El sillón

Tímidamente 2.

-Buen día conde,es un placer verlo de nuevo - Adele penetró en el comedor sin aspavientos y modestamente.

Se inclinó ante el amo y se encaminó hacia la mesa,la enorme mesa.

-De verdad?-

-Eh?- su respuesta la tomó desprevenida.

-De verdad es un placer verme?- los ojos eran fríos,la exigencia sarcástica.

-Disculpe usted conde,no quise ofenderle -

-Por que te disculpas?- exigió de nuevo.

El conde partió con su cuchillo el pedazo de carne de ave,antes de llevárselo a la boca. Solo una mirada,solo una mirada de Adele,una mirada sorprendida, desconcertada, tímida,sin saber que decir o hacer.

Hizo una señal al sirviente, quien le retiró la silla a la señorita. Ella asintió para agradecer el gesto.

La comida tenía el mismo disgusto que tuviera aquella vez,aquella primera vez que fue invitada a comer con el amo y el Mr Perkins.

El lo notó.

-Es de su agrado la comida Miss Harris?- su voz seguía teniendo ese tono seco y su actitud seguía siendo distante.-

-Si señor - dijo mirando el plato con los cubiertos a un lado.

-En verdad?- ella lo miró. Era una mirada triste.

-No sé que espera que diga señor, si usted se refiere al sabor de la comida,debo decir que tiene un exelente sabor -

-Por qué entonces se ve usted tan incómoda?-ella lo miró de nuevo, que quería que le dijese, que se sentía feliz de verlo y triste de observar su distancia con ella. Que tenía hambre pero que no podía comer delante de alguien tan terminante y ante quien se sentía examinada?, las palabras de Miss Cuervo regresaron a su mente,"prueba tu valía" era algo difícil al parecer.

-Mi señor, tengo hambre, pero espero que comprenda que,no estoy acostumbrada a comer delante de personas nobles como usted -como ahora eres,quiso decir, pero se reprimió -aunque estoy dispuesta a adaptarme a ello. Le agradezco su consideración al invitarme-

-Ahora,no estás acostumbrada a comer conmigo?- el había cambiado el "usted por el tú"- no puedo contar con los dedos de mis manos,cuántas veces hemos comido juntos,- la última frase,la dijo en otro tono más bajo y un poco más dulce,como si le asaltase un recuerdo.

Ella suspiró.- Ha pasado algún tiempo - bajo la vista al plato y se forzó a si misma a seguir comiendo.

El no dijo ni una palabra más durante ese desayuno,al ponerse de pie,cosa que ella imitó, mirándola como si ella fuese alguien indeseable,le dijo: - la espero en mi despacho a las nueve en punto -

Ella le hizo una leve reverencia y contestó:- sí señor - e inclinó la cabeza.

Estaba frustrado. Y enojado consigo mismo. Habían sido amigos,como hermanos en el pasado y él era un bruto,tratandola de ese modo. Suspiró. El sabía que ella estaba apegada a él. Y también sabía que tenía que guardar distancias con ella,sino, sería empujada lejos de él,por si mismo. Una mujer de clase baja, huérfana, mitad francesa,sin dinero no sería jamás una candidata adecuada para esposa del conde. Porqué sus pensamientos estaban tomando ese rumbo?, qué era lo que el sentía por ella?, él la quería,por supuesto, habían estado estudiando juntos durante once veranos. Pero, había cambiado ese amor dentro de sí?, porqué estaba resentido con ella? Porque no podía amarla como quería?.

"Desde cuándo?",se preguntó a sí mismo," Desde cuando estás enamorado de Adele?"

Desde el penúltimo verano que habían pasado juntos estudiando.

Amaba hacerla sonreír y reír. Amaba ser él quien la conducía por el camino del conocimiento. Amaba verla esmerarse en aprender y ser meticulosa en sus lecciones. Amaba tocar sus cabellos y escuchar sus regaños.

Amaba pasar tiempo con ella en el sillón. El sillón que había contenido sus cuerpos y sus almas. Él, sentado correctamente, mientras sostenía en sus manos un libro, ella a sus pies, escuchando atentamente,las historias y narraciones que él leía tan bien,con esa voz clara y pacífica, emocionante o llena de pasión, imprimiendo los sentimientos a las narraciones que leía. Ella recostaba su cabeza contra su pierna y le sostenía el borde de la bastilla del pantalón entre sus dedos,mientras se sumergía en la lectura.

La amaba porque era buena y dulce. Aveces deseaba no ser conde,sino un simple campesino que podía casarse con su amor de juventud.

Pero no. No podría ser, nunca. Si alguien lo veía tener inclinación hacia ella, sería obligado por sus padres a desterrarla fuera de su presencia y no verla de nuevo, nunca. Tenía que protegerla, tenía que ser capaz de mantenerla en su puesto. Incluso aunque fuese una lenta muerte de su pobre amor destinado al fracaso. La protegería, aunque le costase renunciar a ella, su presencia,a su amor.

Unos ligeros toques en la puerta,le indicaron que ella había llegado.

-Adelante - dijo con voz seca e impersonal.



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En el texto hay: trabajo y amor, orfandad

Editado: 21.02.2025

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