Mientras el grupo exploraba el templo antiguo, sumergidos en la traducción de las inscripciones y la planificación del ritual, una presencia oscura se movía entre las ruinas.
Desde las sombras, la figura observaba cada movimiento, sus ojos brillando con una mezcla de resentimiento y poder.
—No permitiré que destruyan lo que tanto tiempo he protegido —susurró con voz cargada de odio.
Esta figura, llamada Liora, una antigua guardiana expulsada y enemiga de Kael, había estado al acecho durante años, esperando el momento para actuar.
Su odio hacia Kael y el grupo era profundo, y estaba decidida a impedir que el ciclo fuera roto.
De regreso en el templo, Anwen sintió un escalofrío recorrer su espalda, como si algo oscuro se acercara.
—Hay algo más aquí —advirtió—. No estamos solos.
Kael frunció el ceño, reconociendo la amenaza.
—Liora —murmuró—. No pensaba que aparecería tan pronto.
El grupo se preparó, conscientes de que la verdadera batalla apenas comenzaba.
El silencio del Cuervo Carmesí guardaba secretos más oscuros de los que jamás imaginaron.