Miré a mi joven maestro sin que el se diera cuenta, estábamos ambos en la misma mesa,yo con mis doce años y él con sus diecisiete.
Él pensando que había encontrado el amor y yo,curiosa, intentando entender,su continua mención de las características de su amada Rose.
Por lo que pude entender,Rose era hija de un preceptor suyo, un científico bastante acomodado,hijo segundo de un duque, que había heredado el dinero y propiedades de una tía solterona y anciana.
Ese dinero y propiedades,le habían permitido un buena independencia y un buen matrimonio,con una belleza de sociedad londinense,con veinticinco mil de dote.
Con una única hija, y una esposa que además de bella era bastante prudente en sus gastos, le auguraba al buen hombre,un futuro bastante tranquilo, que le permitió dedicarse, a la enseñanza y tener su propio laboratorio.
La hija,de nacimiento privilegiado,era muy hermosa y bastante sociable. Había conocido al sobrino del conde,en una fiesta familiar a la que él y otros chicos, habían sido invitados. Y había sentido inclinación por el chico.
Después de ese encuentro, siguieron otras invitaciones y otras visitas a la escuela. Y así, ambos jóvenes tuvieron la interacción necesaria y justa para quedar enamorados el uno del otro, por lo menos durante un tiempo.
Durante la primera parte de ese verano, el joven amo, realmente puso a prueba mi paciencia. Hablar de Rose,era su tema preferido. Y yo, yo quería estudiar.
Le esperé paciente,tal vez si lo dejaba ser,el pasaría más rápido por esa etapa y tal vez,se le acabaría la conversación a ese respecto.
Por otra parte, yo estaba siendo educada por caridad, así que no osaría inconformarme si aún podía aguantar.
Con el pasar de los días, dejó de hablar de ella, poco a poco. Tres meses de verano es mucho tiempo,y después de agotar el tema,pasamos a enfocarnos,con ciertas insinuaciones mías respecto al respecto,al estudio. Después disfruté enormemente de nuestras cabalgatas,las clases y las conversaciones.
Sin embargo,algo se estaba gestando en el interior de la gran mansión, durante nuestros días de estudio y paseo al aire libre.
Envidia.
Si, envidia,esa que,bien disfrazada, puede ocultarse un poco, pero que en conversaciones y miradas,da evidencia de su existencia.
Debido a la inusual buena voluntad del conde para conmigo,yo me había atraído la envidia y mala voluntad de una buena parte de los sirvientes, incluso de los varones.
No sabría todo con detalle, hasta un año justo antes de la muerte del buen hombre.
Durante los siguientes dos años,de menor a mayor intensidad, sufriría los comentarios malintencionados,la degradación continúa de los trabajos más duros, los insultos y los empujones de algunas de mis compañeras.
Los criados varones no me tocaban, pero me miraban a menos y con desprecio en muchas ocasiones, cuando era enviada con algún recado para ellos,no me dirigían la palabra. No todos eran así, pero la mayoría sí. Y comencé a sufrir.
Algo que aún no logro entender es, porque mi tío y mi Nana,no se daban cuenta. Mi tío estaba fuera de casa durante bastante tiempo, pero mi Nana,no podía percibir mi cambio?
Durante algunos meses del año,se calmaban los ánimos y se contentaban con hacer menciones degradantes acerca de mí, pero acercándose el verano,se recrudecian los maltratos
Un día inesperadamente, mi Nana subió hasta la habitación del conde,dónde yo y otras chicas hacíamos la limpieza, y vió de primera mano,el maltrato físico y verbal al que ellas me sometían
Sus burlas pararon en cuanto vieron la gran figura de mi Nana apostada a la puerta de la habitación
Solamente las miró pero no dijo nada. Días después, al presentarme a trabajar,supe que ambas habían sido despedidas.
La servidumbre comenzó a ponerse en alerta, debido a estas experiencias, comencé a ser más cautelosa y menos confiada.
En cuanto mi Nana apareció por casa, el día del incidente, mi tío, envió a llamar al médico, quien después de examinarme,dijo que, algunos golpes eran más antiguos y otros recientes. Yo estaba encogida sobre mi misma en la cama de mi pequeña habitación en ropa interior., cuando el doctor llamó a mí tío y a mi Nana a mi habitación. Mi Nana lloró al ver los moretones, los brazos,el cuello,las piernas y el torso. Me eché a llorar.Mi tío estaba tan enojado, pidiéndome explicaciones.
El doctor le aconsejó prudencia delante de mí y lo sacó de la habitación. En cuanto salieron,mi Nana,con una voz dulce me pidió que le dijese quien me había hecho eso.
Dos días después,mi tío se fue para hablar con el conde, quien en pocos días, llamó a todos los servidores de la casa a una reunión.
Estaba bastante enojado, pero no un enojo de gritos e intimidaciones con la voz alzada,era un enojo más calmado,se le notaba en los ojos,en la energía que emanaba con sus movimientos.
Comenzó preguntando por qué. Porqué se me había maltratado. Comenzó a relatar los hechos, principiando con él incidente de las dos mucamas conmigo. Comencé a llorar. No fuerte,sino silenciosamente y con la cabeza gacha. Preguntó, que quien de todos tenían conocimiento de lo que estaba sucediendo bajo el techo de su casa.
Nadie dijo nada, hasta que mi Nana, relató, que ella había presenciado el incidente.
El conde guardó silencio. Ella había sido quien había hablado.
Los demás permanecieron callados.
El conde se aclaró la garganta.- Ya que,nadie quiere hablar, lo haré yo.- su voz era clara, terminante.- No voy a permitir bajo ningún concepto, maltratos de este tipo. De ningún empleado hacia otro,no me importa el grado de autoridad que tengan.- luego me miró. Lo sé por qué me había secado las lágrimas y había alzado el rostro hacia adelante. Era la última de la fila y el se había estado paseando alrededor de nosotros. Se detuvo frente a mí y me miró. Seguía muy enojado.- Si el maltrato hacia Adele sigue,la persona o personas involucradas, serán despedidos y -dijo alzando el dedo índice para remarcar sus palabras - no habrá cartas de recomendación -.