orbe se intensificaba, no solo a través de su poder, sino a través de algo más: una presencia ancestral, algo que había estado esperando este momento para revelarse. El aire alrededor de ellos comenzó a retumbar suavemente, como si una voz antigua y poderosa hablara, sin palabras.
Una figura apareció frente a ellos, emergiendo de la luz misma del Orbe. Era una figura femenina, alta y serena, con una presencia que parecía abarcar todo lo que había en el plano; su rostro era etéreo, iridiscente, como si fuera un reflejo del mismo Orbe, pero con una calidez que los envolvía.
— Soy Aeloria, guardiana del equilibrio — dijo la figura con una voz que resonó en sus corazones más que en sus oídos. — Su viaje ha sido arduo, pero no ha hecho más que comenzar.
Lyria y Kael se miraron, sorprendidos pero también expectantes. Lyria, aunque agotada, logró mantener la calma.
— ¿Qué quieres decir con eso? Pensamos que habíamos terminado.
Aeloria avanzando lentamente, como si lo entendiera todo.
La victoria sobre Daeron ha restaurado el equilibrio temporalmente, pero el Orbe, aunque liberado de su dominio, no ha dejado de ser una puerta a lo desconocido y hay fuerzas que aún acechan en las sombras y el sacrificio de la oscuridad nunca es definitivo. Deben estar preparados para lo que viene.
— ¿Qué fuerzas? ¿Qué más podemos enfrentar después de todo esto? — Kael apretó los puños.
— El verdadero enemigo no es siempre el que se muestra en la superficie y Daeron solo era un instrumento, una parte de un juego mucho mayor. Al liberar el Orbe, han abierto un portal entre los mundos que han estado equilibrados por milenios. Y algunos de estos seres antiguos no verán con buenos ojos la restauración del equilibrio — Aeloria los miró, su mirada profunda y llena de sabiduría.
— ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo podemos cerrar ese portal? — Lyria sintió que su corazón latía más rápido, una sensación de temor comenzaba a formarse en su pecho. "
— El Orbe no puede cerrarse nuevamente por voluntad propia — explicó Aeloria — Es un artefacto de poder antiguo, más allá de la comprensión de muchos. Pero su poder puede ser utilizado para restaurar el equilibrio entre las razas: los humanos, los elfos, los vampiros, las hadas, los hombres lobo y todas las criaturas que habitan en estos mundos necesitan unirse para sellar lo que han desatado. El tiempo del aislamiento ha terminado y la armonía solo se logrará cuando todas las razas que puedan encontrar su lugar en el tejido del mundo.
Kael y Lyria intercambiaron miradas de sorpresa, el peso de esas palabras cayendo sobre ellos como una carga que no habían anticipado. El conflicto con Daeron había sido solo el principio, pero la guerra entre las razas parecía ser el verdadero desafío que tenían por delante.
— Unir las razas... — Murmuró Kael, pensativo.
— No hay otra opción y si no actúan ahora, las fuerzas antiguas comenzarán a infiltrarse en el mundo, tomando lo que por derecho no les pertenece. El Orbe se conecta con ambos: el linaje de los elfos de Lyria y el poder de la voluntad humana de Kael — Aeloria asomaba con una sonrisa triste.
— ¿Cómo podemos convencer a todos? ¿Cómo vamos a unir a seres tan diferentes? — Lyria se sintió abrumada por la magnitud de la tarea.
— El primer paso es la comprensión. Todos han perdido algo en la lucha por el poder, y todos han experimentado la oscuridad en algún momento. No importa cuán diferentes sean, todos compartís el mismo objetivo: la supervivencia y la prosperidad. Sin embargo, Esa unidad no llegará fácilmente porque habrá traiciones, desconfianza y lucha, pero es en esa lucha donde forjarán una nueva era — Aeloria la miró con una sabiduría que parecía milenaria.
— ¿Y si fallamos? — preguntó Kael, su voz sombría.
— No permitan que el miedo guíe sus decisiones. No hay vuelta atrás y La única forma de avanzar es caminar hacia el futuro — Aeloria no respondió de inmediato.
El silencio llenó el espacio mientras esas palabras calaban hondo en los corazones de Lyria y Kael. Ambos sabían que la tarea que tenían ante ellos era gigantesca, que los desafíos serían mayores que cualquier guerra o lucha que hubieran enfrentado. A medida que la figura de Aeloria comenzaba a desvanecerse, ellos sabían que no podía retroceder.
— Es hora de regresar — dijo Aeloria.
Con un último vistazo hacia ellos, la guardiana desapareció, dejando a Lyria y Kael en el vacío del Orbe, con el peso de su misión sobre sus hombros.
Editado: 27.11.2024