El silencio de fuego y sangre

Capítulo 20: El Sendero del Sacrificio

El silencio que había caído sobre el campamento era denso, como si el propio aire se hubiera vuelto pesado con la amenaza inminente. Lyria y Kael, aun procesando las palabras de Silas, sabían que el tiempo apremiaba, que no podía permitirse el lujo de dudar, pero la magnitud de lo que les esperaba era aterradora.

Silas, observaba, en silencio, a ambos, su expresión imperturbable porque sabía que su mensaje había calado profundo, pero también comprendía que la decisión que se avecinaba no era algo que pudiera imponerse con palabras. El sacrificio era personal. Nadie podría hacer esa elección para ellos.

— ¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti? — preguntó Kael, dando un paso hacia Silas, su tono desafiante pero con una nota de desconfianza palpable. — ¿Qué nos garantiza que tus intenciones son puras? El Orbe es demasiado valioso como para jugar con fuego.

— No les pido confianza, lo que pido es que acepten la realidad de lo que se avecina. Y si desean salvar lo que queda de este mundo, tendrán que ser capaces de enfrentar lo peor de ustedes mismos — Silas lo miró con una calma inexpresiva.

— ¿Y qué es lo peor que podemos enfrentar? ¿Qué es lo que más tememos perder? — Lyria se adelantó, su mirada firme, pero con un atisbo de duda.

— Eso es algo que solo ustedes sabrán al enfrentarlo — respondió Silas con suavidad, sus palabras cargadas de significado. — El Orbe no solo otorga poder, sino que también obliga a los que lo buscan a enfrentarse a su propia oscuridad. La verdadera batalla no es solo contra aquellos que desean su poder, sino contra aquello dentro de vosotros que teméis enfrentar.

— Lo he perdido todo antes. No tengo miedo de lo que pueda venir — Kael apretó los dientes, la lucha interna se refleja en sus ojos.

— No se trata de lo que has perdido, Kael. Se trata de lo que aún queda dentro de ti, lo que temes más que cualquier enemigo, y si no eres capaz de enfrentarlo, el Orbe te devorará, igual que a todos los que lo han buscado antes que tú — Silas le lanzó una mirada aguda.

Lyria observó a Kael con preocupación, sabiendo que sus palabras no estaban vacías. La prueba que les esperaba iba más allá de un simple sacrificio físico que debían enfrentar. No era solo la amenaza externa, sino la lucha interna que podría desmoronarlos.

Un viento gélido comenzó a soplar, como si la misma tierra respondiera al llamado de Silas. Las sombras a su alrededor parecían alargarse, como si estuvieran preparándose para engullirlos. La cueva que se encontraba cerca, escondida entre las rocas, comenzó a vibrar con una energía desconocida y la entrada de la cueva brillaba con una luz tenue, casi mágica, como si un portal estuviera a punto de abrirse.

— El Orbe está cerca — dijo Silas, su voz seria. — Allí, dentro, os enfrentaréis a vuestra mayor prueba. Pero debes recordar que la decisión que tomen, definirá no solo su destino, sino el de todas las razas que habitan este mundo

Lyria y Kael intercambiaron una mirada, sabiendo que el momento había llegado. No podía dar marcha atrás.

El camino hacia la cueva estaba marcado por una serie de símbolos antiguos, grabados en las piedras como advertencias de tiempos pasados. Cada paso que daban parecía llevarlos más lejos de la seguridad que ofrecía el campamento, adentrándolos en una oscuridad cada vez más profunda. La atmósfera se volvió opresiva, como si la propia tierra intentara retenerlos, pero no había otra opción. Debían continuar.

Cuando llegaron a la entrada, la cueva parecía estar viva. Una resonancia extraña emanaba de su interior, como si una energía antigua estuviera palpitando dentro de las paredes. Lyria sintió una presión en su pecho, como si algo la estuviera observando desde la penumbra.

— Este es el umbral — dijo Silas en voz baja. — El Orbe está dentro, pero la entrada no será fácil. Solo los que han superado sus miedos pueden atravesarla.

— El miedo no es solo una emoción, Kael. Es una puerta, y cuando cruzas el umbral de tus propios miedos, ya no hay vuelta atrás, así que deben estar preparados para lo que van a encontrar. — Silas lo miró con algo cercano a la tristeza.

— Lo estamos — Lyria respondió.

El aire se volvió aún más denso, como si la misma cueva estuviera esperando algo, algún gesto o palabra que marcara el comienzo de lo que estaba por suceder. Las sombras parecían tener un movimiento, como si cueva fuera parte de la misma esencia del lugar, pero no era la oscuridad lo que les aterrorizaba. Era lo que no podía ver.

— Vamos — dijo Lyria, tomando la delantera, sin mirar atrás. Kael la siguió, con pasos firmes, pero cargados de una tensión que no podía ocultar.

Al entrar, la cueva los envolvió en una oscuridad profunda, casi tangible. De repente, las paredes comenzaron a brillar con una luz fantasmal que reflejaban los símbolos antiguos que adornaban las paredes y comenzaron a emitir un resplandor rojizo, y una figura apareció en el centro de la cueva.

Era una figura encapuchada, su rostro oculto, pero su presencia era imponente. Su voz resonó en las paredes de la cueva.

— ¿Creen que están preparados para lo que los espera? — preguntó la figura, su tono grave y profundo.

Lyria y Kael se detuvieron, sus corazones latiendo con fuerza. Sabían que la prueba había comenzado, pero no sabían exactamente qué les aguardaba.




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