La luz difusa y claroscura del amanecer,lo encontró en su amplia y bella, cómoda y suave cama. Suspiró profundamente,estaba en casa. En casa. Estos días serían los últimos y gozaría de ellos con libertad. Después de su casamiento,todo iba a cambiar. No. No iba a pensar en eso por ahora.
Inmediatamente después de dejar a su padre enojado en su despacho, William había ordenado,que bajasen su equipaje y dispusieran el carruaje.
Solo tres semanas, para ser libre. Solo tres. Se subió con prontitud, dejando a su padre perplejo en la entrada sin una sola palabra.
"Que había entre ellos?"se preguntó Wiliam mientras el carruaje comenzaba el viaje."Nada"
"No hay nada, no hay cariño,ni preocupación, amor paterno,nada. Y yo me estoy cansando de ser siempre quien cede"
Tres semanas para estar entre los suyos. Había pedido a su madre que, su antigua niñera y el viejo mayordomo,quienes lo habían cuidado cuando era niño,fuesen a la casa de la ciudad. Su madre había accedido.
Él quería que ellos tuviesen una buena vejez. Hablaría con ellos en cuanto se casara. Si ellos deseaban jubilación o seguir en la casa con él y su nueva esposa podrían hacerlo. Sea como fuera,el cuidaría de ellos hasta su muerte.
Suspiró,detestaba tener que casarse.
Adele cerró cuidadosamente el libro,y guardó cada recibo y documentos en su lugar.
Lavo las plumas y las secó. Enjuagó los tinteros y limpió su escritorio.
Él señor Perkins acababa de salir de la casa.
Ella se sentía osada por momentos, pero por otra parte sentía que no era digna de pedir ese favor al amo.
Pero ella no quería vivir en la casa, cuando la nueva condesa llegase a instalarse.
Tenía que hacerlo. Tenía que intentarlo. Si el amo se reía de ella o le daba una negativa, tendría que aceptarlo, aunque le doliera.
-Señor conde-
Wiliam levantó la vista del documento, ella estaba de pie detrás de su escritorio.
Tan sencilla como siempre, aún así,era una belleza, en sus maneras, su rostro limpio , sencillo y sincero, como la expresión que dominaba su rostro en ese momento.
-Dime -
Una rojez se apoderó de su rostro. Carraspeó.
-Amo... yo quiero pedir algo a su excelencia -
Él espero, ella estaba dudando.
-Creo que, sería mejor que yo regresará a vivir con mi tío y tía, ahora que usted se case-
Él se quedó pensando. Y no respondió de inmediato.
-Estaba pensando que,tal vez...tal vez..-
-Mmmm?-
-La casa donde vive mi tío, es pequeña, yo ..-
-Dime -
Ella se percató de que él estaba tuteandola.
-Se que construir un anexo tal vez sea costoso...yo quisiera que...se construyera una casita justo al lado de la de mi tío,usted puede deducirlo de mi salario hasta que él costo sea totalmente pagado -
Ella bajó el tono avergonzada de hacerlo dicho.
Él se quedó pensando. Luego habló mirándola a los ojos.
-Una señorita decente no puede vivir sola-
Él ánimo se le bajó a los suelos. Adele miró al piso de madera limpio y pulido.
-Vere que puedo hacer - el le echó una mirada de ternura inusitada.
Ella asintió. -Tiene algo pendiente o alguna otra cosa que necesite mi atención?-
-Por ahora no. Mañana - dijo mirándola directamente. Adele no podía descifrar aveces lo que él sentía - te espero en los establos a las nueve, después hablaremos de algunas reformas para la casa- ella asintió.
-Puedes retirarte-
-Si señor, buenas tardes -
Adele salió de la habitación y mientras se encaminaba a la cocina, pensó en lo atrevida que se había visto a sí misma.
Pero lo había hecho. Ella no sabía explicar lo que sentía, pero sin ninguna duda no iba a poder estar cómoda en la casa y en la mesa frente al conde y la condesa. No. Definitivamente no iba a poder.
Suspiró. Iba a tomar el té, pero mejor se decidió a hablar si es que podía con su tío.
Salió por la puerta de atrás de la cocina y decidió encaminarse hacia su antiguo hogar.despues de llegar se dió cuenta de que el tío no había llegado aún.
Suspiró.
Estaba intranquila. Habría cambios, ella no sabía cómo sería la condesa y cómo tomaría su puesto en la casa. Aún había algo que tenía que enfrentar. Él y ella, jamás podrían ser algo más que amo y ayudante del administrador, cuando él se casará, ella tendría que poner en un ataúd todas sus vivencias con él, todos sus sentimientos y enterrarlos tan profundo como pudiera dentro de ella.
Una vez casado. Hombre prohibido, ella sacudió la cabeza y se rió, como si el hecho de que él fuese un conde y ella de nacimiento tan obscuro,no fuesen suficientes para hacerle entender que nunca podrían estar juntos. Nunca.