Raimond resultó ser un cocinero exepcional, además de un excelente interlocutor aun hablando de trabajo, Vanessa se sentía muy cómoda, quizás era la bebida, que lo hacía menos grosero, y más cariñoso.
Ella le habló de los avances en esos pocos días con su trabajo, y Raimond sintió inmediata fascinación, era un proyecto ambicioso, pero sentía con cierta seguridad que funcionaría.
Le expresó los pros y contras de su investigación, le comentó lo que necesitaba y le solicitó atentamente que leyera lo que había corregido hasta ese momento, Raimond aceptó gustoso.
Vanessa no metió sus manos en los alimentos que Raimond preparaba en ningún momento, por petición de él, así que cuando la comida estuvo lista tenía una infinidad de dudas acerca de su actitud hacia ella, diferente a lo que había tenido que sobrellevar algunos días atrás, y como la curiosidad era quizás el mayor defecto de Vanessa no pudo evitar llenarlo de preguntas mientras comían.
—Desconozco que tan habitual sea para ti cambiar de ánimo, pero a mi en lo personal me ha parecido bastante desconcertante ¿De verdad vas a ayudarme o es simplemente otra táctica para hacerme huir de tu casa?—Vanessa cerró los ojos disfrutando el filete que Raimon había preparado para ambos.
—Me siento ofendido.—Raimond hizo una pausa.—Pero comprendo perfectamente tu preocupación, así que he de explicarme para garantizar que confías en mi, difícilmente acostumbro tener visitas en mi casa, no muchas personas se atreven a venir por acá, por ende, siempre trabajo solo, tengo la casa, el laboratorio, todo es para mi, así que aunque no he intentado que te vayas, no he querido ayudarte, porque me desconcentro, como te dije antes, me gusta disponer de mi tiempo y de mis cosas, me gusta tener el control de las situaciones.
—¿Y por qué no simplemente me pediste que me fuera y ya?
—Porque no se trabaja eternamente, y ya habías limpiado la casa, además perdería parte de mis beneficios con la Universidad, no pasa nada si un estudiante se va por cuenta propia, pero si yo lo corro, entonces tengo problemas, así funcionan las cosas acá.—Raimond esperaba un contrataque, este jamás llegó.—Pero no molestabas, e incluso arreglaste mis cosas, lo único que necesitabas era información, así que despejé todos mis accesos, te cedí lo que pedías, y a cambio dejaste de interrumpirme, al menos un poco.
—Solo quería un par de minutos, mis dudas son escasas.—Vanessa hizo una mueca de desagrado.
—Y puedo darte más que eso ahora que he terminado mi trabajo.—Raimond le dedicó una sonrisa sincera.
—Háblame de tu proyecto ¿Por qué es tan importante?
—Podrás saber todo lo que quieras el viernes, te vas a quedar enamorada, será una conferencia larga, luego te mostraré mi laboratorio si te portas bien, ahora, si me disculpas, tengo infinidad de cosas que hacer, tómate un descanso, una ducha con agua caliente, mi habitación tiene un jacuzzi, me gustaría volver a ofrecértelo, yo leeré tu investigación, entre otras cosas.
—Me parece que estaré invadiendo su espacio personal, pero la idea es tentadora.
—Considéralo un pago por mi falta de compromiso con tu proyecto ¿Qué dices?
—¿Me va a costar?
—No mucho, espero ¿Qué tal, ser mi acompañante el viernes? Tu alejarás a las personas de mi, eres muy bonita, no tendrás problema con captar la atención.
—¿Me estás ofreciendo como carnada?
—Eres muy lista, seguro te los podrás quitar de encima con agilidad, a mi no me gusta la prensa.
—Entonces no acepte periodistas.
—Pero ¿Cómo tendría escándalo si no es con periodistas?
La habitación de Raimond era sin duda increíblemente lujosa, poseía espacio sin igual, pero lucía bastante sucia, las superficies de los muebles incluso tenían capas de polvo bastante gruesas, había ropa de días en el bote de la ropa sucia, semanas quizás. La cama era enorme, con un diseño clásico, que seguramente era muy popular en los años 80, había un armario abierto de par en par y revuelto, al parecer Raimond se había pasado varios minutos buscando algo limpio y agradable para ponerse, en su calzado figuraban distintos pares de zapatos de gusto exquisito, todos ellos conservados casi en perfecto estado, la decoración era escasa, pero destacaban un cuadro de picasso, seguramente adquirido en una ridícula suma de dinero, unos discos de edición especial de varias bandas de rock, algunos de jazz, y un librero con algunos tomos de lo más curiosos, literatura por puro gusto, nada científico, sonrió internamente al notar un libro de Hemingway, no se atrevió a tocar nada, aunque recostarse y saltar en la cama era tentador, dejó sus pertenencias sobre una mesita de noche e ingresó al baño, dentro todo estaba en perfecto estado, una hoja de afeitar estaba en el lavamanos, de las antiguas, notó el marcado gusto de Raimond por las cosas anteriores a su época, el jacuzzi era pequeño, para un par o dos de personas, pero era suficiente para relajar los tensos músculos de Vanessa, el agua estaba tibia, agradable, tenía acceso a un aparato de música y a una televisión, le provocó encender algo de música, así fue como se sumergió en si misma, disfrutando el contacto con el agua.
Aquel hombre representaba una caja de sorpresas, Vanessa lo supo cuando salió a cambiarse, sobre el buró del otro lado de la habitación había un objeto muy peculiar, distinto a lo que Raimond manejaba, se trataba de algo tan humano y sencillo, un recuerdo, un recuerdo plasmado en una fotografía de una joven sonriente, Vanessa lo entendió, entendió porque Raimond aún con todo el dinero y el prestigio que poseía seguía haciéndole favores a la Universidad, la ex-esposa de Raimond era la directora, el no mentía, ni tampoco mentía cuando decía que le tenía aprecio, se les veía sonrientes recién graduados, medio despeinados y ojerosos, pero joviales y llenos de paz, en la foto se veía bastante más joven, pero con la sonrisa radiante que la caracterizaba, con la expresión dulce y comprensiva que siempre tenía hacia sus alumnos, Vanessa sintió nostalgia, para ella representaba más que una figura de autoridad, también representaba una especie de figura materna, de inmediato pensó en el cariño que Raimond le tenía, sintió algo de pena por la directora, sabía que ella merecía un final feliz, lo merecía de verdad, quizás más que cualquier otra persona que ella hubiera conocido, pero Raimond no parecía un mal tipo, quizás porque no le conocía suficiente.