Siglo XIX.
Maia era una mujer que sobrevivió a la meningitis, pero lamentablemente quedó sin poder oír, por esa razón había sido abandonada en el hospital de una cuidad, llegaron muchas parejas interesadas en ella, pero cuando sabían tenía esa discapacidad desistían, hasta que llegó un matrimonio que no le dio mayor importancia a esa situación.
— Es complicado, necesitará asistencia toda la vida.
La mujer se acercó a la cuna y le sonrió a la pequeña, por primera vez en su vida la niña hizo contacto visual con otra persona y le extendió los brazos para que la tomará.
— Vaya, nunca había hecho eso con nadie.
— Queremos que sea nuestra hija.
— Señor Johnson, no se lo aconsejo, ambos son jóvenes, si luego tiene uno propio que pasará con ella.
El hombre miraba a su esposa hacerle mimos a la bebe.
— Tuvimos un accidente cuando íbamos en automóvil a un pueblito de la costa donde tenemos una casa, hace un año atrás, mi esposa sufrió muchas heridas, para salvarla tuvieron que sacarle el útero.
— Lo siento — pertenecían a una familia pudiente, la niña podría tener muchos beneficios si ellos la adoptaban.
— No se preocupe, la deseamos como hija, nunca le faltará nada.
— No hay problemas entonces, vamos a firmar los papeles y pueden llevársela.
La niña se crio con mucho amor en ese hogar, a los 3 años se empezó a masificar el nuevo sistema de comunicación, lenguaje de señas, aunque Maia logró hablar, siempre le faltaba control con el volumen, y su voz sonaba algo mecánica, pero con este nuevo sistema ella aprendió muy rápido. Sus padres le quisieron poner una institutriz, pero al ver lo que le pasaba todas se iban, al final tuvo que enseñarle su propia madre. A pesar de su discapacidad aprendió a tocar el piano, escuchando las vibraciones del instrumento.
A los 25 años, nadie la había pedido por esposa, temiendo que si tuvieran hijos tendrían la misma condición, además muchos la trataban como si fuera un idiota, sus padres y ella se fueron a vivir a la costa, allí Maia vio a varios niños que tenían problemas de oído y no podían hablar, entonces su padre le autorizó a usar un sector de sus tierras, donde construyeron un internado, pronto ya no tuvieron cupos, dado que no cobraban y les daban casa y comida mientras estudiaban, las personas pobres los mandaban allí. Además tenía un sistema de clases independientes del colegio, dado que muchos hijos de familias pudientes se contactaron con ellos, así que la mujer daba clases libres a quienes quisieran todas las tardes, en el colegio improvisado que era atendido por profesores pagados, ella estaba en las mañanas para supervisar todo.
El ambiente era de paz y tranquilidad para la joven, con 30 años su mundo eran sus niños, aprovechaba el alba para ir a caminar a la playa, era un lugar donde todos se conocían así que no había peligro para ella, iba con su quitasol de encaje a esperar el amanecer. En las tardes, luego de sus clases se sentaba abajo de un árbol al lado del río, atrás de su casa, a sentir la naturaleza a su alrededor.
Una noche hubo una gran tormenta, al otro día Maia fue a caminar como siempre, vio muchas cosas que la tempestad había dejado en la playa, en eso al lado de una piedra vio el cuerpo de un hombre, tal vez cayó de un barco pensó angustiada recordando la tempestad que hubo, pero cuando llegó a su lado vio algo impensado.
"Tiene cola de pez".
En eso el tritón recuperó la conciencia, cuando la vio le pidió ayuda, pero ella seguía sin saber qué hacer, él seguía gesticulando y moviendo los labios, ella por señas quiso indicarle que no podía escuchar, el ser, agotado por haber luchado contra las olas, ya no pudo más y se desmayó.
La mujer con mucho esfuerzo logro arrastrarlo a una pequeña bahía, allí lo dejo en el agua que estaba más calmada que la del mar, lo miraba y no dejaba de repetirse, esto no puede ser, estoy soñando. Cuando se convenció que todo era real, fue a su casa a contarle a sus padres, al llegar ellos todavía estaban dormidos, decidió explicarle lo que descubrió más tarde, por mientras tomó algo de comida y volvió a la costa.
El ser ya no estaba donde lo había dejado, ella miró al mar preguntándose si fue verdad lo que pasó. Unos días después mientras caminaba frente al mar, tuvo el presentimiento que alguien la miraba fijamente, alcanzó a ver una cola que se hundió en el agua ¿Un delfín? Nadie había visto uno en muchos años por allí, se subió a las rocas, pero sus zapatos no le servían para eso, se los sacó y las dejó en la arena, siguió subiendo sujetándose el largo vestido, cuando estaba en lo más alto, vio pasar al ser bajo el agua, le dio la impresión que era él que había visto luego de la tormenta, se agachó para seguirlo con la vista, pero las algas en ese lugar estaban muy resbalosas, al final cayó al mar, golpeando la cabeza, quedó inconsciente en el agua.
Un rato después un grupo de los alumnos del internado estaba en la playa, buscando a la mujer, estaban preocupados porque nadie la había visto en horas, la encontraron tiraba en la arena de la playa.
— ¿Srta. Maia está bien?
— Me duele mucho — se tomó la cabeza.
— La llevaremos a la casa, afírmese de nosotros.
La llevaron a su hogar donde sus padres la llevaron a su cuarto luego de vendarle la cabeza, al otro día, cuando despertó se sentía mucho mejor, salió a ver como iba todo en el internado, miró que cerca del río que había atrás de su hogar, estaban sus zapatos.
— ¿Quién me los habrá traído? Seguramente uno de los niños fue, son tan amables conmigo.
La rutina del lugar siguió igual, el invierno fue muy duro, lo que la obligó a vivir entre su casa y el internado, para la primavera de nuevo volvió a sus paseos por la costa.
De nuevo sentía que alguien la veía de lejos, y cuando ella volteaba la cabeza el mar estaba normal, fue tanto que hizo como que se iba, pero volvió con cuidado por las rocas, y se escondió, pasado un rato, vio una cabeza humana saliendo del agua mirando para donde ella había estado.