El socio de papa.

Capitulo cinco.

A medida que pasaban los días, la atracción entre Rogand y yo se volvía más intensa. Era imposible ignorar la chispa que surgía cada vez que nuestras miradas se encontraban o cuando nuestras manos se rozaban accidentalmente. La tensión entre nosotros crecía como una llama incontrolable, alimentada por los secretos y las emociones reprimidas.

Una tarde, después de una reunión particularmente tensa en la oficina, me encontré con Rogand en el almacén de la empresa. Estábamos solos, rodeados de cajas y documentos olvidados. La proximidad de nuestros cuerpos y el silencio del lugar hacían que el ambiente fuera casi eléctrico.

—Valeria —susurró Rogand, acercándose peligrosamente—, no puedo seguir fingiendo. Necesito saber si tú también sientes lo mismo.

Mi corazón latía con fuerza mientras sus palabras resonaban en mi mente. Sabía que lo correcto era alejarme, pero el deseo que sentía por él era incontrolable. Sin pensarlo dos veces, cerré la distancia entre nosotros y lo besé con toda la pasión acumulada en mi interior.

El beso fue como una explosión de emociones contenidas, una mezcla de deseo, amor y desesperación. Nos perdimos en el momento, olvidando por completo las consecuencias de nuestras acciones. Cada caricia, cada suspiro, era una declaración silenciosa de lo que habíamos estado ocultando.

Cuando finalmente nos separamos, ambos respirábamos con dificultad. Sabíamos que habíamos cruzado una línea peligrosa, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a retroceder.

A partir de ese momento, nuestra relación se volvió aún más intensa y apasionada. Nos encontrábamos en lugares secretos, aprovechando cada oportunidad para estar juntos. Cada encuentro era un torbellino de emociones, una batalla constante entre la razón y el deseo.

Una noche, después de una cena de negocios, Rogand me llevó a un pequeño mirador en las afueras de la ciudad. La vista era espectacular, y el brillo de las estrellas creaba un ambiente casi mágico.

—Valeria, no sé cómo hemos llegado hasta aquí —dijo Rogand, tomando mi mano—, pero no puedo imaginar mi vida sin ti. Estoy dispuesto a arriesgarlo todo por este amor.

Sus palabras me llenaron de una mezcla de alegría y temor. Sabía que estaba jugando con fuego, pero el amor que sentía por Rogand era demasiado fuerte para ignorarlo.

—Yo también, Rogand —respondí, sintiendo cómo las lágrimas llenaban mis ojos—. Estoy dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo si eso significa estar contigo.

Nos abrazamos bajo el cielo estrellado, conscientes de los desafíos que nos esperaban, pero decididos a luchar por nuestro amor prohibido.

A medida que nuestra relación avanzaba, los conflictos y desafíos comenzaron a surgir. Las miradas sospechosas y los rumores en la empresa se hacían más frecuentes, y sabíamos que no podíamos ocultar nuestro amor para siempre.

Una tarde, mientras estábamos en la oficina, Lucas entró sin previo aviso. "Necesito hablar contigo," dijo, con una expresión seria.

Asentí y lo seguí a una sala de reuniones cercana. "¿Qué sucede, Lucas?"

"He escuchado rumores sobre ti y Rogand," dijo directamente. "Y quiero saber si son ciertos." Sentí cómo el pánico se apoderaba de mí. Sabía que este era el momento de la verdad. "Lucas, te prometo que todo es más complicado de lo que parece."

Lucas me miró con preocupación. "Solo quiero asegurarme de que estás bien y que no estás tomando decisiones que puedan herirte." Sentí una oleada de gratitud por su apoyo. "Gracias, Lucas. Realmente aprecio tu preocupación."

A medida que las semanas pasaban, la presión seguía acumulándose. Finalmente, llegó el momento de enfrentar la verdad. Una tarde, mientras trabajaba en mi oficina, mi padre entró y cerró la puerta detrás de él. "Necesito hablar contigo," dijo con un tono grave. Sentí un nudo en el estómago mientras él se sentaba frente a mí. "¿De qué se trata, papá?"

"Quiero que seas honesta conmigo," dijo, mirándome a los ojos. "¿Hay algo entre tú y Rogand?" Mi corazón latía con fuerza, y supe que este era el momento de la verdad. Tomé una profunda bocanada de aire y decidí ser sincera. "Sí, papá. Rogand y yo estamos juntos. Pero hemos intentado mantener nuestra relación en secreto para no afectar la empresa ni nuestra familia."

Mi padre cerró los ojos por un momento, procesando la información. Cuando los abrió de nuevo, supe que nuestra vida nunca volvería a ser la misma. "Entiendo," dijo finalmente. "Pero necesitamos encontrar una solución que no ponga en peligro todo lo que hemos construido."

Sentí una oleada de alivio al escuchar sus palabras. Sabía que habría desafíos por delante, pero estaba dispuesta a enfrentarlos con el apoyo de mi familia y el amor de Rogand.




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