La figura encapuchada emergió de las sombras, revelando un rostro marcado por cicatrices y ojos fríos como el hielo.
—Me llaman Kael —dijo con voz firme—. Soy el guardián de los secretos olvidados, y he venido para asegurar que el ciclo no sea roto.
Mientras tanto, Eliah y los demás continuaban sus preparativos, sin saber que Kael ya había comenzado a infiltrarse en sus filas, sembrando dudas y desconfianza.
Pequeños malentendidos y sospechas comenzaron a crecer entre ellos.
Ilyana encontró mensajes crípticos en su amuleto, señales que no había visto antes.
Nahl sintió que alguien los observaba incluso en los momentos de calma.
Anwen, aunque fuerte, empezó a cuestionar sus propias decisiones, preguntándose si realmente podrían confiar en todos.
Kael disfrutaba viendo cómo la tensión crecía, sabiendo que la verdadera batalla no era solo contra la Corrección, sino contra el miedo y la traición.
—Para romper el ciclo —susurró para sí mismo—, primero deben romperse entre ellos.
El silencio del Cuervo Carmesí se volvía aún más oscuro, y la lucha por el destino apenas comenzaba.