La puerta de su habitación, sonó tres veces, Damnum seguía nervioso por la cena, y una visita nocturna no era precisamente lo que podría calmarlo.
—Siento mucho si lo incomode hace un rato —Gardenia esquivó al policía e ingreso a la habitación sin permiso.
—No me incomodó... Solo me tomó por sorpresa, ya que yo no fui a ver al Mayor Rameau aquella noche —dijo sereno.
—Supongo que no era usted... ¡Ya sabe cómo es la edad!. Nos hace ver cosas o personas, que en realidad no están ahí.
—Supongo... —dijo incómodo al ver que la anciana no tenía intención de retirarse.
—¿El Mayor le contó que vivió aquí por un tiempo?.
—Me... Me comentó algo, pero no tuvimos tiempo de ahondar en el tema.
—¡Por supuesto, el tiempo!... El tiempo es lo único sobre lo que no tenemos control —dijo ella esbozando una sonrisa.
—¿Sólo el tiempo?... ¿Qué me dice de la vida y la muerte?.
—¿Qué sobre eso?.
—¿Usted cree que tenemos control sobre eso?.
—Sí... Nosotros decidimos sobre la vida: Cuando darla y cuando quitarla... Pero ese es un tema muy profundo, alférez, y yo sólo vine a disculparme —caminó hasta la puerta y antes de salir se detuvo a mirar todo a su alrededor —Esta habitación, luce igual a cuando Rameau vivía aquí... Parece estar destinada a solo resguardar policías.
—¿Nadie más ha vivido aquí desde Rameau?.
Blomst entrecerró los ojos con suspicacia y calculó bien su respuesta.
—Como dije... Parece estar destinada sólo para policías —sin dar pie a una continuación, la anciana cojeó de regreso al oscuro pasillo.
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—Vine la semana pasada... ¿Por qué me pidieron volver hoy? —Lila se retorcía nerviosa, en el fría silla de la salita de interrogación.
—Su interrogatorio anterior, lamentablemente se perdió —dijo Dula en tono burlesco —Es culpa de nuestro nuevo compañero, lo siento mucho.
—¿El alférez Damnum, no estará aquí hoy?.
—No, hoy sólo estaré yo, Damnum tuvo que hacer un viaje corto, pensé que usted lo sabia, al fin y al cabo vive en su casa.
—No lo sabia, él vive con nosotras, pero respetamos mucho su intimidad.
—Claro... ¿Empezamos? —ella asintió —¿Qué estuvo haciendo, entre los días primero a cinco de abril del presente año, 2016?.
—No podría especificarlo, supongo que estuve trabajando.
—¿Supone, o estuvo trabajando?.
—¡Estuve trabajando!... Si fueron días de semana, seguro estuve trabajando.
—De acuerdo —musitó el policía —¿Días previos al primero de abril, alguna persona sospechosa, estuvo rondando su propiedad?.
—N-No lo sé —tartamudeó.
—¿No notó a alguna persona extraña cerca a su casa?.
—No lo creo.
—¿Había algo diferente dentro de su morada, algo que podría indicarle que otra persona estaba entrando en ella?.
—No entiendo su pregunta —dubitó.
—La señora Gardenia Blomst, su madre, mencionó que ella se sentía alarmada porque encontró gotas de "orina" en la tapa del inodoro.
—¿Orina?.
—Sí... ¿Usted no sabia nada de eso?.
—Tal vez lo mencionó, pero yo no noté nada extraño —una sonrisa nerviosa, se le escapó traicioneramente.
—Su hija, Dalia, dijo que una tarde le pareció ver a un hombre salir de la casa por la puerta trasera... ¿Usted sabía sobre eso?.
—¿Dalia dijo eso?.
—Si, lo hizo.
—¿Ella pudo ver el rostro del hombre?.
—No terminó de explicar esa parte, el jefe no quiso hacerle más preguntas después de esa... Creo que nosotros también hemos terminado.
—¿Me puede decir, que otras cosas dijo Dalia?.
—No —contestó Frank Dula, de manera cortante —Usted puede preguntarle a ella misma.
—Lo sé... Pero mi hija es... Ella es...
—¿Retardada?.
—¡Diferente!... Ella pudo confundir muchas cosas, tal vez el hombre que dijo ver, era Julius Hal Brett, un tipo que está muy interesado en comprar nuestra propiedad, se aparece por allá una vez cada dos meses ofreciendo mucho dinero por nuestras tierras.
—¿Julius Hal Brett?, no he oído hablar de él... ¿Cree que podría ser un sospechoso?.
—Bueno, él quiere nuestra propiedad a toda costa, que mejor manera de deshacerse de nosotras, que enviándonos a la cárcel por homicidio.
—Tiene razón, señora Blomst... Tal vez sea buena idea buscar al tal Hal Brett
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Ehud Damnum caminaba con la capucha puesta para tratar de cubrir su rostro, al llegar al lugar indicado, marcó el número que había memorizado durante la noche y mencionó la clave que le habían pedido decir.