Raimond no era un asesino, trataba de repetirse para si, a sabiendas de que aquello de ser cierto, era su única posibilidad de salir con bien de allí.
Luego de unos minutos en aquella tensión Raimond le extendió una mano a Vanessa para ayudarla a levantarse, su enojo había sido desplazado por curiosidad, Vanessa estaba ahí dentro del laboratorio, no se había ido, había visto todo, Vanessa era ahora, cómplice del doctor y aquello lo hacía sentirse en extremo satisfecho.
Cuando uno piensa en un psicópata, lo imagina de ojos locos, andando de un lado a otro de la sala, perdido en su mundo, haciendo todo tipo de cosas que nos parecen repugnantes, e inhumanas, no se lo imagina con una bata blanca, dentro de una bella casa, en un gran laboratorio, y tampoco se lo imagina como una bella joven de cabellos rojos.
Esa noche, Raimond percibió en Vanessa un brillo en los ojos que nunca había notado, se veía a si mismo reflejado en la joven, se veía deseoso de conocer, deseoso de entender todo cuanto pudiera.
Un café fue lo que Raimond le propuso a Vanessa para hablar de aquella situación, aunque confundida, ella aceptó.
—Si su plan es convencerme de no ir a la policía, no lo hará, a menos que los saque de ahí.
—Los hice firmar su consentimiento, tengo pruebas de que estoy trabajando bajo la ley.
—Miente.
—¿Quieres una copia? K414 tiene muchísimas, te imprimirá una si lo solicitas.
—Por favor.
—Entonces, ahora que sabes que lo hago bajo la ley... ¿Quieres trabajar conmigo?
Vanessa se sorprendió ante aquella propuesta, de ser cierto que poseía el consentimiento, no había nada que temer, solo a sí misma.
—No es tan sencillo, Raimond.
—¿Ahora nos tuteamos? ¿Como colegas?
Vanessa se ruborizó, ciertamente deseaba ser colega de Raimond más que muchas cosas, pero todavía no se sentía a la altura.
—Te percibo muy pensativa, pero de no necesitarte, no te invitaría, los he visto, han recuperado peso, e incluso color en sus mejillas.
—Solo es cuestión de que los alimente, y les aseé un poco.—Vanessa torció la boca.—Es una vergüenza la calidad de vida que tienen.—Vanessa pasó sus manos por su cabello, en señal de frustracción.—Mi carrera aun va despegando, no quiero condenarla tan pronto, si fracaso, y la investigación se conoce, estaré arruinada, usted, Raimond, tiene prestigio, lo único que tengo yo es un premio de la universidad, nada más.
—Señorita Hills, dígame algo ¿Alguna vez me ha visto fracasar?
Vanessa guardó silencio un momento, tratando de recordar.
—No, nunca ha fracasado.
—Asumir que nunca lo he hecho, porque no lo ha visto, es estúpido, de hecho, señorita, he fracasado más que cualquier persona que conozco.
—Estará bromeando.
—K414 ¿Puedes darme acceso a mi carpeta privada?
—Necesito su confirmación con el código de acceso.—K414 desplegó delante de Raimond y Vanessa, una proyección que solicitaba un código.
—Voy a dictartelo mentalmente, la señorita no tiene porque conocer más de lo que quiero mostrarle.
K414 comenzó a escribir, puntito tras puntito una clave, Vanessa estaba atenta, buscando algún indicio de lo que era la clave, luego el archivo se abrió.
—Escoge una carpeta, la que quieras.
—Tercera de la segunda fila, por favor.
Y el cúmulo de información se desplegó delante de ellos.
Las fechas de los archivos de video databan de unos 12 años atrás, en ellos se podía ver a un Raimond más joven sonriendo delante de la cámara antes de comenzar a explicar de que se trataba el proyecto, los videos tenían diferencia de tiempo de dos o tres semanas entre ellos, el último video se titulaba "proyecto 23.B temporalmente en pausa"
—De hecho, hay un proyecto 23.A ¿Sabes?—Raimond le sonrió satisfecho.—Y un proyecto 23.C, que tampoco ha funcionado, suelo retomarlos luego de algunos años, acostumbro adquirir mayor conocimiento con el paso del tiempo, por ello he logrado sacar adelante muchos proyectos que anteriormente habían fracasado.
—Desconocía esa información.—Vanessa le devolvió la mirada, sorprendida.
—Es complicado, creo que eres la única persona a quien le he contado, era un secreto que planeaba llevar a la tumba, pero viendo que te desenvuelves bien en este ámbito, y que por lo visto puedo confiar en ti, quizás puedas seguir mi legado cuando todo acabe para mí, nada me gustaría más en este mundo que saber que todos mis proyectos han de triunfar, que podré darle todo lo que conozco a las nuevas generaciones, que mi trabajo quedará en la historia y será pauta para un futuro brillante, prometedor, Vanessa, yo amo mi trabajo más que a nada en este mundo.
—Vocación, le dicen.
Raimond se hechó a reír, Vanessa le secundó en un momento de ligera euforia.
Se vieron a los ojos un momento, expectantes.
—Piénselo, no tiene que responder ahora, pero tengo la certeza de que hará lo correcto.
—Si me rigiera por principios, doctor, jamás habría entrado en su casa, para empezar.
—Estoy consciente de ello, lo noté con su proyecto para la Universidad ¿O es que ya lo ha olvidado? ¿Olvidó lo cruel que fue su investigación?
—Dígame ¿Qué gano? ¿Qué gano metiéndome en esto? ¿Qué gano con hacer todo este trabajo? ¿Qué?—Vanessa se levantó de su silla, dispuesta a retirarse.
Un silencio se apoderó de la sala, K414 desapareció de inmediato al notar la tensión que existía entre los dos científicos.
Los segundos pasaron, Raimond le sostenía la mirada a Vanessa, nadie estaba dando su brazo a torcer, pero cuando Vanessa comenzó a caminar a la salida, finalmente Raimond se llenó de valor.
—A mi.