En una pequeña casita de madera muy deteriorada y muy pobre vivía una joven llamada Karen con Frank su esposo. Ella era de pelo rubio y rizado, ojos castaños, piel blanca, medía 1,2 metro de altura.
Frank era de tez india, pelo negro despeinado, ojos oscuros, 1 metro y medio de altura, era alcohólico y siempre que tenía la oportunidad insultaba a Karen, la maltrataba y la mantenía sumisa a él como una esclava.
Karen dejó los estudios a los 17 años de edad con la mente repleta de ilusiones propinadas por Frank, pues cada vez que ella venía saliendo del instituto él la esperaba afuera con su moto encendida y con la misma propuesta de siempre.
— Ven y vete conmigo — decía él—, te prometo hacerte la mujer más feliz del mundo — cada vez que él le decía eso los ojos le brillaban, perdía la razón cada vez que le escuchaba.
— ¿A dónde me vas a llevar? — siempre era la pregunta de ella.
— Donde tú quieras amor — era la respuesta de él a la pregunta. Karen era de una familia de clase media alta a la cual no le agradaba que ella anduviera con Frank, ellos veían en él a un hombre que solo quería aprovecharse de ella pues ella era muy hermosa y tenía mucho futuro por delante y muchas cosas que lograr, tenía toda una vida por vivir, pero la joven, como todo adolescente, no hacía caso a ninguna advertencia de su familia, estaba cada vez más ciega por las promesas que le hacía Frank.
Él le insistía a diario para que ella aceptara irse a vivir con él, por otro lado, la familia de ella siempre la amenazaba para que lo dejara, la humillaban en público, la maltrataba física y verbalmente, la avergonzaba ante sus amigas como hacen muchos padres con tantos adolescentes pensando que esa es la mejor solución y lo justifican luego diciendo que es por su bien, que solo quieren lo mejor para ella. Pero como a toda joven de su edad casi siempre les pasa, sucedió que un día en que ella se hartó de ser tratada como un trapo sucio, de ser lo más despreciado de su familia, así que sin pensarlo más se dejó convencer del joven motorizado y se fue con Frank, él la montó en su moto y fueron a parar a un pequeño apartamento mal oliente y desordenado en donde él vivía, ella se sorprendió por el aspecto del lugar pero no le dio mucha importancia de todas formas, se acomodó, él empezó a besarla y así ella se entregó a él.
— Te amo — decía ella jadeando mientras que él sólo la iba desnudando con locura, ella quería hacer el amor, tenía esa ilusión de vivir lo que las niñas de hoy en día ven en las telenovelas, pero él, él solo quería sexo, tal y como la gran parte de los jóvenes de este nuevo siglo que apenas tienen la oportunidad y tratan de demostrarle a otros, y aún a ellos mismos que son capaces de complacer a una mujer, pero hacen todo lo contrario.
¡Qué dolor fue para ella sentir como él entró, la usó y luego la desechó como a un objeto! y es aquí, justo en este instante comprenden las advertencias, es en este momento cuando toda joven que ya ha pasado por esta situación descubre que el mundo no es como el de las novelas de televisión, que amar duele, y duele más cuando no es correspondido. Desde este momento todos los días pasaron a ser iguales, él le daba sexo sin amor, a veces forzada, y ella terminaba sintiéndose sucia, ella intentó volver a casa cuando no aguantaba más, pero fue rechazada por sus padres, es aquí donde se acaban las fuerzas.
— Dejaste de ser mi hija desde el mismo instante en que decidiste salir de mi casa para irte con ese ratero — decía su padre—.
— Lamentablemente ya no te conozco — le dijo su madre cerrando la puerta en sus narices.
Ser rechazados duele, duele de una manera indescriptible, y duele más cuando lo eres por aquellas personas que amas, aquellas personas que te habían dado todo y esta vez te dejaron sin nada, eso fue lo que sintió Karen mientras recogía las pequeñas partes de su corazón roto e intentaba regresar al pequeño apartamento que hacía ya unos años llamaba casa.
Ya en el apartamento lloró, lloró amargamente pues fue su propia mala decisión la que la llevó hasta donde estaba, lloró con lágrimas que había retenido por años, lloró hasta quedar dormida; Frank llegó en la madrugada ebrio como siempre, la desnudó, la colocó de espaldas y ella despertó cuando él la abría de piernas, ella sabía lo que él quería, pero su corazón no estaba para pasar por ese momento de suciedad y repugnancia que él le hacía sentir así que se resistió, él le gritó y la golpeó.
— ¡Estás aquí para hacerlo conmigo cada vez que yo quiera, a la hora que me dé la gana a mí! — le gritaba él, ella lloraba por el dolor propinado por el puñetazo que Frank le había dado, mientras lo miraba con ojos de decepción y desprecio, él le golpeó de nuevo para que ella dejara de mirarlo, la puso de espaldas y la hizo sentir más sucia de lo que jamás se había sentido nunca en su vida. Este día lo vivió ella durante tres largos años ¿se preguntan por qué no se fue de allí? es que ella pensaba que ya no le importaba a nadie y no tenía a donde ir, ella pensaba que ya no tenía futuro, pero no se quería suicidar como muchos hacen, pues a pesar de todo tenía una esperanza que aún la mantenía viva.
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Editado: 05.03.2018