El silencio de fuego y sangre

Capítulo 21: La Última Batalla

La sombra monstruosa, con ojos brillantes como brasas, se balanceaba sobre Lyria y Kael con una velocidad sobrenatural. El suelo tembló bajo sus pies, y el aire se llenó con el eco ensordecedor del rugido de la criatura. Lyria, con el corazón palpitando, desenvainó su espada en un movimiento fluido, su mente centrada en la única misión que quedaba: detener al monstruo.
Kael, por su parte, desató una explosión de energía que hizo que el aire se ionizara a su alrededor. Sus ojos brillaban con una intensidad salvaje, como si el propio poder de la tierra lo estuviera sosteniendo.

—¡No dejaremos que nos destruyan! — gritó, mientras lanzaba una onda de choque hacia la criatura.

Pero, el monstruo no era fácilmente derrotarle. Con un rugido de furia, se deshizo de las ondas de energía y se lanzó al ataque. Lyria y Kael se enfrentaron a él con toda la fuerza de sus cuerpos y corazones, pero la batalla no era solo física, sino una lucha interna, una lucha contra lo que más temían perder.

La sombra encarnada parecía alimentarse de sus miedos, creciéndose más y más con cada golpe que recibía. Lyria sintió cómo sus propias inseguridades se alzaban, trayendo a la superficie lo peor de ella: sus dudas sobre su valía, sobre si realmente podía proteger a los suyos, sobre si su linaje elfico era suficiente para enfrentarse a un poder tan antiguo y profundo. El monstruo parecía aprovecharse de esa vulnerabilidad, amplificando sus miedos.

Kael no era ajeno a esa sensación, ya que en su interior, algo oscuro comenzaba a despertar. La sombra le susurraba que no valía la pena, que todo su sacrificio había sido en vano, que su familia, su reino, su honor, todo había desaparecido. Su corazón latía más rápido, el odio y la desesperación, a punto de desbordarlo.

Pero, una chispa de claridad atravesó la oscuridad. Lyria, viéndolo tambalear, extendiendo su mano hacia él, gritándole: — ¡Kael, no lo hagas! No dejes que te consuma.

Fue un grito lleno de amor y desesperación, y en ese momento, Kael recordó quién era por qué había luchado, y no solo por la venganza, sino por el futuro.

— ¡No! — exclamó, liberándose de la influencia de la sombra. — No voy a caer. ¡No mientras tú estés aquí conmigo!

Lyria ascendió con determinación, con la fuerza de su linaje élfico, y Kael, con el poder que había recuperado en su corazón. La sombra, que había comenzado a desmoronarse por la resistencia de su amor y valentía, finalmente colapsó, desvaneciéndose en una nube de oscuridad que se dispersó rápidamente.

El suelo dejó de temblar. El aire, cargado de tensión, comenzó a relajarse, y el resplandor que había iluminado la cueva desapareció. Silas apareció nuevamente, observando en silencio.

— Han vencido — dijo, su voz grave — El Orbe ya no es solo un símbolo de poder. Es la manifestación de todo lo que son y todo lo que habéis temido.

Lyria y Kael se miraron, sabiendo que aún quedaba mucho por hacer, pero que lo peor ya había pasado.




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