Capítulo 12:
El amanecer llegó, pero trajo poca calma.
Daniel pasó horas observando el libro, incapaz de tocarlo otra vez. La inscripción que había aparecido la noche anterior —"Daniel Rivas – Preparado"— seguía allí, escrita con tinta oscura que parecía absorber la luz. La fecha, sin embargo, seguía vacía.
Algo lo mantenía atrapado, como si cada página del libro respirara.
Decidió salir de la casa.
Necesitaba respuestas. Y solo una persona en Valcarria parecía conocer la historia que se escondía tras ese maldito legado.
Doña Isadora.
Una anciana que vivía en la colina más alta del pueblo, en una casa cubierta de hiedra y cruces oxidadas. Algunos decían que era bruja. Otros, que había sido la única sobreviviente de un incendio en la antigua ermita.
Él no sabía si creía en esas historias.
Pero ahora, después de todo lo que había vivido, empezaba a creer en todo.
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El camino hacia la colina estaba cubierto de neblina. Las hojas crujían bajo sus pasos, y las ramas parecían formar figuras con dedos retorcidos. A cada paso, sentía que algo lo seguía, pero al mirar atrás no había nadie.
Al llegar a la casa, tocó la puerta de madera agrietada. Una campanilla oxidada sonó desde adentro.
—¿Quién camina con el silencio a cuestas? —preguntó una voz rasposa desde dentro.
—Soy Daniel Rivas.
Hubo un largo silencio.
—Te esperé durante años —respondió la voz—. Pasa.
La puerta se abrió lentamente, como empujada por una voluntad invisible. El interior estaba cubierto de velas, frascos con raíces secas, y cuadros que colgaban torcidos. En una esquina, un altar: fotos antiguas, restos de cera negra y un medallón con el mismo símbolo que tenía el libro.
Doña Isadora lo observó desde su silla de ruedas. Su piel era pálida como la ceniza, y sus ojos tenían un brillo opaco, como si mirara más allá del tiempo.
—El linaje está despertando —murmuró—. Lo llevas en la sangre, aunque no lo sepas.
Daniel tragó saliva.
—¿Qué es ese libro? ¿Y qué es "El Silencio de los Olvidados"?
La anciana suspiró profundamente.
—Es un pacto. Sellado hace generaciones por los fundadores del pueblo. Uno de ellos era tu antepasado.
—¿Qué tipo de pacto?
Isadora bajó la mirada.
—Uno que exigía sacrificio a cambio de poder y protección. Cada generación, uno de los descendientes debía "recordar", para que el resto pudiera olvidar.
—¿Recordar qué?
—El origen. La verdadera historia de Valcarria. El precio de su existencia.
Daniel tembló.
—¿Y si me niego?
La anciana lo miró, severa.
—Ya no puedes. El libro te eligió. El espejo abrió la grieta. Si no completas el ciclo… el silencio no te reclamará a ti solo.
Ella extendió un papel arrugado, con un símbolo dibujado en sangre seca.
—Esta es la marca del culto. Si comienzas a verla fuera del libro, es porque ya están aquí.
Daniel lo tomó con mano temblorosa.
—¿Qué debo hacer?
—Sobrevive. Hasta la noche del aniversario. Entonces, la casa se abrirá por completo. Solo allí sabrás si serás testigo… o víctima.
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Esa noche, Daniel volvió a casa.
En la entrada, marcado con ceniza sobre la puerta, estaba el símbolo.
El ciclo había comenzado.
Y el silencio… ya no era un susurro.
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Editado: 09.08.2025