Una bola de fuego,estaba ardiendo en mi pecho.
Pero no era una que me quemase con ira,sino con una desesperación,tristeza y dolor.
Lloré. Sí, lloré mucho.
Me despedí de Mc Hannon y regresé a mi habitación y cerré la puerta y me eché a llorar desconsoladamente. Miss Cuervo, entró unos minutos después. Intenté controlarme.
-No lo hagas,deja que salga - dijo quedamente. Después de eso me eché a llorar de nuevo por media hora.
Estaba rota de dolor. Un dolor inflingido por mi misma, por mi insinceridad propia hacia mí.
-Estoy para escucharte - dijo quedamente - de sobra sabes que puedes contar con mi absoluta discreción de lo que digas aquí -
-Me duele mucho sabe?- los lagrimones siguieron brotando.- porque si soy sincera, estoy perdiendo la única oportunidad en mi vida,de ser algo más que la administradora de un conde y..usted y yo sabemos que...no tendré otra oportunidad de ser independiente -
Me limpié con coraje los ojos torpemente. Estaba enojada, pero conmigo misma.- por favor Miss,nunca repita lo que le diré,a menos que yo lo haga del conocimiento de alguien - ella asintió - sabe que es lo que más odio?- ella se me quedó mirando con una especie de compasión - a mí misma - un sollozo me brotó del pecho y me eché de nuevo a llorar - me odio a mi misma Dios mío!- alcé los ojos al cielo - todo por este amor despreciable que aún siento por él -
Miss Cuervo,se asustó -A.. quien te refieres?-
La miré directo a los ojos y se lo dije.-al conde. Todavía lo amo. Y no soy capaz de abandonarlo. No puedo. Me odio a mi misma por sentir lo que siento. Soy una pecadora. Ni él,ni la condesa,deberían saberlo nunca. He perdido todo mi futuro con Mc Hannon por esto que siento,no fuí capaz,no fuí capaz!- me eché a llorar de nuevo y ella se acercó y me tomo en sus brazos.
Lloré y lloré hasta quedarme dormida. La pobre tuvo que poner cara por mí ante el conde y pedirle que me fuese un día libre. El conde pensaba que yo estaba destrozada por haberme negado a aceptar la propuesta de matrimonio de Mc Hannon. Él pensaba que había hecho tal sacrificio en memoria de la bondad del conde anterior.
El siguiente día me la pasé en cama. No quise ver a nadie, exepto a mi Nana y a mi tío, que también pensaron que estaba destrozada por haberme negado a casarme con Mc Hannon. Trataron de consolarme. Mi tío y mi Nana irían a Brighton dos semanas en el verano y prometieron pedir permiso para que el conde me dejase ir.
Pero Brighton no era Escocia y yo no volvería a ver a Mc Hannon nunca más. Seguramente y con el tiempo,el se casaría. En ratos me arrepentí de no haber aceptado. Tendría solucionada la vida,no tendría que lidiar con cuentas,ni con caballeros irrespetuosos. -Porque no me fuí?- gemi.
Pero muy dentro de mí, sabía que no podría hacerlo.
Nunca dejaría mi puesto,a menos que me echasen. El conde anterior había confiado en mí. Me había educado por caridad cristiana, me había dado la oportunidad de sobresalir. No. No dejaría mi trabajo. No importa cuánto me costaría, me iba a contener,me iba a disciplinar, aún en el pensamiento.
Me iba a concentrar en todo lo bueno que tenía. Procuraría hacer nuevas amistades, personas que valiera la pena conocer y conservar en amistad.
Por ahora me iba a fijar metas. Metas pequeñas y una o dos grandes. Logros pequeños de sobrellevar el día a día. Y así tener un plan de acción para soportar la pérdida de semejante oportunidad.
Debía dejar de leer libros sobre Escocia. Talvez debería yo escribir un libro o por lo menos, un pequeño diario o una narración de mí vida. Sí, mantenerme ocupada me ayudaría mucho.
Trabajo, amistades, pequeñas satisfacciones, un pequeño postre, una caminata por el parque de la mansión. Prestar atención a los sermones del domingo, apreciar las pequeñas salidas al pueblo o a la ciudad, estudiar el carácter del varón, para encontrar una mejor manera de comunicarme con los socios del conde. Y por último, alejarme mentalmente por lo menos,del conde y la condesa. Haría y le pediría a Dios,la fuerza para que esté amor que sentía se muriese. Completamente.