El silencio de Raimond.

Acoso.

Raimond tenía razón, convivir con los paparazzis era un completo infierno. Los días siguientes se corrió la noticia de que el afamado científico había sido encontrado, montones de fotografos, cantidades enormes de fans y muchas personas con microfonos estaban rodeando la casa de Raimond ¿Cuándo se había vuelto tan famoso? El ruido era ensordecedor, una cosa impresionante, dificultaba la concentración, hacía las actividades cotidianas más molestas y dejaba a Raimond de muy mal humor. 

Para el tercer día, Raimond comenzó a cotizar el cercado eléctrico, a Vanessa de inicio le pareció una atrocidad, hasta que uno de ellos entró rompiendo una ventana. Tuvo que llegar la policía. Los muros traseros no habían impedido que entraran, y después de todo, la fachada anterior de la casa estaba desprotegida. Entraron un par de amantes, con camisetas, los mismos que los habían estado observando comer, y que reían desde afuera de las ventanas.

Les dieron prisión preventiva mientras descubrían si tenían antecedentes penales, los padres de los chicos aparecieron unos días después solicitándole a Raimond que retirara los cargos, él no lo hizo, pero ello trajo consigo que tuviera que viajar constantemente a la ciudad, retrasando la exposición de su proyecto. Los trámites lo agobiaban, y lo tenían volviéndose loco. 

Por años, Raimond se había ocultado, sabía que en algún momento sería encontrado, era cierto, pero percibía aquel momento como algo muy lejano todavía, pobre iluso, los fans siempre encuentran como localizar a sus ídolos. En otro momento, Raimond habría vociferado incansablemente hacia los fans, se habría enfadado de sobremanera y poco le habría importado la integridad física de aquellas personas, pero eso solo ocurría si Raimond estaba investigando, sin la presión de su investigación las cosas cambiaban, su personalidad se volvía más dócil, más apacible, más agradable.

—Debemos irnos de aquí, tengo una casa en la ciudad vecina, no es tan grande y el laboratorio no está tan equipado pero al menos tendremos algo de paz.—Raimond le hizo una mueca a Vanessa.
—O podemos negociar con ellos, dales lo que quieren, no serás noticia eternamente, es cuestión de que respondas algunas preguntas y te dejes tomar un par de fotos, es todo.
—Detesto las fotos, detesto las preguntas.
—Y detestas más a los paparazzis ¿No? Venga Raimond, no seas infantil, sal y déjate hacer, no puedes posponer la presentación de tu proyecto más tiempo, se te va la vida.
—Lo haré solo si vas conmigo.
—Que astuto, así la atención será desviada a mi.—Vanessa rodó los ojos.
—No puedo enfrentar esto solo.—Y Raimond sonó sincero.

Acordaron enfrentarse a la situación luego de comer, tomaron una ducha y se decidieron a salir a saludar a todas las personas que se habían congregado afuera, había casa de campaña, una hoguera, sillas y trapos para descansar, era un picnic gigante de intercambio cultural. A ella le dió risa.

Raimond estaba sudando frío, a Vanessa jamás se le hubiera ocurrido que su científico favorito fuera un hombre temeroso, Vanessa se sentía tranquila, los pasos de Raimond eran cortos, rígidos, y esto era solo saludando a la gente desde el balcón, Vanessa pensó que hacerlo conversar con los medios sería un suplicio, y en efecto, tenía razón. Raimond levantó la mano derecha, con la izquierda sostenía la de Vanessa, saludó a todas las personas, y poco faltaba para que aquella muchedumbre se abalanzara sobre él, las fotos se hicieron presentes de inmediato, Raimond apretó la mano de Vanessa con fuerza, ella se mantuvo inerte, el rostro de Raimond comenzó a relajarse, pero el ruido era abrumador, pocos minutos pudo estar enfrentando a los paparazzis, y luego tuvo que volver adentro, a la seguridad de su hogar.

Vanessa había ordenado pizza para todos afuera, había gente que llevaba ahí tanto tiempo que ella dudaba que hubiesen comido siquiera.
—Creo que debemos tratar de negociar, ellos no pueden estar ahí para el viernes, llevan varios días, estoy segura de que pueden resistir más.—Vanessa subió sus brazos hasta su cintura, dandose a si misma una posición autoritaria.—Y, doctor, si usted no levanta su gordo trasero de ahí para enfrentar su situación entonces yo lo llevaré a rastras hasta los paparazzis para que lo hagan pedazos.
—¿Mi, qué? —Raimon le sonrió extrañado.
—Lo que oyó, asi que venga. ¡Tiene que hablar con ellos!—Vanessa aumentó su tono de voz, haciendo a Raimond reaccionar.

Llegar a un acuerdo fue difícil, habían tantos paparazzis que hacer que estuvieran en sintonía era difícil, muchos trataban de dar respuesta a una u otra pregunta, por lo que evitaban a Raimond, peleaban entre ellos logrando una imagen triste y patética, pero todo mundo guardó silencio cuando Raimond sacó un megáfono, luego de un diálogo abrupto y grotesco entre todos los participantes se acordó que se le respondería una pregunta a cada paparazzi, que deberían ser preguntas concretas y sobretodo respetuosas, Raimond acordó por otra parte con las personas ajenas a los medios que iba a aventarles algunas de sus pertenencias, con esto luego se retirarían para no molestarlo por lo menos en seis meses, Raimond solicitaba un año, pero seis meses fue lo único que obtuvo, necesitó de mucho valor moral para deshacerse de sus cosas, incluso de las que menos significaban para él, como se trataba de fans tuvo que dejar ir objetos comunes, objetos suyos, desde el tercer piso de su casa lanzó al azar una almohada, una gorra, una playera y una corbata suya, objetos bastante peculiares, pero que definitivamente no iban a encontrarse en cualquier parte.

Vanessa salió a conocer a la gente, caminó entre el campamento improvisado que habían montado y que ahora levantaban, llevaba algunas fotografías de Raimond que había impreso y obligado a firmar. A la gente que iba de lejos, le obsequió algunas, las otras las repartió al azar, y un par le dió al presidente del club de fans, se tomaron muchas fotos con ella, le preguntaron sobre su experiencia viviendo en la casa, y si era cierto que había partes momificadas de civilizaciones antiguas dentro, ella lo negó, pero se divirtió mucho. Cantó un rato con los de la hoguera, y se dejó pintar el cuerpo con pintura vegetal roja, como los indios americanos. Saludó a los niños, y a algunos científicos que iban de traje y habían montado un campamento más estilizado, conversó con ellos un rato, hablaron de algunas investigaciones de Raimond, discutieron algunos términos de publicación, y otras cosas interesantes. Cuando se fueron, agradecieron la compañía de Vanessa, aunque lamentaron no poder conversar con Raimond. Ella les invió a su exposición en la Universidad, donde aseguraba que él estaria. Aceptaron gustosos.



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En el texto hay: asesinos, caos, amor

Editado: 27.10.2020

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