El amo se fué el lunes por la tarde a la capital. Yo y Mr Perkins seguimos trabajando juntos todos los días. Él sábado fue mi día libre, y sinceramente estaba aburrida.
Me puse el más usado de mis vestidos, hacia ocho días de la boda de mí tío y mi ahora tía, busqué mi antiguo delantal y me acomodé el cabello bajo mi antigua cofia y me fui a la cocina por una bandeja con agua fría y un poco de lejía.
Había decidido hacer la limpieza del despacho del conde.
Probablemente eso me llevaría todo el día y aún así no terminaría.
Era temprano. Apenas los primeros rayos del alba estaban asomando desde el horizonte.
Eché una mirada hacia la paredes cubiertas de volúmenes de libros de historia, geografía, álgebra, narraciones, cuentos, filosofía y una sección para periódicos, que llegaban a la mansión junto a la correspondencia.
Comenzaría por ahí. Era un trabajo monumental, sacar los libros de los estantes, limpiar y volver a colocar, tendría que priorizar, un día no me bastaría para la limpieza. Decidí sacudir las alfombras en primer lugar, luego,limpiar una tercera parte de los estantes y dedicar el resto del tiempo en limpiar los pisos, la chimenea y los muebles.
La Miss Cuervo entró en la habitación a la hora de la comida.
-Debes parar un poco, necesitas alimentarte.- miró alrededor, - recuerdo cuando te encontraba agarrada a la pierna del amo, aún no puedo creer lo mucho que ha pasado el tiempo y lo mucho que ambos crecieron - miró la tetera con mi taza de té a medias y fría - aún recuerdo cuando te enseñé a servir el té -
Me entró un sentimiento emotivo al ver su nostalgia, ella siempre había sido de constitución menuda pero desde la muerte del amo anterior,estaba aún más flaca.
-Le agradezco por enseñarme - le sonreí. Ella sonrió a su vez y meneó la cabeza.
La noche de la boda, después de la fiesta, ella y yo habíamos hablado. Por primera vez,me había mostrado su forma de ver las cosas.
-El amo no ha sido popular en los círculos sociales últimamente, tu bien sabes que para que su hacienda crezca y sus negocios prosperen,debe tener ciertos contactos. Ha perdido algunos desde que decidió honrar la voluntad de su tío y contratarte como administradora suplente.- suspiró.
Me quedé callada,eso me impresionó. El conde, perjudicado por mí, por mi contratación.
Sin duda no quería eso. Que podía hacer al respecto?-
-No sé que hacer, no quiero que por mi culpa,su casa y sus negocios se vengan a menos -
-Haz bien tu trabajo - suspiró de nuevo - el conde sabrá que hacer -. Silencio. Eso había sido hacía ocho días.
-Estas preocupada verdad?-
-Si-
-Por nuestra conversación del sábado?-
Asentí.
-El conde sabrá que hacer - vió que yo no estaba tranquila ni convencida.
-Vamos ven, necesitas comer y terminar esto por hoy -
Ella tuvo razón, después de la comida, regresé las alfombras aireadas del exterior y por último, cerca de las cuatro de la tarde,estaba limpiando afanosamente el sillón de cuero rojo del amo. Él sillón.
Ese sillón me traía tantos recuerdos. Muchos. Era el símbolo de su nobleza y mis recuerdos de infancia.
Y alguien abrió en ese momento la puerta sin tocar.
Era el amo.
Se me quedó mirando. Luego abrió la puerta totalmente. Dos hombres entraron trayendo consigo un sillón. Un nuevo sillón para el despacho del amo.
Él despidió a los hombres y luego regresó al despacho. Estaba terminando de aplicar la cera al antiguo sillón para hacerlo brillar.
-Lo aprecias mucho no?-
-Asi es señor - dije con la cabeza gacha.
-Es tuyo-
- Mío?- estaba sorprendida. Había levantado mi vista hacia él.
-Tuyo-,dijo con una media sonrisa que me atrapó.
Le hice una reverencia.- muchas gracias señor -
No dijo nada, solo se inclinó para tomar el nuevo sillón por un lado, me acerqué para ayudarle.
-No soportes todo su peso,solo ayúdame a arrastrar -
Y eso hice.
-Puedes decirle a alguien que te ayude a llevarte el sillón a dónde tú quieras.-
-Gracias señor - le hice una reverencia y me animé a preguntarle después de vacilar un poco.
- Podría prestarme un libro?-
-Tienes permiso de tomar el que gustes, cuando gustes -
-Gracias..de nuevo amo-
Tomé uno de Alexandre Dumas, Los tres mosqueteros.
Se le quedó viendo al título.
-No...no acumules tanta ilusión en tu cerebro -
Agaché la cabeza.-No lo haré señor -
En ese momento,no entendí que,el acto de regalarme el sillón,era el último acto de bondad que podría hacerme públicamente. Era una despedida suya a los buenos días juntos. Una oda a los recuerdos. Un último desesperado intento de libertad.
No volvería durante mucho tiempo a recibir muestras de benevolencia y liberalidad de su parte.
Porque el amo había huido de Londres, de la visita de sus padres, de la elección inminente de una esposa.
Y él sabía que no podría huir para siempre.
-Amo, puedo hacer una pregunta?-
-Dime - no me miró, miró los documentos en el escritorio recién limpio.
-El hecho de que usted me haya permitido ser su administradora suplente, le ha traído problemas, yo.. estoy preocupada.-
El me miró y alzó una ceja,para indicar que continuase.
-Si mi posición como su administradora suplente le trae problemas económicos,yo... preferiría volver a ser una mucama -
Él no dijo nada por varios minutos.
-Lo resolveré.- me miró de nuevo, una chispa de entendimiento brotó de él hacia mí.- puedes confiar en mí?-
-Si señor -
-Perfecto- me sonrió y me miró con cariño,solo unos instantes , luego se volvió hacia los documentos y no dijo nada más.