Jairem se levantó de golpe y salió del lugar, sus padres lo llamaron, pero continuó renuente sin mirar atrás. Esta vez no llamó a Iván, solo tomó el auto y salió de camino al bar de Bob, tomó una mesa, llamó a Rachel y le pidió un trago, ella volvió al rato con el trago, al intentar retirarse Jairem la detuvo.
— Siéntate— dijo él mirándola a los ojos—, tengo que hablar contigo — Ella se quedó pasmada mirando, sin decir una palabra, trato de retirarse, pero Jairem la detuvo nuevamente— ¡Camarera! Estas aquí para dar un buen servicio, a ver si sirves para eso.
Se podía ver el enojo en los ojos de ella, pero no quiso emitir ni una sola palabra porque sabía que Bob apreciaba a Jairem como cliente.
Por otro lado, a Iván se le hacía extraño que Jairem aún no hubiese llamado así que lo hizo él, pero solo le salía el buzón de voz. Entendió rápidamente el mensaje, no insistió más, tomó el auto y fue a dar una vuelta donde una chica que lo traía loco.
Llegó a la casa de ella, tocó la puerta y ella le abrió, una morena de ojos castaños, grandes y brillantes, cuerpo mulato, pequeña de estatura, pero con un largo y lacio pelo negro, y una voz que hacía que, todo lo que saliera por esa boca de diosa griega, diera ganas de rogarle un beso.
— Buen día Leonor, perdón si te interrumpo algo, pero es que necesitaba verte, hoy me parece que tengo el día libre así que no se si te gustaría que saliéramos a desayunar justos.
— Hola Iván ¡que sorpresa tu por aquí! no te esperaba. — aunque no quería decirlo ella estaba enamorada de él, pero tenía miedo de ilusionarse y luego sufrir una decepción, tenía poco tiempo conociéndole pero él no le había mentido en nada de lo que ella le había preguntado hasta ahora, ella sabía dónde él trabajaba y lo que él trabajaba, por alguna razón que no quería admitir Iván no quería perder la confianza que se había ganado con ella y no la sacaba de su cabeza y ella se sentía a gusto con él como si hace mucho que le conociera— ¿qué tal si te quedas aquí y yo te preparó el desayuno para los dos y así hablamos con más confianza? — esa idea le encantó a Iván, entró a la casa, pero no dejó que ella preparara el desayuno sola, fue a la cocina y la puso a observar mientras él hacía el papel de chef.
Ella puso la mesa, él se sentó cerca de ella y pasaron la mañana sonriendo y dialogando como si hacía años que se conocían. Leonor es dominicana, de familia muy tradicional y sabe que a sus padres no les gustaría que ella entrara en una relación sin antes avisar y presentar al joven como corresponde, Iván por su lado era de padres dominicanos, pero no fue criado en República Dominicana así que sus padres eran un poco más permisivos al respecto. Esta nacionalidad en común fue lo que los ayudó a mantener el diálogo y la comunicación por largo más de 4 horas sin aburrirse el uno del otro.
— No sé cómo veas esto Leonor, pero me gustas, so me gustas bastante y no sé cómo te has metido en mi cabeza cuando yo no soy hombre de compromisos. La cosa es que siento que me gustaría, si me dejas, intentarlo contigo, yo no te pido que seas mi novia, solo te pido una oportunidad para hacerte feliz por favor—.
Ella no quería sufrir, una de las razones por las que vino a vivir a este país fue porque en dominicana vivió un fracaso que la marcó por mucho tiempo, quería intentarlo de nuevo, pero no se sentía preparada. — ¿Me dejas pensarlo unos días por favor? es que no quiero precipitarme — si había alguien que la entendía esa persona era Iván pues estaba pasando por la misma situación que ella, salvo que, para los hombres, según dicen ellas, no se hace tan difícil sanar de una herida hecha en el corazón por un amor pasando—.
— Toma todo el tiempo que necesites, sé, y no tienes que decírmelo, que estás pasando por un proceso de reponerte de una mala relación, puedo ver en tu cara que querías mucho a esa persona y no sabes si lo superaste. ¿Que Cómo sé esto? yo también sufrí y es por eso que te entiendo perfectamente, así que tómate tu tiempo y cuando creas más conveniente me avisas por favor — dicho esto último se despidió de ella agradeciéndole por la compañía y el desayuno, besó sus mejillas y lentamente se marchó dejando mucho en que pensar a Leonor.
Rachel se giró dando una mirada de soslayo a Jairem, su respiración se alteró un poco, pero luego respiró profundo para tranquilizarse y no provocar otro escándalo como la última vez.
— Oye— dijo ella en voz baja pero cortante y molesta—, no tengo tiempo para tus muchachadas hoy, tengo mucho trabajo como para sentarme a jugar al niño malcriado contigo, la verdad...
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Editado: 05.03.2018