El silencio de Raimond.

Vacío.

Cuando Raimond volvió a casa esa noche, Vanessa ya no regresó con él, había ganado el concurso, conseguido lo suficiente para hacer tres más de sus máquinas, la posiblidad de hacerlo en el instituto y alguien le había comprado el primer proyecto, a un precio bastante bueno, cualquiera diría que Raimond se sentiría orgulloso, no era así, la extrañaba con cada neurona que tuviera, quería decirle que volviera a casa con él, que si quería iba a pagarle su invento, buscarían un comprador para aquella maravilla, e incluso el mismo ofrecería el invento con sus primeros financiadores.
Pero estaba ahí, en medio de aquella casa, solo, vacío.

Por otro lado, Vanessa estaba profundamente satisfecha, completa, finalmente vendría su tan preciada oportunidad, había vendido su invento por varios miles, una institución de salud le había solicitado uno por un buen precio, tenía que dejar uno a la Universidad y el otro lo subastaría, todo parecía ir de la mejor forma, le había demostrado a los presumidos hijos de papá que ella era mejor que todos ellos, que poco importaba el recurso si no se tenía el ingenio, se sentía tranquila, estable, sentía que finalmente estaban sabiéndole las cosas bien.

Era complicado ser alguien de renombre tan rápido, para lograr algo realmente bueno debía forjarse un nombre, ella lo sabía, y la molestaba enormemente, no porque su investigación fuese mala, o porque se sintiera inferior, formar una imagen de si misma para proyectarle al público era difícil, tenía que ser interesante, enigmática, fría o tímida, no había más, no conocía a un solo científico que no entrara en esas condiciones, lo que era una situación bastante triste.

¿Cómo uno puede ser distinto en un mundo donde todos encajamos en algún tipo de personalidad? Nadie es único del todo, habrá siempre diez mil personas pensando como tú, eso Vanessa lo sabía, le dolía, la atormentaba.

El desarrollo de su proyecto fue sencillo, con la subasta había conseguido suficiente para pagar dos meses de renta de su departamento, comprar una buena despensa y algo de ropa para asistir a los lugares donde su repentina fama la requería, era poco, pero ciertamente era más de lo que alguna vez pudo imaginar, no la liberaba de su trabajo, pero le daba comodidad.

Poco se relacionó con sus ex compañeros mientras trabajó, y aún menos después de que hubiese terminado, la situación cambió cuando firmó un contrato con una compañía para la producción en masa de su trabajo, era simple, pero efectivo, le pertenecerían a ella los derechos y el 5% de las ganancias de cada uno de los dispositivos, que tomando en cuenta el costo de producción, era una cantidad bastante más grande de lo que Vanessa esperaba, así poco a poco sus compañeros fueron llegando a su casa tratando de obtener algo de ella, todos con distintos motivos, por supuesto, algunos iban desde financiamientos, préstamos económicos, asesorías o conversaciones simples sobre como colocarse con una empresa de renombre, pero todas aquellas visitas tenían una cosa en común, interés.

Vanessa desconocía la situación a la que Raimond se veía constantemente expuesto hasta ese momento, pensaba con frecuencia en todo el miedo que el tenía cuando los paparazzis le encontraron. Porque Raimond también había sido retraído, quizás odiado, pero brillante, y como Vanessa, también había experimentado que todo mundo quisiese relacionarse con él por puro interés, a Vanessa aquella conducta de la sociedad le repugnaba, estas mentes tan vacías buscaban nada más que vaciar a las otras, a las mentes jóvenes, libres, majestuosas. Pero aquel mundo era en el que le había tocado vivir, lleno de egoísmo, de falta de afecto, de personas cuyo mayor propósito en la vida es llegar alto, sin importar lo que esto implique, sin importar a cuantas personas pisoteen a su paso, y encontrar personas que valieran la pena era el más difícil de los trabajos, presentaba la mayor de las complicaciones, y entonces Vanessa lo supo, supo que a aquella persona la había encontrado, supo que era Raimond, que el estaba sufriendo también, que el también había pasado por lo que ella estaba pasando, supo entonces que aquel hombre no era solo envoltorio, no era solo un corazón vacío, que si ella le buscaba, le explicaba lo que pasaba y le pedía ayuda, el entendería, porque su alma era pura.

Nunca supo Vanessa en que momento se vio a si misma corriendo a casa de Raimond a mitad de la noche, tampoco se percató de cuanto había bebido para hacer aquel acto tan inconsciente, pero su situación actual no le permitía quedarse a pensar, necesitaba calidez, calidez de unas palabras reconfortantes, y quizás de una taza de chocolate caliente. Sus pies comenzaban a doler mientras se adentraba en la espesura del bosque, desde el incidente con los paparazzis, Raimond no volvió a apagar las luces, por lo que era fácil identificar la casa iluminada, el sereno de la noche comenzaba a humedecer la ropa de Vanessa gradualmente, los ruidos la hacían estar alerta, así como también hacían que su adrenalina siguiera aumentando, sus pasos eran torpes pero concisos, el sudor comenzaba a escurrir por su rostro, los efectos del viaje se intensificaban con el alcohol en su sangre, ella lo sabía. Cuando finalmente llegó a la puerta de Raimond estaba cansada, su cuerpo estaba preso de la agitación del viaje, sudaba y estaba llamando con energía la puerta, nadie abrió al primer llamado, ni al segundo, ni al tercero, Vanessa pensaba que tenía toda la noche para llamar, pero no tenía conciencia de que era de madrugada, el frío quemaba, Raimond estaba en un sueño profundo, lejos de toda molestia, y Vanessa esperó ahí pacientemente, llamando aún a la puerta, constante. Dos horas después, cuando el llamado a la puerta había dejado de ser tan insistente, y ahora era más bien un movimiento mecánico Raimond despertó, tenía la boca seca, seguramente por su pesadilla más reciente, y cuando bajó a la cocina por agua fresca escuchó la puerta sonar, sintió miedo, por primera vez en años. Pero era un hombre que había vivido solo por largo tiempo, y esa no era la primera vez que alguien llamaba  su puerta, así que observó por la mirilla de la puerta, y al abrir no pudo contener su sorpresa.



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En el texto hay: asesinos, caos, amor

Editado: 27.10.2020

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