El tiempo había transcurrido, y el mundo había comenzado a cambiar de manera lenta. Han pasado semanas desde que Lyria y Kael tomaron su decisión de reconstruir lo que una vez fue un próspero reino. Los días habían sido largos, llenos de trabajo arduo y dificultades inesperadas. A pesar de sus esfuerzos, el avance no era sencillo, y muchos aún dudaban de su visión de un mundo donde todos, sin importar su origen, pudieran vivir en paz.
El camino hacia la unidad no era solo físico, sino emocional y mental, donde las cicatrices que las guerras y los conflictos habían dejado eran profundas, y muchas criaturas aún vivían aferradas a antiguas enemistades y rencores. Sin embargo, Lyria y Kael nunca vacilaron, sabían que la restauración de la armonía no era una tarea rápida ni fácil. Había que ganarse la confianza de cada raza, solo así podría comenzar a ver el fruto de sus esfuerzos.
Lyria se encontraba en el centro de un campo de reunión, un terreno neutral donde se esperaba la llegada de representantes de las razas que alguna vez habían sido enemigas. Hombres lobos, vampiros, elfos, humanos e incluso criaturas mágicas que hasta entonces habían permanecido al margen de la lucha, todos estaban invitados a escuchar lo que ella y Kael tenían que decir.
El aire estaba denso con la expectativa. Lyria respiró profundamente y observó el horizonte. En sus ojos brillaba una determinación férrea, mientras sus manos temblaban ligeramente debido a la responsabilidad que llevaba sobre sus hombros. Esta era la prueba definitiva.
Después de todo lo que habían enfrentado, de la caída de sus hogares, la pérdida de su gente, no podía permitir que la oscuridad se apoderara de la nueva esperanza que querían forjar.
El sonido de los pasos interrumpió sus pensamientos. Kael apareció a su lado, su presencia, reconociendo el peso de la ocasión. Aunque, el tiempo no había suavizado por completo sus heridas, había algo en su mirada que hablaba de una nueva comprensión, de un hombre dispuesto a sacrificarse por el bien común.
— Todo está listo — dijo Kael, su voz grave, pero llena de confianza. — Ahora solo queda esperar que nuestras palabras lleguen a sus corazones.
— No sé si será suficiente, Kael. Sé que hay fuerzas en este mundo que aún no están dispuestas a ceder, porque hay muchos que prefieren el caos a la paz — Lyria lo miró con una ligera sonrisa.
— Lo sé — respondió él, apretando su mano con fuerza. — Al menos, podemos mostrarles que hay otra forma de vivir, otra forma de construir este mundo.
Lyria ascendiendo, sintiendo que el calor de su toque y las fuerzas que se oponían a su sueño eran poderosas, su amor y su determinación eran aún más fuertes. No se rendirían.
Justo en ese momento, los primeros representantes comenzaron a llegar. Los vampiros, con su aire elegante y sombrío, se presentan en grupos pequeños, liderados por un hombre de mirada penetrante. Los elfos, siempre dignos y serenos, llegaron en silencio, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Los hombres lobo, menos numerosos, pero igualmente imponentes, se desplazaron con paso firme, observando todo a su alrededor con una cautela apenas disimulada. Los humanos, aunque los menos, también hicieron su aparición, algunos con esperanza, otros con escepticismo.
Un silencio tenso se instaló en el aire mientras todos se reunían en el círculo dispuesto para el encuentro. Lyria y Kael se pusieron frente a ellos, sus miradas unidas en una determinación compartida; este era el momento que ambos habían esperado: el punto de inflexión en su viaje. La última fortaleza que quedaba, el último obstáculo antes de que sus sueños de unidad se convirtieran en una realidad.
Lyria fue la primera en hablar, su voz clara y fuerte, resonando en el aire como un eco que atravesaba las barreras de desconfianza.
— Hemos sufrido lo suficiente —comentó, mirando a cada uno de los presentes. — Las guerras, los sacrificios, las traiciones... todo ha llevado a este momento, ya no podemos seguir viviendo en el pasado, no podemos seguir permitiendo que nuestras diferencias nos destruyan.
Un murmullo recorrió la multitud, algunos asintiendo, otros claramente dudando. Lyria continuó, su tono firme, pero llena de esperanza.
— Sabemos que el camino hacia la paz no es fácil. Todos tenemos heridas, todos hemos perdido algo o alguien importante. Si seguimos luchando entre nosotros, si dejamos que el odio y la venganza guíen nuestras acciones, solo nos arrastraremos hacia una oscuridad a un alcalde.
— No podemos hacer esto sin ustedes. Los necesitamos a todos, sin importar su raza, su historia, su pasado. Solo unidos podemos reconstruir lo que hemos perdido y la paz no se logra con la fuerza, sino con la voluntad de sanar y avanzar juntos — Kael, de pie junto a ella.
Un vampiro de rostro severo levantó la mano, señal de que deseaba hablar. Lyria lo miró, esperando su intervención.
— ¿Y si no estamos dispuestos a ceder? — preguntó, su voz resonando con desafío. — ¿Qué pasa si no confiamos en ustedes? ¿Qué pasa si seguimos luchando por lo que es nuestro?
— Entiendo sus dudas. Entiendo el dolor que cada uno de ustedes lleva consigo, pero la paz no es un regalo que se pueda exigir, es una construcción. Y si realmente quieren un futuro mejor, tendrán que dar el primer paso. — La pregunta flotó en el aire como una amenaza latente, pero Lyria no titubeó.
Editado: 27.11.2024