El Sonido de una lagrima

Las lágrimas limpian las heridas del corazón

Los esposos González iban llegando al comedor y escucharon a Jairem gritándole a Karen, Elisabeth se adelantó al lugar porque sabía que esto no le hacía bien a Karen.

— ¿Qué pasa aquí Jairem? ¿Por qué le gritas a Karen? — Preguntó Elisabeth—.

— Nada mamá solo que la estúpida sirvienta derramó jugo en mi camisa, mira.

— Jairem, no tienes porqué ofender a Karen, cámbiate la camisa y asunto resuelto, de seguro que ella lo hizo sin intensión.

— Pero mamá...

— Ya oíste a tu madre hijo, — exclamo marcos mientras llegaba al lugar—, ve a tu cuarto, muda tu ropa y ven a cenar, que luego quiero tener una plática contigo.

— Si papá.

Jairem salió para su cuarto y Elisabeth y marcos le pidieron disculpas a la pobre de Karen que estaba llorando — no llores Karen, eso no te hace bien—  le dijo Elisabeth con un tono de voz preocupado—.

— Karen — dijo marcos—, Elisabeth me contó sobre tu problema, tú tienes que ser fuerte, sabes que esta es una etapa de la adolescencia que le pasará con el tiempo, no desmayes por favor.

— Gracias por preocuparse por mí—  les dijo Karen entre sollozos—, pero ya estoy bien, ya pasó.

Jairem regresó del cuarto, cenaron en silencio, un silencio incómodo para todos. Luego de la cena él y marcos se encontraban en la sala de estar charlando sobre el comportamiento de él y la visión futura de marcos en cuanto a su empresa.

— Hijo, tu comportamiento no es saludable — decía él.

— ¿Qué tiene de malo mi comportamiento? — preguntó Jairem un poco incómodo.

— No debes ofender a los demás por más enojado que estés hijo, el que Karen sea pobre para ti, no quiere decir que por eso se merezca que la humilles. La riqueza no está en el dinero que posea una persona, la riqueza se ve en su humildad, en su educación, entre su comportamiento y hay momentos en que Karen parece más digna de riquezas que tú. Además, para nosotros es una de las personas que merece más respeto en esta tierra.

— Es que esa sirvienta no hace nada bien papá — decía Jairem mientras se acomodaba cerca del escritorio en la oficina.

— Eso es lo que quieres ver hijo, si vieras lo que vemos tu madre y yo sabrías que ella se merece todo nuestro respeto, y ella hace más de lo que te puedes imaginar. En otro tema hijo, muy pronto estarás al frente de la compañía, siempre he tenido esta ilusión contigo, yo creo que eres capaz de sacarla a delante, demuéstrame que no me equivoco.

— Sí, lo haré papá.

Jairem y marcos ya habían hablado antes sobre el mismo tema de Karen y cada vez era más frecuente. Cuando cumplió los 21 años de edad marcos le dejó la empresa en sus manos, le asignó un nuevo chofer de nombre Iván, un joven de unos 22 años, alto, bien definido, de pelo corto, ojos castaños, voz gruesa muy varonil y de rostro que se hacía sentir confiable y amistoso pero muy adiestrado en los asuntos de la calle y en parrandas, con el que el joven creó una amistad única. En la empresa era muy trabajador, pero a la hora de salir, Iván siempre tenía en mente llevarlo a discos, bares, etc.

Para votar el estrés del día, decían ellos en conjunto, y Jairem siempre llegaba ebrio a casa y eso preocupaba a Karen, pues era ella que cada madrugada esperaba despierta a que Jairem volviera a casa, le dejaba unas pastillas para el dolor de cabeza de la mañana y temprano lo esperaba un café cargado para mejorar.

Temprano en la mañana de camino al trabajo, Jairem toca el tema de Karen con Iván:

— No sé por qué mis padres la cuidan tanto — decía él en tono molesto—, es una simple sirvienta.

— Quizás tus padres solo la quieren por el tiempo que ella tiene trabajando en casa.

— Puede ser Iván. Por otro lado, Karen es muy... la insultó, la humillo, la maltrato y me sigue tratando igual, como si no le molestara lo que lo digo.

— ¿Qué tiene de malo eso?

— No sé, me desquicia ver cómo me trata es como si fuera sorda en cuanto a mis palabras. Me soporta más que mis padres, ¿puedes creer?

— Suena raro, pero no me impresiona, quizás ella necesita tanto el empleo que prefiere ahorrarse sus palabras y no contestar. No te pongas loco Jairem ella es solo una sirvienta y tu un empresario, déjalo pasar.

En ese momento sonó el celular de Jairem:

— Hello

— Jairem? ¿Tienes planes para esta noche?

— Porque no tengo salida hoy y pensé que te gustaría llevarme a algún lado.

— Okey, conozco un bar al que frecuento, es muy bueno, te paso a buscar a las 8:00 pm y vamos.

— Okey, aquí te espero. Adiós.

Jairem salió del auto cuando terminó de hablar y entró a la empresa. Trabajó hasta el cansancio como siempre y luego de una junta que tenía pautada, salió y le dijo a Iván que lo llevara a casa para mudarse de ropa y comer algo antes de ir a buscar a la amiga que había llamado e ir al bar. Se puso una camisa negra, unos vaqueros blancos, con unos zapatos negros, salió en busca de Iván y se fueron a buscar a Jennifer a casa. Llegaron al bar y al entrar uno de los trabajadores les saludó y llegó una camarera, nueva para Jairem pues nunca la había visto en ese bar:



#46052 en Novela romántica
#7374 en Chick lit
#30286 en Otros
#9803 en Relatos cortos

En el texto hay: dolores, amor y sufrimiento, decepciones

Editado: 05.03.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.