Adele vió en la penumbra abrirse la puerta de la habitación. El chico era valiente, había comenzado sus viajes desde la habitación del conde , atravesando la de la condesa y llegando hasta la de su madre desde que tenía un año y medio. En medio de la obscuridad,buscaba el seno de aquella mujer que le proporcionaba alimento, amor y seguridad. Desde esa corta edad no volvía a la cama de ambos padres.En la actualidad tenía seis.
La noche anterior el conde le había comunicado que sería enviado a casa de un tutor dos condados más adelante.
Adele había llorado mucho. Su niño estaba a punto de irse. Ella le había suplicado al conde que por favor no le enviase lejos. Le pidió que le pusiese un tutor en la casa. El conde se había quedado pensando y no dijo nada.
La discusión estaba suspendida. Y era algo desesperante.
El conde había dicho: el niño tiene que recibir educación de calidad.
El niño se acurrucó en su abrazó y durmió lo que restó de la noche. El reloj del enorme recibidor dió las seis de la mañana,encontrando a una Adele triste y abatida, se deshizo de los bracitos del niño dormido y se levantó para asearse y comenzar con sus deberes.
-Se lo suplico - dijo en voz baja pero urgente. - No envíe el niño fuera de casa por ahora, talvez se pueda encontrar un buen tutor que venga a enseñar al niño aquí -
La condesa estaba llorando silenciosa en su silla,dónde desde que el niño era un bebé, había sido criado y arrullado.
El conde se quedó callado de nuevo.
El niño penetró en la habitación en ese momento. Traía una cometa y la doncella estaba a su lado. Ambos tenían el rostro sonrojado y el cabello alborotado.
-Padre! - se le oyó un resuello.- He volado la cometa!-
El conde se puso de pie. Particularmente ese día se sentía mal. Se acercó y el niño vino desde la puerta de la habitación hasta su encuentro. Se echó a sus brazos. - Lo has hecho bien,-palmeo su cabeza - lo has hecho bien hijo- el niño se rió. Después fue y dió un beso a la condesa y se estaba dando la vuelta para retirarse y pensó,se detuvo. Miró a Adele, quien le devolvió una triste sonrisa. -Padre -
-Dime-
-Me permite besar a mi Nana?-
Hubo un silencio en la habitación.
El conde se aclaró la garganta.- Sí -
Entonces el niño fue corriendo hasta Adele y con suavidad le depositó un beso en la mejilla y entonces dió la vuelta y se fue.
El conde se decidió,el niño se iría con el tutor hasta los ocho años, por el momento estudiaría en casa. A los diez se iría a la escuela y entonces, entonces sí lo verían menos. Aprovechar el tiempo, mientras estaban vivos, mientras pudiesen estar juntos.
Adele se sintió un nuevo conocimiento sobre la ausencia de alguien ese otoño. Su hijo se fué al colegio, tenía diez años. Solo regresaría a casa en verano y en navidad,como el conde lo había hecho en el pasado.
Era un atardecer bastante bonito. Septiembre,era el mes que ella no olvidaría. Su niño se había ido en septiembre, dejando un vacío. Un tremendo vacío en casa y en sus vidas.
Después de eso,la condesa comenzó a desmejorar. Estaba triste y decaída,no tenía apetito y aunque el doctor venía a verle por lo menos dos veces por semana, ella no tuvo mejoría. Era como si se hubiese echado a morir.
Adele reprimió sus emociones y se forzó a si misma a tragar unos pocos bocados por comida. Ella también quería desesperadamente dejarse caer, dejar de comer, pero no podía hacerlo. Fuerte. Fuerte. Se decía así misma,tal vez si se esforzaba lo suficiente, podía sentir aminorar el dolor de la ausencia.
Los recuerdos venían una y otra vez. Cuando nació y lo bonito y hermoso que era.
Los juegos en verano en el jardín. La nieve en invierno. Las idas a su cama en las madrugadas. El cariño sincero que su hijo tenía por ella.
Adele lloraba por las noches. Mientras tanto,la condesa ya no tenía fuerzas para llorar.
Adele decidió esperar con optimismo el invierno siguiente. Su hijo volvería el siguiente invierno en Navidad.