En el pueblo había un callejón que todos evitaban, y más por la noche... Se decía que allí habitaba un espíritu maligno que hacía desaparecer a la gente sin dejar rastro de ella.
Claudia era una chica que no creía en lo paranormal y llegaba tarde a la cita con un amigo, por lo que se detuvo frente a la entrada del escasamente iluminado pasaje maldito del pueblo.
Es una historia absurda y llego tarde... ¡¡¡Qué diablos!!! –exclamó entrando en su interior sin temor.
No fue hasta la mitad aproximadamente que empezó a inquietarse al sentir una extraña presencia junto a ella, por lo que apresuró su paso asustada.
Nunca debiste entrar en el callejón, Claudia. ¡¡Vas a ser mía por toda la eternidad!! –escucho como un leve susurro arrastrado por el extraño viento que pasó a su lado.
Ya definitivamente asustada corrió todo lo que pudo hasta lograr salir de allí, suspirando aliviada al poner los pies fuera de ese callejón aterrador. Vio a su amigo esperando en la puerta del bar en que quedaron y le gritó para avisar que había llegado.
Pedro, ya estoy aquí.
¡Y yo también!, reclamando lo que me pertenece... –oyó a su lado.
Aterrada por la siniestra voz, se volvió hacia ella y vio formarse una imprecisa figura negra de la que surgieron múltiples brazos que la atraparon y engulleron en su interior.
Al girarse su amigo, tan solo vio la calle vacía y ni rastro de ella.
FIN
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desapariciones misteriosas, espiritus malignos, zonas malditas
Editado: 02.11.2022