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Me acurruco en un viejo sillón de cuero guindo. Es antiguo pero excelentemente bien conservado.
Después de un largo y exigente día de trabajo que comienza a las cuatro de la mañana en un día normal y termina a las nueve de la noche, me encuentro muy cansada. Estoy de sirviente en la enorme mansión de campo de un noble caballero inglés.
Subo la manta y cubro mi regazo y mis piernas con la manta de lana , que mi Nana, que a la vez es la cocinera de la mansión me ha regalado en mi décimo quinto cumpleaños. Me siento feliz ahí,en la pequeña casita de piedra donde vivo con mi tío Joseph Harris.
Me agrada tanto la sensación que se desprende de estar acurrucada ahí,en ese viejo sillón que el amo me regaló, después de comprar uno nuevo y verme limpiando afanosamente el viejo.
-Lo aprecias mucho,no?- asentí y apenas murmuré:
- Sí señor -
-Es tuyo -
Su voz se escuchó clara, tranquila y firme. Mi boca y mis ojos se abrieron por la sorpresa.
- Mío?- no podía procesarlo.
-Tuyo- me dió una media sonrisa que me atrapó un poco,y se dió la vuelta para salir de la habitación.
Pasé la mano con incredulidad y suavidad por el viejo cuero. Era mío. Ahora, cómo lo llevaría a casa?.
Por fortuna,no vivía en la casa del caballero,si no,es probable que mi horario de servicio se extendiese, aunque se pagaba bien.
Mi tío y yo , vivíamos en la pequeña casita a la entrada de la enorme finca.
Yo le había sido entregada a mi tío Joseph a los cinco años y medio de edad, por ese entonces,el conde era un hombre de unos cuarenta y cinco años, soltero y sin familia, a su muerte, había heredado el condado su sobrino, el actual amo. El antiguo conde,le había permitido a mi tío mi introducción a la casa y durante los viajes, quedé a cargo de mi Nana, Mrs. Martin.la cocinera de la mansión.
Mi madre era francesa, yo había nacido en Francia. Mi padre, era un oficial que se había labrado carrera con valentía y siendo el hermano mayor, había heredado una pequeña suma de dinero. Mi madre había muerto,al nacer yo y papá había muerto cuando cumplí los cinco años, afortunadamente tenía a mi tío que se había hecho cargo de mí lo mejor que sabía y podía. Era el cochero de la familia desde hacía más de veinticinco años.
Suspiré masajeando suave y profundamente mis doloridos pies. Entonces tomé en mis manos el lujoso y hermoso volumen de "La Bella y la Bestia".
En días como ese, agradecía a Dios que se me permitiese trabajar en esa mansión.
El amo era bueno conmigo,me prestaba algunos,sino es que todos,sus libros. Y yo sumergía en ellos mi mente juvenil, devorando con ansias historias, novelas y narraciones.
Aveces cuando me lo encontraba en la biblioteca,para devolver algún volumen,me miraba raramente y decía:
-No acumules tanta ilusión en tu cerebro - y miraba seriamente el título del libro con ojos crítico.
"Los tres mosqueteros"
Francia no estaba muy de moda por aquellos días,a mis diecisiete años de edad.
Yo lo miraba con ojos de borrega enamorada y no entendía porque me lo decía.
Durante algún tiempo,como todas las doncellas de la casa,estuve enamorada de él. Fue mi primer amor.
Sin embargo es justo decir que,el siempre mantuvo cierta distancia.
Todo se terminó dentro de mí cuando se casó. Su esposa,la joven nueva condesa era bellísima, delicada y delgada como un hada,blanca y de hermosos cabellos rubios y ojos verdes.
Era distante con la servidumbre, pero no mala.
Suspiré profundamente..solo sentir el suave cuero bajo mi cuerpo me relaja.
-Adele,Adele..- la voz gruesa y queda que pronuncia mi sobrenombre me despierta. Es mi tío,me he quedado dormida con el libro en las manos.