Una Semana Después
Damnum salía de la estación a la hora del almuerzo, sus compañeros de turno, se habían ido hace más de media hora, pero él quería terminar de leer detalladamente el último informe de los forenses.
Una muchacha bastante joven lo interceptó a mitad de la calle.
—¿Usted es Ehud Damnum? —preguntó nerviosa.
—Si, ¿Quién es usted?.
—Soy Amelía Granda. ¿Frank está por aquí?.
Damnum tuvo que repasar mentalmente los nombres de sus nuevos compañeros, antes de caer en cuenta que la muchacha hablaba de Dula.
—No, lo siento, él salió a almorzar hace un rato.
La famosa Amelía era más bonita de lo que esperaba, tenia unos grandes labios carnosos, la piel bronceada y el cabello rubio (teñido, por supuesto) que caía en ligeras ondas hasta lo bajo de su cintura.
Ella miraba a su alrededor nerviosa, se balanceaba de pie a pie y parecía insegura de lo que diría.
—¿Ha sabido algo de Erbert?... Digo, del Mayor Rameau, no sé nada de él desde hace una semana —tartamudeó.
—El Mayor salió de vacaciones —respondió el alférez.
—¡Lo sé!, pero él me dijo que seguiría viéndome, verá... Erbert y yo...
—Entiendo la situación —la interrumpió antes de que ella se sintiera mas incomoda —Yo tampoco he sabido nada de él, a decir verdad, no he tratado de comunicarme con él para nada.
—Yo sí... Y es imposible, su teléfono está apagado desde hace días, incluso llamé al teléfono fijo y nada —la joven apretaba sus labios para evitar llorar.
La situación era extraña para el joven policía, ella no parecía tener más de veinte años, Rameau en cambio, tenia la edad perfecta para ser su padre.
—Señorita Granda, por lo que tengo entendido, el mayor es casado, tal vez este pasando este tiempo con su esposa —trató de alivianar sus palabras, pero no lo consiguió.
—No está con ella —aseguró.
—No puede estar segura de eso...
—Si, estoy segura, su esposa vive en otra ciudad... Nadie de aquí la ha visto, no sabemos como se llama o como es que ella y Erbert llevan su matrimonio.
—Tal vez ellos estén separados —él no quería sonar indiscreto, sobre todo hablando de la vida personal de su superior.
—No, ellos siguen juntos, Erbert ama a su esposa, él me dio un numero de teléfono, me dijo que sólo lo llamara ahí si fuera una verdadera emergencia.
—¿Sabe de dónde es el número?.
—Es el de su esposa, me dijo que si algo pasaba, podía confiar en ella, solo debía preguntarle si él "olvido la llaves ahí".
—Lo siento señorita, no entiendo de lo que habla, y creo que será mejor terminar esta conversación, no es correcto que yo esté hablando del Mayor.
Amelía lo sujeto del brazo, podía notarse la desesperación en su rostro.
—Por favor...—suplicó — Él me dijo que le preguntara a su esposa por las llaves, si ella decía que sí las olvido, significaba que él estaba con ella, pero si decía que no... Bueno, si decía que no, es que él no estaba ahí.
Ehud pensó en la relación retorcida llevaba Rameau con su esposa, para llegar al punto de hacer claves secretas entre ella y la amante.
—La llamé... Nunca antes lo había hecho, hasta ayer, pensé que tal vez estaba ahí, pero ella dijo: "las llaves no están aquí".
—Tal vez ella no quiso que se comunicara con usted.
—¡No!... ¡Usted no lo entiende oficial!. Erbert me dijo que su esposa nunca mentiría si oyera esa frase... Me temo que algo le haya pasado.
—¿Algo? —respondió nervioso.
—Si, temo que alguien le haya hecho algo.
—Creo que mejor, debería hablar con Dula sobre esto.
—¡No!... No podría hacerlo, estoy segura que si algo le pasó, fue por culpa de Frank.
—No debería culpar a Dula, él le tiene mucho aprecio al Mayor Rameau —la voz de Damnum empezaba a agudizarce, él odiaba cuando eso pasaba.
—¡Él lo detesta! —gritó la muchacha —Frank de verdad lo detesta, sobre todo por la relación que Erbert y yo tenemos... Le he explicado mil veces que él no lo entendería, que su odio es infundado, pero no sé porque no me cree.
Los malditos triángulos amorosos siempre terminaban mal.
—Trataré de averiguar el paradero del mayor, pero no puedo asegurarle nada.
Ella sonrió con agradecimiento y luego se marchó por la calle trasera.
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—¿Sabe algo del Mayor Rameau? —le preguntó Lila Bromst a Damnum a la hora de la cena.
En todos estos días, él había evitado tener contacto con las mujeres con las que se veía "obligado" a convivir, ellas parecían personas normales, pero aún no estaba seguro de su inocencia con respecto al horrible crimen que dio comienzo a su carrera en Palazzo.