El conde se volvió hacia su esposa desde su lado de la cama. Eleonora estaba feliz,tan feliz como no la veía en mucho tiempo. En mucho tiempo? Lo invadió la tristeza,el nunca había visto a su esposa feliz hasta en ese momento. Ella aceptaba mansamente lo que le había dado la vida ,nunca había alzado la voz para exigir o para replicar. Nunca había pedido nada, hasta que frente a ellos, surgió la posibilidad de tener al bebé en sus vidas. Entonces Eleonora luchó, pero no con una lucha ciega y egoísta, ni encubierta,ni descubiertamente. Luchó con una especie de ruego, de pedidos,de deseos expresados en miradas. Ella quería al niño.
Ahora estaban ahí los tres, en su cama, él de lado izquierdo y ella del lado derecho y el bebé, plácidamente dormido en medio de ambos. Eleonora se había acomodado de modo que no hubiera peligro de aplastar al niño y no estuvo en paz hasta ver qué él comprendiese lo importante que era no aplastarlo.
Ahora estaba dormida y estaba sonriendo. El niño tenía una semana de nacido y ella había prometido a Adele cuidarlo bien y levantarse por las noches,para llevarle con ella y que fuese alimentado. No le importó lo que dijese Miss Cuervo o su propia doncella,sobre qué dormiría poco y que podría afectar su salud. Desechó las advertencias con un movimiento de manos y una enorme sonrisa.- No importa cuántas veces deba levantarme, lo haré con gusto,es mi hijo - la mayoría de la servidumbre se escandalizó, pero no hicieron mayores comentarios.
El conde miró el plácido rostro de su esposa y luego miró al bebé dormido en paz. Estaba feliz,el también estaba feliz,por Eleonora,por el bebé,a quien descubrió amando muy dentro suyo. Pero esa felicidad no era completa, no ,no lo era. Porque en la habitación contigua a la de su esposa, donde antes dormía la doncella, Adele seguramente estaba llorando con el corazón destrozado, echando terriblemente de menos a su bebé.
Sí, alguien ganaba hasta cierto punto, pero era a costa de que alguien perdía.
Suspiró tristemente. Esa noche, ahí en esa cama, se sincero consigo mismo. Sí quería la felicidad de su esposa, porque la quería. El había hecho todo lo posible por convencer a Adele para entregarles el niño. A costa de ella misma. Pero también tenía que reconocer que, el quería ese bebé, porque era suyo. Quería un descendiente, alguien a quien llamar hijo. Pero también lo quería aún más porque era de Adele.
Aún sentía culpa y remordimiento por lo que había sucedido en casa de su suegra, pero de alguna manera debía reconocer que él quería a Adele, la quería. Cómo la quería?, aún no le era posible entenderse a sí mismo, pero la quería. Suspiró de nuevo. Era él un adúltero,un pecador sin remedio?,un malvado ocultado pecado?, un hombre dividido desde dentro? Qué era?,Que es lo que él realmente era?...
El bebé se movió, comenzó a quejarse y a moverse en la mantita de lana. Pobre Eleonora! Estaba tan cansada! Solo despertó dos veces. El tomó al bebé en brazos para llevarlo con Adele.
Abrió la puerta y allí estaba la pobre madre,ansiosa por su niño.
El se lo entregó. - Lo traeré en cuanto se duerma -
Se dió la media vuelta y se fue a la habitación.
-Te ves terrible - Miss Cuervo dijo aquello no como una afirmación malintencionada,sino como algo cierto y lamentable.
-Lo sé -
Adele no había dormido mucho aquella noche, entre el llevar y traer del bebé, se la había pasado llorando.
Intentó ser fuerte. Creyendo que era lo correcto. Para su hijo. En ese mismo momento, tenía unas ganas locas de echarse a llorar ahí mismo, frente a Miss Cuervo.
-Me he pasado la noche, poniéndome unas papas en los ojos, veo que no me dió mucho resultado.-
De repente la mirada de Miss Cuervo se iluminó.
-Tengo, un polvo de arroz, que Mr Green me regaló la navidad pasada. Es un polvo traído desde China, dicen que es maravilloso para el rostro,te borra ojeras y manchas.-
-Mr Green se lo regaló - una sonrisa bailó en los labios resecos de Adele.
-Basta, no te atrevas!-
La risa de Adele salió espontánea, llenando la habitación de hilaridad por unos momentos.
Miss Cuervo sonrió. Fué y sacó la cajita de polvo de maquillaje,de un cajón de su tocador.
-Es suyo- Adele se sintió tímida -fue un regalo -
-Creo que tú lo necesitas más que yo, tómalo-
-Miss..-
-Mirate al espejo Adele,- ella se miró,estaba terrible,unas oscuras ojeras le marcaban los ojos.- lo necesitas -
-Solo deme un poco, usted puede llegar a necesitarlo después - Miss Cuervo se rió.
-No lo creo,yo ya no tengo lágrimas para derramar -
Adele se dió la media vuelta,desde el asiento frente al tocador.
-Yo ya he llorado mucho, aunque tú,ni nadie lo sepa, la última vez,fue cuando el conde murió - bajó la vista hacia el suelo de madera pulida.
Adele retuvo el aliento. Qué quería Miss Cuervo decir con eso?. Su mente lo comprendió a continuación.
-Usted le quería...-
-Ambos nos queríamos - los ojos adquirieron un brillo de lágrimas. Carraspeó. Le palmeo el hombro a una perpleja Adele y le dijo.- Esa historia será para otra ocasión. Por ahora, prepárate, el bebé llorara en cualquier momento -