El silencio de fuego y sangre

Capítulo 22: Un Nuevo Amanecer

El amanecer comenzaba a asomar en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y dorados, como si el mismo universo estuviera renaciendo. La cueva, ahora liberada de la oscuridad que había envuelto su interior, parecía tranquila, casi pacífica. Pero dentro de Lyria y Kael, una tormenta de emociones seguía agitando sus corazones.

Kael miró el Orbe, ahora apagado, que descansaba en el suelo. Su brillo se había desvanecido, pero el peso de su poder seguía impregnando el aire y todo había cambiado en un instante. La batalla había terminado, pero el impacto de todo lo ocurrido seguía presente, como una cicatriz invisible.

— ¿Ahora qué? — preguntó Kael, rompiendo el silencio. Su voz era baja, pero cargada de incertidumbre. Habían vencido al monstruo, pero la paz no se sentía completa — ¿Qué quedó después de todo esto?

Lyria levantó la mirada, sus ojos brillando con una nueva determinación.

— Ahora, debemos reconstruir lo que hemos perdido — dijo con firmeza — pero, no podemos hacerlo solos.

Kael la observa en silencio, notando la fuerza renovada en su mirada. Ella había sido la clave para todo esto; no solo había derrotado al monstruo, sino que había restaurado su propia fe en sí misma y en su amor por él, y eso era algo que ni siquiera la oscuridad podría destruir.

— ¿A qué te refieres? — preguntó Kael, dando un paso hacia ella — ¿Hay algo más que aún debemos hacer?

— El reino... nuestra gente... está destruido. No podemos volver a lo que éramos y todo lo que conocíamos ha cambiado, aunque eso no significa que todo esté perdido — Lyria ascendió, pero en su rostro se reflejaba una tristeza contenida.

Se acercó al Orbe apagado y lo levantó con cuidado.

— Este Orbe no solo fue el contenedor del monstruo, sino también representa el equilibrio entre todos los seres que habitan este mundo. Humanos, elfos, vampiros, hombres lobos... todos, aún queda esperanza. Si podemos encontrar una manera de unirnos, de construir una nueva era, podemos restaurar lo que hemos perdido.

Kael la observó en silencio, sintiendo el peso de sus palabras. La idea de reconstruir un mundo roto parecía imposible, pero si alguien podía hacerlo, era ella; si él podía estar a su lado, tal vez juntos podrían lograrlo.

— Entonces, ¿qué haremos ahora? — preguntó Kael, tomando la mano de Lyria. — ¿Nos embarcaremos en una nueva guerra?

— No, no será una guerra, no podemos luchar contra todos nuestros enemigos al mismo tiempo. La verdadera batalla está en la reconciliación, en la unidad. Y esa será nuestra misión — Lyria negó con la cabeza.

Silas, que había estado observando desde las sombras, dio un paso hacia adelante.

— La restauración de la paz no será fácil — advirtió con su voz grave. — Los que habitan en las sombras no se rendirán tan fácilmente. Si realmente quieren cambiar este mundo, deberán enfrentarse a sus propias dudas y temores.

Lyria ascendió, aceptando las palabras de Silas.

— Lo sé. Pero si no intentamos, entonces el monstruo que derrotamos solo será el primer obstáculo en una larga serie. Y no quiero que la oscuridad se apodere de todo.

Silas la observaron por un largo momento, como si estuviera evaluando su decisión. Finalmente, asintió, dándole su aprobación.

— Entonces, que así sea. Pero deben saber que esta no será una tarea fácil. No todos en este mundo estarán dispuestos a aceptar un nuevo orden

— Lo sabemos — respondió Kael. — No podemos quedarnos en la oscuridad, tenemos que avanzar.

Con una última mirada al Orbe, Lyria lo dejó en el suelo, ya sin vida, y comenzó a caminar hacia la salida de la cueva, Kael siguiéndola de cerca. La luz del amanecer comenzó a iluminarlos, y por primera vez en mucho tiempo, sintieron que un nuevo día se alzaba ante ellos, lleno de promesas y desafíos.

Al llegar a la entrada de la cueva, se encontraron con un paisaje desolado. La tierra estaba agrietada, las ruinas de lo que una vez había sido un próspero reino se alzaban en el horizonte, en el aire también había algo nuevo: una sensación de renovación, un susurro de esperanza, la lucha no había terminado, pero la batalla más importante, la lucha por la unidad y la paz, estaba por comenzar.

Lyria miró a Kael, y él vio la determinación en sus ojos.

— Comencemos — dijo ella, su voz tranquila, pero llena de poder. — No importa cuántos obstáculos se nos presenten, encontraremos la manera de traer la paz a este mundo.

— Juntos. Lo haremos juntos — Kael la miró con una sonrisa, sin duda alguna.

Y así, con un nuevo propósito, comenzó su viaje. No sabían lo que les esperaban, ni cuántos sacrificios tendrían que hacer, pero una cosa era clara: no se rendirían. La lucha por un nuevo comienzo había comenzado, y no habría sombra en este mundo que pudiera apagar la luz de su amor y su esperanza.




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