Fue más bien, una difícil semana,es posible que,yo no entienda bien, como se producen o como se manifiestan las emociones en los varones, pero en mí, había una tormenta, una tormenta de emociones.
Pero esa semana que pasé en Londres,en presencia del conde, haciendo gestiones para la mejora de la casa, visitando ciertos lugares de provisiones, que no se encontraban en las cercanías de la mansión, hablando con él abogado sobre ciertos temas de interés del conde, visitando con él una propiedad, que deseaba conocer con vistas a comprarla, yendo al banco para ser presentada con los dueños del mismo por el conde,y finalmente examinando el rendimiento de las siembras de los campos del condado, emboto un poco mis sentidos femeninos y gracias a Dios,mi mente se mantuvo ocupada por las distintas actividades que debía realizar,antes de regresar al campo.
Entendí que no deseaba fomentar ningún tipo de cercanía y familiaridad. Él había dado vuelta a la página de nuestros bellos días de estudio. Permanecí en actitud respetuosa, responsable y activa. No me dirigió la palabra más que para hablar de sus asuntos y negocios,y yo solo le dirigí la palabra cuando precisaba alguna instrucción más detallada o si no entendía algo. Aveces me daba un poco de miedo preguntarle, aveces cuando levantaba la vista hacia mí,sus ojos centellaban de disgusto. Pero decidí ser valiente,era mejor preguntar que lamentar.
Entonces decidí ser modesta y recatada. Era mi amo, mi jefe. Yo su empleada, decidí que ya era suficiente de lamentaciones por una persona que yo había amado como a un amigo,como a un hermano. Hay un verso en la Biblia,en el libro de Cantares que dice: os conjuro, doncellas de Jerusalén, que no desperteis,ni hagáis velar al amor hasta que quiera. Cuando una persona no desea tener cercanía con uno, aunque en el pasado,lo haya hecho, uno debe respetar esa decisión. Yo me guardaría el amor que había tenido por el amo y lo pondría solo como un recuerdo. Uno no puede forzar ninguna relación con nadie, y mucho, mucho menos,con alguien de su posición. Era imposible que fuese de otro modo.
Pude después de unos días,comer con él en relativo silencio y concentrarme en comer con calma y pulcritud.
Con la llegada del sábado,mis maletas, que eran pocas, estaban ya dispuestas para mí viaje por la tarde.
Esa mañana, durante el desayuno, el conde me dijo que, ese día en la noche, iríamos al teatro. Eso me sorprendió un poco. Y me dejó pensando. Yo no quería ir. No le veía ninguna utilidad al asunto.
Yo no tenía ningún vestido apropiado para una salida de noche. En realidad no tenía ningún vestido lujoso, mis vestidos, regalados por el conde anterior,eran prácticos, resistentes y apropiados para mí. Y yo no iba a gastar dinero en un vestido, ni siquiera sabía dónde comprar uno.
Así que,me puse el menos gastado de los que tenía en mi maleta. Me peiné yo sola sin bucles, ni adornos.
El conde tocó la puerta de mi habitación, una hora antes de que nos fuésemos. Sostuvo una cajita de cedro frente a mí.
Me examinó de arriba a abajo.
-Debi comprarle un vestido,- murmuró - tome, esto es para usted, necesita algunas joyas para las reuniones a las que asistirá conmigo.-
-Conde,- le dije un poco apenada - dispenseme por favor, pero no puedo aceptar esto -
-Lo hará - dijo echándome de nuevo esa mirada relampagosa- póngase los aretes, el collar de perlas y el broche en el cabello.-
Tomé la cajita bastante molesta.
-Haga el favor de bajar en media hora - dijo mirándome molesto.
Pocos minutos después de su ida, el ama de llaves apareció con una doncella, quien me deshizo el moño con el que yo ya me había peinado y me realizó un peinado que no me pareció adecuado. No dije nada. Luego,el ama me puso los aretes y el collar y la doncella me puso el broche sencillo de perlas en el cabello.
Me sentí como un mono de feria,quien sabe que espectáculo iría a dar yo, con ese sencillo vestido y los adornos impropios para conjuntarlo.
Suspiré. Bajé a la hora indicada y el conde, me esperaba ya a la entrada del carruaje. Estaba exelentemente bien vestido, con un atractivo rostro coronado con ese pulcro peinado y un sombrero napoleónico en las manos. Caminé hacia él avergonzada, me sentía tan fuera de lugar, aún así me aguanté y cuando ya iba a esperar que el subiese al carruaje para subir después de él, extendió la mano para sostener la mía y conminarme a subir en primer lugar.
Nuevamente me dejó sorprendida ese gesto de amabilidad.
Sinceramente no tenía expectativas respecto a esa salida,no siquiera sabía o entendía porque me había invitado. Cuál era el propósito de ello? Presentarme ante sus socios como su administradora o que? .
El palco tenía cabida para tres personas. Me invitó a sentarme a la derecha y él se sentó a mi lado izquierdo.
Tuvo la delicadeza,sin dirigirme una sola palabra, de entregarme unos pequeños binoculares, para observar mejor la escena.
Ni una sola palabra me dirigió en todo el acto. Sin embargo disfruté bastante de escuchar a los dos protagonistas cantar las arias. Fue en ese momento, cuando me enamoré de la música bellísima y de las buenas actualizaciones teatrales. Me emocioné, sí y en un momento de debilidad,me dirigí hacia él para hacer un comentario sobre la hermosa voz de tenor del protagonista masculino, cuando lo ví e iba a empezar a hablar, me sorprendió descubrir,una mirada triste, pero a la vez tierna en sus expresivos ojos, me quedé sorprendida de nuevo. Retiré mi vista de él,la fijé de nuevo en el escenario y no dije nada.