El silencio de su andar

Capítulo 4

¿Los animales detectan malas vibras de la gente?

No tengo idea, no hay nada que lo confirme científicamente en realidad.

Pero me gusta creer que si, por lo mismo que viví con mi dulce mascota.

Conforme crecí, nuevas personas llegaron a mi vida. Muchas de ellas llegaron a pasearse por mi casa, y por lo tanto encontrarse con mi perro. Y ella, a pesar de ser un ser que lamía a todos por igual, y no mordía o atacaba directamente, si llegó a demostrar su desagrado por algunos individuos. No dejando tocarse, yendose cuando le hablaban, orinandose en sus cosas, o ponerse detras de mí. Y en caso de que fuera a protegerme, se ponía cerca mio y lloraba. Eso, o como niño chiquito, corría por mi mamá y le lloraba hasta que ella se acercara a "Cuidarme".

Creo que notaba cuando querían dañarme, porque siempre pasaba algo con esas personas en un punto.

Y aunque, me gusta la idea de que te identifiques con esta historia, mi querido lector, preferiría que no lo hicieras en los aspectos problemáticos, tristes o tóxicos, como es el caso de este capítulo en particular.

Resulta, que en la adolescencia, conocí manzanas podridas. Manzanas llenas de hongos, que si se colocan a lado de una manzana sana, la contaminan.

Yo era esa manzana dulce que estaba por ser llena de hongos.

Entre a preparatoria, y tome a malos amigos como comienzo. Gente que veía normal alcoholizarse, drogarse, autolesionarse, o engañar a sus respectivas parejas. Y obviamente como cualquier relación mala, no se presentaron así.

Comencé a dejarme llevar por la presión que ese grupo impartía en mi. Pero todo empeoró cuando conocí a esa persona en particular. Persona que para recalcar, mi perro olió su aroma proveniente de mi, una sola vez en su vida, y ni si quiera se me quería acercar, hasta que me bañe.

Creo que esa debió ser la primera bandera roja.

Cuando conocí a esa persona, me sentí atraída por lo que nosotros ahora conocemos como:

Love Bombing

Tantas manzanas podridas de amigos, comenzaron a dañarme, al punto de hacerme creer con ellos que eso no era love bombing, sino amor verdadero.

En aquel inicio de todo, era pandemia por COVID-19, así que supongo que el caer redonda fue aún más facil, debido a que no estaba conociendo realmente a ese individuo.

Ya conocen ese tipo de historia.

Todo es amor al inicio, una vida dulce, tanto que te empalaga. Incluso cuando se regreso a clases y ya manteníamos una relación emocional fija, estaba tan supuestamente "estable", que asustaba lo rapido que avanzaba todo. Pero yo no lo veía así. Pues me creía las mentiras de mis dudosos amigos y ese ser.

Yo ya no estaba tan seguido en casa, y comence a ignorar a mi perro. Comenzando a provocarle ansiedad también. Y no saben cuanto arrepentimiento de ello tengo por eso.

Esa persona, con el tiempo, comenzó a maltratarme, mostrando lo que realmente era, haciendome creer que la depresión era algo normal. Algo que yo debía tener igual. Obligandome a curar lo que sea que tuviese, porque si no le consolaba cuando quería, otra persona más lo haría en mi lugar.

Esa persona comenzó a destruir lo que yo ya había logrado crear con mucho esfuerzo.

Pues no solo mi perro fue el único ignorado, sino tambien mi mamá, mi papá, los amigos que si lo eran por intentar sacarme de ahí. Todo se fue en picada desde aquel entonces. Llegando al punto que cuando yo me aleje de las manzanas podridas, esa pareja se empezó a juntar con ellos, aún cuando le hablaban mal de mi, le coqueteaban, o le decían que me dejará por que yo era el problema.

Y santo dios, que estúpida fuí por no dejarle irse, por rogarle que no se fuera, todas esas veces que me amenazo con hacerlo.

Yo ya no quería vivir, para ser honestos.

Mis calificaciones bajaron por darle mi tiempo, mis amigos desaparecieron por no escucharlos, mis padres dejaron su confianza y ahora una brecha de distancia nos dividía. Los profesores reportaban mi aislamiento y en vez de ayudarme me culpaban cada día más por ello. Y sobretodo, los psicologos de mierda de esa escuela, solo me dañaban más en vez de ayudarme.

No importaba cuanto le pidiera a dios que me ayudase, por que él no me podía ayudar. No porque fuera malo, ni porque ya no existiera en mi vida, ni mucho menos porque no estuviera ahí, sino porque aunque dijera que quería terminar esa relación, yo, con mi propia habilidad de decidir, realmente nunca me iba. Y por más formas directas en las que él me quitaba a esa persona, yo me iba a meter de nuevo. Y era un cuento de nunca acabar.

Cada día mi vida se deteoraba más. Todos se alejaban de mi, excepto nuevamente ese mismo ser.

Mi perro, quien por más que descuidaba bañarla, o jugar con ella, seguía ahí. No me dejaba, no se iba. Aún cuando la tristeza me consumía y dormía por horas, ella se recostaba a mi lado. Siempre en mi estomago, o en mis pies.

Cuando más lloraba, y supongo ella percibía, se colocaba en mi almohada de a lado, acostada en bolita, poniendome su carita cerca de la mía. Yo colocaba mi mano sobre su espaldita, sintiendo su respiración y su cuerpo subir y bajar. Y creanme, que eso era lo que más calmaba mi llorar.

Lastimosamente, estuve así durante 3 años. Termine con esa persona mucho después. Pero yo creo que la relación ya se había quebrado totalmente a partir del segundo año. Y eso fue, cuando me incistía una y otra vez, en dormir a mi mascota, por que ya era viejo, y porque le quitaba tiempo de mi atención.

Gracias a dios, empece a odiar la relación de alguna forma, donde poco a poco me iba distanciando. Más que nada porque incluso ya era consiente de las múltiples infidelidades, insultos, golpes, y demás violencia. El problema es que, cuando yo me aleje, volví a priorizar a mi perro, reanudando sus medicamentos, baños, juegos y nuevos alimentos. Haciendo que esta persona se molestara porque yo quisiera irme antes, o detalles así. Lo curioso es que también tenía mascotas, y yo entendía cuando las priorizaba, o ponía de excusa para dejarme plantada (Y realmente irse a otra cosa que nada que ver).




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