El silencio de los Devereaux

Prologó

En el corazón del pueblo, rodeada de un majestuoso jardín que se perdía en el horizonte, se alzaba la impresionante mansión de los Devereaux. Esta resplandeciente casa era el hogar de una de las familias más acaudaladas y enigmáticas del lugar. El señor Charles Devereaux, un hombre de elegante porte y una fortuna que parecía interminable, compartía su vida con la hermosa y enigmática Eliza, su esposa. Su amor, visible en cada gesto y mirada, era la envidia de todo el pueblo.

La vida en la mansión Devereaux era un cuento de hadas. Sus hijos, Catherine y William, eran la personificación de la juventud y el lujo. Dotados de belleza, inteligencia y talento, los niños crecieron en un entorno de abundancia y oportunidades. La familia disfrutaba de espléndidos banquetes, suntuosas fiestas y viajes por el mundo entero. La envidia y la admiración de sus vecinos eran palpables.

La felicidad de los Devereaux parecía perfecta y eterna, hasta que un fatídico día, una desgracia inesperada arrojó una sombra sobre la lujosa vida que habían construido. Una sombra que nadie había visto venir y que amenazaría con desentrañar los cimientos de la familia y del pueblo entero.




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