La pelea con Kael se intensificaba, destellos de poder cruzaban el aire como relámpagos en una tormenta.
Anwen sentía cómo la fuerza de sus amigos la sostenía, pero Kael parecía conocer cada uno de sus movimientos, anticipando sus ataques.
De repente, en medio del combate, Kael alzó una mano y detuvo la pelea con un gesto.
—Antes de continuar —dijo, con voz seria—, hay algo que deben saber. El ciclo no es solo una maldición... es una protección.
Los cuatro se miraron, sorprendidos y confundidos.
—La Corrección —continuó Kael—, los enemigos que han enfrentado, son solo una parte del equilibrio que mantiene el mundo en orden. Romper el ciclo podría traer un caos mucho mayor.
Anwen sintió un torbellino de emociones.
—¿Entonces todo este sufrimiento, estas luchas, han sido para mantener el equilibrio? —preguntó.
—Exactamente —asintió Kael—. Pero hay una forma de romper el ciclo sin destruir ese equilibrio, si están dispuestos a buscarla.
El grupo se detuvo a considerar las palabras, conscientes de que su lucha no era solo contra un enemigo externo, sino también contra la comprensión de un destino mucho más complejo.
El siguiente paso sería el más difícil: decidir si confiar en Kael y descubrir esa posible salida, o seguir luchando a ciegas contra un ciclo que parecía eterno.