Capítulo 31:
Eloísa no había dormido en días.
Desde que Daniel empezó a hablar en sueños, mencionando nombres que no recordaba haber escuchado jamás —nombres como "Sariel", "La Vigilia" o "Los Hijos del Eclipse"—, supo que algo mucho más antiguo se escondía detrás de las desapariciones en Valcarria.
La biblioteca del convento estaba cerrada al público, pero ella tenía las llaves.
Y ahora, a las tres de la madrugada, rodeada de polvo y libros encuadernados en cuero que olían a moho y miedo, encontró lo que buscaba.
"Crónica de las Sombras de Valcarria. Año 1865."
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El tomo era pesado, escrito a mano.
Páginas rasgadas.
Algunas arrancadas.
Y en el margen inferior de la primera hoja, un símbolo dibujado con sangre seca: un triángulo invertido con un ojo en el centro.
Ese símbolo también lo había visto en la muñeca de Daniel… la noche que lo encontró vagando por el bosque.
Eloísa comenzó a leer.
“Los Hijos del Eclipse son aquellos que creen en el regreso de la voz dormida. Su sacrificio es ritual. Su pacto es de fuego. Solo los marcados con la visión serán capaces de albergar el renacer.”
Pasó las páginas con dedos temblorosos.
Nombres. Fechas. Desapariciones.
Valeria Gómez, 1865.
Lucas Brea, 1872.
Elías Muñoz, 1901.
Clara Ramos, 1940.
—Daniel Rivas, 2002.
Su corazón se detuvo.
El nombre estaba ahí.
Daniel ya había sido marcado desde niño.
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Un trueno retumbó afuera.
La vela titiló.
Y un cuaderno cayó de la estantería sin que nadie lo tocara.
Eloísa se acercó.
El cuaderno estaba cubierto de ceniza.
Lo abrió.
Y en su interior, una frase escrita en bucle:
“Lo que arde no muere.”
“Lo que arde no muere.”
“Lo que arde no muere…”
Hasta llenar cien páginas.
En la última: una fotografía.
Vieja. Quemada en los bordes.
Mostraba a varios niños en círculo, tomados de las manos, frente a una cabaña en el bosque.
Uno de ellos… era Daniel.
Y detrás del grupo… una figura oscura, alta, sin rostro.
Eloísa cayó al suelo, jadeando.
Porque detrás de esa figura… estaba otro niño.
Uno que había muerto hace años.
Su hermano.
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El reloj marcaba las 3:33 cuando se escuchó un golpe seco en la puerta del convento.
Eloísa no tenía visitantes.
Solo sombras.
Y esta vez… venían por ella.
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terror psicológico, misterios sobrenaturales, drama familiar generacional
Editado: 09.08.2025