Epílogo —
Daniel no volvió a pisar Valcarria.
El culto fue desmantelado. Los cuerpos enterrados. El medallón destruido en una ceremonia silenciosa que solo Eloísa y él presenciaron.
Durante semanas, no hubo sueños. No hubo voces.
Hasta la noche número cuarenta.
Entonces soñó con nieve.
No con Valcarria, sino con un lugar que jamás había visto: una ciudad sepultada bajo hielo, donde las estatuas lloraban sangre congelada y una niña —de cabello blanco y ojos oscuros— lo observaba desde el centro de un círculo grabado en runas.
—Aún no ha terminado —susurró la niña—. Valcarria no fue el principio…
Y al despertar, Daniel tenía marcas en las muñecas.
Como si alguien le hubiese atado los brazos… en sueños.
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terror psicológico, misterios sobrenaturales, drama familiar generacional
Editado: 09.08.2025