El silencio de Raimond.

Problemas.

Raimond ingresó triunfal a un auditorio lleno de gente, fue recibido con aplausos ensordecedores tan pronto lo hizo, iba acompañado de Vanessa, quien se veía inmensamente hermosa, en primera fila estaban Aida y Cristina sonriendo, sentadas de forma elegante, sus rostros le proporcionaban a Raimond mucha paz, mucha fuerza para hablar al público.
En medio del público estaba Annie Stevens, la directora de Fylinch, le dedicó una sonrisa a Vanessa, luego enfocó su mirada en Raimond. Cuando Raimond le dijo a Vanessa que no la amaba, que solo le tenía cariño ella evidentemente no le creyó, pero, al notar como él le veía, con una sonrisa radiante por volver a verla, en lugar de una mirada de arrepentimiento por dejarla ir finalmente se dió cuenta de que Raimond no mentía.
Y el espectáculo comenzó, el auditorio a pesar de estar lleno de científicos alzaron la voz gritando, vociferaban por todas partes emocionados, Vanessa jamás se imagino que aquel proyecto le causara tanto grado de excitación a personajes tan serios.
—¡Buenas noches estimados colegas! Y la verdad es que hoy son realmente buenas, muchos de ustedes han tratado de contactarme en la espera de conocer alguno de mis progresos, como científico e inventor es siempre necesaria la versatilidad del objeto de estudio, he trabajado en biomédica, medicina humana, biología, robótica, física cuántica, hoy, señores, y señoritas, les he traido uno de mis más grandes proyectos, algo que revolucionará nuestra percepción de la vida. Siempre tratamos de obtener más y más avances, está en la naturaleza humana.—Raimond caminaba a través del escenario como si se tratase de su hogar, mostraba confianza, alegría, determinación.—Así que, permítanme mostrarles mi nuevo juguete.—Raimond sonrió, el discurso había conseguido captar la atención del público.
Se trataba de una especie de cáliz, debajo del cual se encontraba un ostentoso armamento, era tal el tamaño de aquella máquina que el doctor se veía diminuto.
—Dicen que solo Dios puede crear materia a partir de energía, que para los simples mortales lograr obtener energía a partir de materia es lo único a lo que podríamos aspirar, se habla de infinitos proyectos intentando modificar esta realidad, millones invertidos en proyectos alrededor del mundo, vaya tontos que hemos sido al tratar de desafiar a las leyes naturales.—Raimond caminaba alrededor de su máquina encendiéndola.—Pero la ciencia queridos míos, es la cosa más maravillosa creada por el hombre, nos permite encontrar respuestas, nos permite entender cosas, hacer reconocible nuestro mundo para nuestras mentes.—Esto es similar a una máquina de cualquiera de las fábricas actuales, incluso tiene parte del tamaño, pero ¿Cuál es la diferencia?—Raimond accionó su artefacto con dificultad.—Yo voy a crear materia a partir de energía.
Y el auditorio estalló en gritos, se trataba de gritos emocionados que sonaban como una multitud en un concierto, aunque ahí solo habían alrededor de 100 personas. La máquina desprendió luces, se calentó, tronó y finalmente en el cáliz Raimond pudo ver el fruto de su arduo trabajo, el propósito de la máquina se había cumplido, Raimond logró crear un gramo de carbono, en base a energía eléctrica.
—Lo mejor.—Comenzó triunfal.—Es que puedo crear cualquier elemento de la tabla periódica.
El público comenzó a abrazarse entre sí, el fervor era intenso, no solo representaba un logro para Raimond, lo representaba para toda la humanidad.
La exposición había sido un éxito total, Raimond le obsequió a cada uno de los asistentes un extenso instructivo de uso, con cada cosa que él había descubierto detalladamente, en este gran cúmulo de hojas se encontraban las características de la máquina, que tipo de energía combinar para crear cada elemento, por ejemplo, al combinar energía solar y eólica conseguía hierro, así un sin fin de opciones, sus colegas llevarían la tarea de dar a conocer su logro al mundo, Raimond lo sabía, se sentía tranquilo.
La cena avanzó con calma, muchos de los presentes no habían comido en todo el día debido al viaje, Raimond siempre cuidaba esos detalles cuando presentaba sus proyectos, además de la gran cantidad de comida, había ordenado postres, bebidas, en general todo lo que se necesitara para que sus invitados estuvieran cómodos, a pesar de que Raimond gozaba con la presencia de aquellas personas, se despidió dejándolos como si se tratara de sus personajes de mayor confianza.
Junto con él, entendiendo que no tenían nada más que hacer en aquel lugar, se despidieron Aida y Cristina, muy pocos minutos después también Vanessa, el pasillo estaba a oscuras, como era habitual en esa casa, Vanessa quería buscar a Raimond para agradecerle por la oportunidad de presenciar su exposición, pero no lo encontró por ninguna parte, a pesar de que pocos minutos tenía de haber salido.
Antes de acostarse, Vanessa fue hasta la cocina, buscaba un vaso de agua para su mal hábito de levantarse y beber por la noche, siempre a media noche, sin importar el día ni la situación, y luego tenía que levantarse por la mañana con ganas de ir al baño.
Cuando regresaba por el pasillo se encontró con un joven científico, al parecer era su primera vez observando un proyecto de Raimond, la situación era divertida, el joven hombre estaba emocionado, incluso quizás, más que el propio Raimond.
En el camino del pasillo, el hombre le relataba cada una de las emociones que sintió, su vida, obra e incluso también de que trataba el proyecto de Raimond, como si ella no pudiera leer el libro, la compañía de aquel chico le hubiera sido grata a Vanessa de no ser porque se encontraba ebrio, si vas a ver una exposición de un famoso científico, luego te invita a comer, te da su confianza y todo lo que necesites no te emborrachas, es el pago mínimo por todo lo que se ha hecho por ti, el respeto a la casa del hombre.
Fue entonces donde Vanessa pensó que aquel chico la consideraba atractiva, y rió ante la imagen graciosa en su mente de ella gustándole, porque si le gustaba a las personas, pero solo físicamente, cuando el cariño evolucionaba a otro tipo, ella comenzaba a abrirse emocionalmente, mostraba su forma de pensar, en que creía, en que no, el resultado era que nadie se quedaba, nadie quería conocerla a fondo, y el hombre no fue la excepción.
Vanessa desconocía la lista de Raimond, y de haber sabido quienes eran los invitados, de haber sabido que aquel hombre no estaba entre ellos, habría llamado a Raimond de inmediato, se llamaba Fred, originalmente era un fan de Raimond, pero la joven Vanessa le pareció tan atractiva que tenía que poseerla.
Y cuando ella se negó a dejarlo pasar a su habitación, entró por la fuerza.
Los minutos se hacían eternos, Vanessa tenía la boca tapada, imposible que alguien le escuchara, menos en aquella inmensa casa, las manos fuertes de Fred no le permitían gritar, su cuerpo sobre el de ella no le permitía moverse.
Fred apretó sus muslos, luego comenzó a levantarle el vestido a Vanessa, los esfuerzos por solicitar ayuda eran cada vez más en vano, cada vez debilitaban más a Vanessa, la rabia, el coraje y la impotencia emanaban por cada poro de su piel, la mano libre de Fred maltrataba sus pechos, no solo apretándolos, también los pellizcaba y golpeaba.
Ante la dificultad de tocar a Vanessa, a Fred se le ocurrió la brillante idea de usar su boca, haciendo de aquel episodio algo aún más traumático para la joven, la saliva de ese asqueroso hombre comenzaba a cubrir las partes más susceptibles de Vanessa, Fred mordía, chupaba y lamía ferozmente todo por donde pasaba, no solo sería el recuerdo de la violación, Vanessa también conservaría las marcas, todas y cada una de ellas. La mano de Fred llegó hasta el medio de sus piernas, a pesar de que Vanessa las apretaba Fred pudo hacerse con meter su mano dentro, la ropa interior de Vanessa estaba húmeda, ella se maldecía internamente, sabía que algunas víctimas de violación llegaban a sentir placer mientras eran tocadas, y odió a su cuerpo inmensamente por ser una de esas chicas, mentalmente se cuestionaba si había hecho alguna cosa que mereciera tal castigo, si alguna vez hizo tanto daño como para que le fuese devuelto. Los insultos de Fred golpeaban los oídos de Vanessa, eran de lo más vulgares "Mi puta" "¿Quién diría que serías tan zorra?" "Te encanta la verga ¿Verdad pedazo de mierda?" "Estás húmeda, perra" en los momentos en que Fred la soltaba tenía que decidirse entre suplicar o pedir ayuda, ninguna de las dos opciones tenía mucho sentido, pero ella quería intentarlo, Fred finalmente soltó la boca de Vanessa, necesitaba ambas manos para culminar su cometido, Vanessa gritó tan fuerte como pudo, y una bofetada estalló en su rostro, pero no podía rendirse, gritó nuevamente, cualquiera que la hubiera escuchado sabría que aquel grito era tan desgarrador que penetraba en el corazón, te hacía sentir con miedo, expuesto. Las manos de Fred trabajaban rápido, consiguió quitarle el vestido a Vanessa, cada vez que ella trataba de luchar la golpeaba, cada vez con más brutalidad, Fred comenzó a desnudarse, poco a poco lo conseguía, y todo habría sido excelente para Fred, de no ser porque escupió a Vanessa en la cara, los pensamientos surgieron, nadie iba a ayudarle, ni Raimond, ni Aida, ni Cristina, había nacido huérfana, había logrado todo sola, y sin importar cuanto gritara, nadie estaría ahí para ella, eso fue todo lo que necesitó, saber que ella era la única que podía salvarse, que necesitaba reunir todas sus fuerzas, sacar a una bestia interior y afrontar su situación.
Fred la había desnudado finalmente, y pasaba su pene por las piernas de Vanessa mirándola con lascivia, ella lo empujó tan fuerte como pudo, corrió hacia la puerta, abrió aún con sus dedos temblorosos, y emprendió una travesía que le pareció eterna hasta la habitación del fondo, en busca de Aida, esperando la ayuda de Cristina, daba igual si no vestía absolutamente nada, Vanessa se concentró en salvarse, gritaba por el pasillo esperando que alguien la oyese, corría haciendo un esfuerzo sobrehumano, sus piernas, pechos, brazos, manos y rostro dolían, había algunas partes en las que además del dolor, sangraba.
Fred venía tras de ella, Vanessa golpeó la puerta de Aida y Cristina esperando ayuda, pero Fred la atrapó, tapó su boca, luego comenzó a llevársela a rastras de regreso hasta la habitación.
Un ruido sordo de un arma recién disparada sonó, el agarre duro de Fred cedió de inmediato.
Raimond.



#11026 en Thriller
#6210 en Misterio

En el texto hay: asesinos, caos, amor

Editado: 27.10.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.