El Silencio de las Auroras

Capítulo 11: La Luz Interior

Anya se quedó mirando el cuaderno, sus manos temblorosas mientras recorría las páginas llenas de dibujos vibrantes. Eran los mismos que había hecho en Svalheim, pero ahora tenían un significado nuevo. Eran el reflejo de un viaje, de un sueño, de una conexión con la magia que había despertado en su alma.
- "¿Qué piensas, Anya?" preguntó Kaelen, con una sonrisa tierna.
Anya levantó la mirada y lo encontró observándola con ojos llenos de comprensión.
- "Siento que algo ha cambiado en mí, Kaelen", dijo Anya, con un tono de voz que reflejaba la confusión y la fascinación que la invadían. "No sé si fue un sueño o no, pero esa experiencia me ha transformado. He visto la magia, he sentido la luz de las auroras, he conocido un amor que nunca pensé posible."
Kaelen asintió, con una mirada que confirmaba que entendía por lo que estaba pasando. "No importa si fue real o un sueño, Anya. Lo importante es que tuviste la oportunidad de experimentar esa magia, de sentir ese amor. Y esa experiencia te ha cambiado."
- "Pero, ¿cómo puedo volver a sentir esa magia? ¿Cómo puedo recuperar esa luz?" preguntó Anya, con una mezcla de esperanza y desesperación.
- "La magia no se recupera, Anya. La magia se crea. La magia está dentro de ti", dijo Kaelen, con un tono suave y firme. "Lo que sentiste en el norte, esa conexión con las auroras, esa energía, está ahí, dentro de ti. Solo tienes que aprender a encenderla de nuevo."
Anya lo miró con curiosidad. "¿Cómo puedo hacer eso?"
- "Con tu arte, Anya. Tu arte es la herramienta que te permite conectar con la magia, con la luz, con el amor. Tu arte es tu conexión con el espíritu del norte", respondió Kaelen.
Anya se quedó pensando en las palabras de Kaelen. Era cierto. Su arte, su pasión por la pintura, su creatividad, siempre habían sido la forma que tenía de conectar con lo que le rodeaba, de expresar lo que sentía.
- "Pero... ¿cómo puedo usar mi arte para recordar esas sensaciones, para encender esa luz?" preguntó Anya.
Kaelen le tendió la mano y la tomó con suavidad.
- "No debes recordar, Anya. Debes crear. No recuperes la luz, encéndela. Escribe tu propia historia, pinta tu propio mundo, vive tu propia magia", dijo Kaelen, con una sonrisa llena de sabiduría.
Anya sintió que una nueva energía la recorría. Era una sensación de empoderamiento, de libertad, de creatividad. Sabía que tenía que encontrar su propia manera de conectar con la magia que había experimentado, de encender la luz que ardía en su interior.
- "Tienes que permitir que tu corazón te guíe, Anya. No tengas miedo de expresar tus emociones, tu pasión, tu alma. Deja que tu arte te lleve a lugares mágicos, a lugares donde la belleza y la verdad se fusionan", dijo Kaelen.
Anya respiró hondo, con un sentimiento de determinación. Sabía que su viaje al norte no había sido en vano. Había descubierto un nuevo camino, un nuevo lenguaje, una nueva forma de conectar con el universo.
- "Gracias, Kaelen", dijo Anya, con un tono de gratitud. "Gracias por enseñarme a encontrar la luz dentro de mí."
Kaelen le sonrió, con un brillo en los ojos que le decía que él sabía que Anya estaba en el camino correcto.
- "Siempre estaré contigo, Anya. En tu corazón, en tu arte, en la magia que te rodea."
Anya se sintió llena de energía, de esperanza, de fe. Sabía que su viaje al norte había sido un viaje transformador, un viaje que la había conectado con su propia magia, con su propia luz, con su propio amor.
Y mientras observaba el sol que se ponía sobre Svalheim, Anya se dio cuenta de que la magia no estaba en un lugar, ni en un tiempo. La magia estaba en ella, en su corazón, en su alma.




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