El Sonido del Corazón

Parte 4

— Debo volver a casa — dijo Maia, triste por separarse de Jorden.

— No quisiera dejarte ir — la besó tiernamente.

Desde ese momento todas las noches ella se escapaba de su casa para ir al río a encontrarse con el tritón, o iba muy temprano a la playa, allí se amaban tranquilos.

Cuando el sirenio se fue a finales de otoño, el padre de Maia conversó muy serio con ella.

— Estimo mucho a Jorden, pero debo pensar en ti ¿Qué harás cuando yo no éste? Necesitas un esposo, alguien que pueda cuidarte.

— Él me salvo del que intentó violarme.

— Pero no siempre estará a tu lado, además tu quieres hijos ¿Has pensado que con él seguramente no tendrás?

— Todo eso lo sé padre, pero lo amo, no podría estar con otra persona.

— Mi niña... — movió la cabeza contrariado.

No siguió insistiendo, sabía que por más que le dijera, ella no le haría caso, antes que llegará la primavera, el hombre murió de un ataque al corazón, cuando llegó el tritón la mujer de nuevo estaba de luto.

— ¿Qué pasó? — preguntó aunque ya presentía la respuesta.

— Mi padre murió, me sentí tan sola, pero por fin estas a mi lado — en ella se notaba mucha angustia.

— Yo... lo siento mucho — por un momento él quedó en silencio — solo venía a decirte que... ya tengo a una pareja de mi raza.

— ¡¡No puede ser!!

— Lo siento, es lo mejor para ambos, lo nuestro no tenía futuro. Busca a un humano y sé feliz.

Se hundió en el agua del río y se fue rápidamente, con el corazón adolorido.

Ella cayó de rodillas.

— ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? — se repetía una y otra vez, desesperada.

Cuando se fue, en el otoño del año pasado, el padre de la mujer había esperado a Jorden y habló con él.

— Sé que la quieres, pero esa no es vida para ella, si la amas de verdad déjala en libertad, debe tener a alguien a su lado. Sabes que no puedes ser tú.

— Pero...

— Si la amas déjala que haga su vida. Piensa en ella antes que en ti.

Durante su viaje el tritón meditó lo que el hombre le dijo, había decidido seguir con Maia, pero vio que ella había necesitado de él y no había podido estar a su lado. Sentía que su corazón se partía en dos, pero era lo mejor para la mujer, con ese pensamiento se fue con su gente.

Por cinco años pasó lo más lejos que pudo del pueblo de Maia 

— ¿Qué te pasa hermanito? — su hermana lo veía deprimido, no había querido preguntarle por qué ya no iba a ver a la humana.

— Es que... que... ella...

— ¿Se casó con otro?

— No, la última vez que la vi le dije que yo tenía... una pareja.

— ¿Por qué le mentiste? Pensé que la amabas.

— La amo, por eso la dejé, ella debe tener un compañero siempre a su lado.

— ¿Y crees que eso le importe? Ella te ama, con todo lo que conlleva eso.

— No puedo condenarla a una existencia vacía, si no puedo estar siempre con ella.

— No será vacía, su vida estará llena de amor... de tu amor, eso es lo que importa.

Ese año Jorden decidió ir a verla, aunque fuera de lejos. Se acercó a la casa, todo se veía en calma, muy tranquilo. Ya iba a anochecer cuando vio una pequeña de unos 4 años que salió de la casa, él se le acercó despacio, ella lo vio y lo saludo con la seña Hola.

— Hola ¿Eres hija de Maia?

— No, vivo en el internado, vinimos con unos compañeros a arreglar la casa, la señorita está muy enferma, dicen que pronto se reunirá con sus padres, la echo de menos.

— ¿Está en el hospital?

— Sí.

— Gracias

Por suerte en la parte de atrás del recinto hospitalario pasaba el río, salió y se arrastró en la oscuridad, vigiló y pudo encontrar en la habitación del primer piso a su amada, con la fuerza de su cola reventó el seguro de una ventana, se arrastró aprovechando que no se veía nadie en los pasillos y que las enfermeras ya habían hecho la guardia.

— Maia — le tocó la mano, ella inmediatamente despertó.

— ¿Qué haces aquí? — lo miró mezcla rabia y tristeza, se veía demacrada, con grandes ojeras — ¿Qué quieres?

— Lo siento, te mentí... quería que tuvieras un compañero humano, no quería que estuvieras sola, ya que yo no puedo estar todo el año contigo.

— ¿Y crees que eso me importaba? Te amaba, nunca te hubiera reclamado nada, sabiendo que me correspondías era más que suficiente para mí.

— Ahora lo sé, no debí decirte eso, no tienes idea como te extrañe... y ahora tu...

— ¿Entonces no tienes pareja?

— Todo fue mentira, tu padre me convenció que te dejara, que era lo mejor para ti.

— A pesar de los años, y del dolor que me hiciste pasar, nunca he podido olvidarte.

— Debo irme ahora, pronto amanecerá y vendrán a verte, prometo venir mañana apenas todo quede tranquilo.

Pero a la siguiente noche, ella no estaba, y su cama estaba hecha.

"Murió, no debí haberle mentido, seguramente eso la mató".

Él lloraba desde afuera de la ventana, en eso algo le rozó el hombro, a su lado estaba su amada.

— Maia — el tritón le abrazó muy fuerte las piernas — pensé que...

— Ve a mi casa, no quiero que te vean, me dieron el alta en la tarde, el médico no se explicaba por qué mejore en tan poco tiempo — lo besó — te espero.

Ella se fue por el camino, cuando llego él ya estaba al lado de un árbol, esperándola.

— ¿De verdad estas bien? — estaba preocupado que le hubieran dado demasiado pronto el alta.

— Sí, solo era la melancolía y la tristeza la que me tenía así, el saber que era mentira lo que me dijiste, y me seguías amando me dio la fuerza que me faltaba.

— Lo siento, yo quería que no te sintieras sola.

— Nunca lo estaré, tú siempre estás en mi corazón.

Desde esa noche él le empezó a cantar, ella ponía la mano suavemente en su cara, podrían estar así por horas.




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