El sillón

La granja.

Katerine era una mujer guapa y muy práctica de unos veinticinco años.

Era lo que se decía por aquellos tiempos,una solterona. Era la hermana menor de un hombre bueno e inteligente, que alquilaba las tierras de un barón con bastante mala reputación.

La casa era bastante grande, pero no tan lujosa y por supuesto,no entraba en los gustos y exigencias de la nobleza.

Digamos que la familia,estaba un rango o dos por debajo de los nobles de la época.

La noche anterior, durante la tormenta, algunos trabajadores de la granja habían llegado con un individuo mal herido hasta su casa.

Su hermano, había dispuesto, después de una discusión con ella, que el desconocido fuese alojado en una habitación de la casa.

-Debemos ser hospitalarios hermana - había dicho seriamente. Luego con energía había enviado por el médico de la localidad.

El doctor, había examinado al enfermo, tenía golpes, dos costillas rotas, un brazo fracturado y un gran golpe en la cabeza.

Nadie lo conocía, su historia se volvió bastante popular por un tiempo, la gente habituada a tener pocas novedades, aprovechaba cualquier noticia jugosa para hablar de ello y hacer supocisiones.

A menudo, durante los primeros meses, mientras el hombre se recuperaba, se hablaba en el pueblo del" desconocido en la granja de los Watson,que perdió la memoria.

Durante algún tiempo, Katherine estaba resentida,era una mujer bastante ahorrativa y cuidadosa del gasto familiar ,alguien joven, pero bastante mayor de mente. Sabía muy bien que tener alguien así en la casa, era un gasto más para la familia.

Después del pequeño desfile de pretendientes, a los que examinó y no aprobó,y hay que decir que ellos tampoco la aprobaron al final, Katherine tenía una lengua directa y algunas veces hiriente, se mentalizo que jamás se casaría, entonces comenzó la tarea de ahorrar para el futuro.

Esto era un tropiezo para sus planes.

A los pocos días el hombre había despertado, comenzó a comer y beber, poco a poco. El doctor había decretado reposo total por tres semanas.

Katerine descubrió entonces, que el hombre era muy buen mozo, en la plenitud de su madurez, le calculó unos treinta y cinco o cuarenta años talvez.

Lamentablemente no recordaba nada. Ni quién era,ni si tenía familia.

En casa.

Adele suspiró. El montón de documentos y cartas ,se apilaba en su escritorio. Decidió que era hora de contratar un aprendiz, ella no podría hacer todo sola, aunque lo quisiese.

William hijo, respondió sus cartas con pulcritud pero sin ningún tipo de detalles personales. " Estoy bien, todo está bien aquí,por el momento no necesito nada".

"He aprobado todas las materias, el día quince del mes de diciembre, volveré a casa"

Y era todo. Adele hubiese querido que el se explayara un poco más, pero era así corto y sin detalles.

Ella procuró aliviar el dolor de la ausencia de su hijo y la preocupación por lo sucedido con el conde, sumergiéndose de lleno en el trabajo. Tenía a su tío Joseph para acompañarle a la visita con los arrendatarios, a los campos, a las obras inconclusas de conde y a la siembra de una huerta de manzana.

Los demás días, hacía balances de gastos y ganancias, pagaba insumos, sueldos, en fin, administrar completamente la propiedad.

El doctor venía tres veces por semana para ver la condesa. Otro peso se añadió a Adele cuando el doctor dijo que a la condesa no le quedaba mucho tiempo.

-Creo que resistirá solo unos meses - dijo el hombre cansado y mortificada por la expectativa de la muerte de la condesa.

-Cuantos meses? - dijo Adele.

-Tres o cuatro,no lo sé con exactitud - el médico meneó la cabeza.

Era el mes de noviembre, el muchacho vendría en diciembre, los abuelos también, no, por el momento no enviaría ninguna carta. Su hijo acababa de retomar los estudios en Septiembre, el conde había desaparecido en mayo, era un golpe demasiado cercano y sería bastante fuerte. Entonces decidió que si se agravaba la condición de la condesa, enviaría cartas urgentes, pero por el momento esperaría.

Esperaba no estar equivocada. Esperaba que ella resistiera hasta navidad. En realidad deseaba que no muriese, que se recuperase, tal vez así volvería a ver la hermosa sonrisa de su hijo, siendo feliz de nuevo.

Se fue para buscar a Miss Cuervo, a quien encargó especialmente, que se ocupara de cuidar el bienestar,la alimentación y medicamentos de la condesa.

La mujer asintió,las hebras de plata ya surcaban varios mechones de su cabello negro, negro como el ala de un cuervo.

Se dió media vuelta y salió de la habitación, Adele volvió a agradecer a Dios,tener gente competente y eficaz junto a ella.

Miss Cuervo, haría todo lo necesario para que la condesa estuviese bien atendida.

Con otro suspiro se volvió apresurada al despacho del conde, había que seguir trabajando,la vida seguía.



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En el texto hay: trabajo y amor, orfandad

Editado: 04.07.2025

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