—He pensado en lo que me dijiste.
Raimond leía a Gustave Flaubert, despegó sus ojos del libro, para mirar a Vanessa, había salido del trance.
—¿En qué has pensado, exactamente?
—En tu propuesta de mudarme aquí.
—Ah, eso.
—Si, eso ¿Sigue en pie?
—No me molesta tu compañía, de hecho, hasta me caes bien, la casa es grande, no tengo problema con que te cambies.
—Llevo pagando el departamento desde hace mucho, el dinero en mi tarjeta va menguando, ya sabes a que me refiero, al menos lo que dure la investigación.
—¿Cuándo piensas mover tus cosas? ¿Sabes que puedo comprar el departamento, verdad?
—No se trata de comprar o no el departamento, Raimond, quiero mudarme aquí, contigo, nosotros.
—Pudiste empezar por ahí.
—No me gusta dar mi brazo a torcer, lo sabes.
—Has cedido mucho conmigo ¿Qué es un poco más?
Vanessa torció los ojos.
—¿Quieres que contrate a alguien para que limpie la casa?
—Creí que te gustaba tener herméticas tus formas de vida, y tus cosas.
—El laboratorio era mi santuario, y también lo has invadido.
Ambos rieron.
—El punto es, que no quiero, no es como si ocupemos la casa, y justo ahora, y creo que por un rato bastante largo prácticamente vivimos, y viviremos en el laboratorio.
—Me alegra saber que prefieres que sigamos así.
—Me preocupan los medios ¿Has pensado en todo lo que dirán cuando sepan que estamos juntos?
—Que eres una arpía resbalosa preferente de ancianos.
—Venga, que mejor no lo hubiera podido decir, pero no eres un anciano.
—Las revistas de divulgación científica de cuarta te van a comer viva, es más, yo creo que fácil te hacen un análisis haciendo alusión al complejo de Edipo, y para ser honesto, me preocupa más lo que dirá Aida.
—¿Qué puede decirte? Es tu mejor amiga, va a aprobarlo, creo.
—Es complicado, he creído que Aida siente algo por mi, a veces lo noto.
—Claro, porque todo mundo quiere salir contigo, solo mírate ahora, no te has bañado en dos días y traes la barba más larga que Moisés vagando en el desierto.
—Si tú quisiste salir conmigo, no tengo límites.
Vanessa frunció el ceño
—Quiero dejar la investigación, le tengo cariño, es cierto, pero quiero dejarla, he estado pensando en un nuevo proyecto, y quiero llevarlo a cabo, pero la investigación perturba mis pensamientos.
Y la burbuja de amor y proyección futura se había roto.
—No voy a obligarte a nada.
—Está tomando demasiado tiempo, no puedo parar mi vida por esto, lo sabes.
—No voy a obligarte a nada, lo sostengo, puedes entrar o salir del proyecto en cuanto quieras
—Estoy lista para salir ahora, solo salgo del proyecto, no voy a irme, no lo tomes personal.
—No se que esperas que haga, es como si despreciaras mi trabajo por "lento".—Raimond simuló las comillas con sus manos, haciendo reír a Vanessa.
—Tengo una idea, y sabes como es esto, si la dejo ir ahora, quien sabe cuando vuelva.
Raimond torció los labios en una mueca. Pero no se habló nada más, Vanessa había tomado una decisión, respetarla era lo único que Raimond podía hacer por ella.
Raimond nunca dejaba que sus problemas personales causaran algún tipo de problema en su vida laboral, y ese día, cuando los sujetos A y B pronunciaron el primer «Te amo» supo que ahora las cosas irían solo cuesta arriba, con o sin Vanessa, que la primera parte del experimento se había cumplido, que solo faltaba el trabajo divertido, explorar los límites.
Y esa noche mientras la joven dormía tranquilamente en su habitación, Raimond compró un boleto de avión para unas merecidas vacaciones, le dejó una nota a Vanessa y le dijo que volvería tan pronto le fuera posible, que cuidara a los sujetos A Y B, que necesitaba algo de aire fresco, y que lamentaba que ella estuviera tan metida en su nueva investigación como para celebrar aquel enorme suceso con él.
El vuelo duró doce horas, había cruzado todo el mundo para descansar en una pequeña Isla privada de uno de sus colaboradores, estaría dos semanas, lo suficiente como para recuperar el aliento, el deseo de continuar con su experimento, y lo suficiente para prepararse psicológicamente para todo el montón de miseria y dolor que le causaría los seres humanos que tenía en cautiverio, porque hasta el científico más frío tiene algo de calidez en lo profundo de su corazón, y con el sentimiento fuera de su piel, con el sentimiento externado de su corazón gracias a Vanessa, entendió muchas cosas.
Ciertamente jamás se había sentido tan completo, Vanessa había llego a revolucionar toda su historia, no había sentimiento de abandono, ni sentía a su niño interior roto, estaba reparado, cada cicatriz en su alma había sido sanada, y experimentó tanta paz esas semanas, que decidió tomar la decisión que iba a cambiar su vida, iba a pedirle matrimonio a Vanessa, ya no tenía miedo, ni serían palabras vacías, sus años de sufrimiento habían terminado, se había enamorado, y el sentimiento era tan cálido que lo elevaba por los aires haciéndole invencible, convirtiéndolo en lo que siempre había detestado ser, un soñador, pero estaba bien, de hecho, estaba increíble.