_Toma está y esto._ decía Miguel mientras le colocaba una gallina y un cuchillo en las manos de Dina.
Con fuerza tomo la gallina de las patas al igual que el cuchillo.
_!Ay!, Gallina deja de moverte._ casi fue un grito.
_¿Que haces Di? El cuchillo es para que la mates._ frustrado gritó Miguel.
_¿Yo?_ se quedó sorprendida (nunca había hecho esto sola).
_Sí, tú._ dijo bruscamente señalandola y poniendo los dedos fuertemente en el hombro.
_Oye, eso me dolió._ se quejó pero eso no hizo que Miguel dejará de darle órdenes.
A regañadientes aceptó, empuñó el cuchillo y se puso de rodillas entre sus piernas colocó a la gallina, con la mano izquierda jalo la cabeza del ave y con la otra mano cortó el pescuezo del animal. La sangre comenzó a brotar del corte y el animal cada vez se movía más haciendo que se le escapara, la gallina salió de control y la sangre salpicó por todas partes. Furiosa Dina se abalanzó contra la gallina y la atrapó.
(Siempre odié hacer esto, mamá necesito de tu ayuda)
_Listo sargento Salazar._ Sin expresión en el rostro habló Dina haciendo un saludo típico de un soldado hacia su superior.
_¿Conoces mi apellido?_ sorprendido preguntó Miguel.
_Tu identificación oficial lo dice._
_¿Donde lo tomaste?_
_Lo dejas donde quiera, no te quejes, además ¿Que tiene de malo?_
_Nada solo que… listo muchachos tenemos agua y ollas._ rápidamente cambió de tema.
_Nos quedaremos aquí._ dijo Miguel.
_Ve por las chicas._ le ordenó a Pablo.
_¿Yo por qué?_ molesto preguntó.
_Por que lo digo yo._ con el mismo tono le respondió Miguel.
_De acuerdo, ya voy._ inconforme se marchó.
Mientras el iba por el resto, Dina, Miguel, Rogelio y Alexis caminaron hacía la casa, prepararon una fogata e improvisaron una parrilla hecha de fierros que encontraron en el hogar, colocaron agua en una de las ollas y pusieron a hervir el agua. Los pasos se escuchaban cada vez más cerca los pies se arrastraban por el suelo haciendo crujir las hojas secas caídas de los árboles.
_Buen día._ un coro de voces femeninas soñolientas saludaron.
_Buenos días chicas._ Miguel devolvió el saludo.
Dina solo se limitó a sonreír, asintiendo, estaba tan concentrada en el agua.
_Dios mío Dina ¿Estás bien?_ Miriam abrió los ojos exaltada por la sangre en la ropa de su amiga.
_Descuida es solo sangre del animal._ dijo señalando al ave.
Una faceta más tranquila y relajada apareció en el rostro de Miriam.
_¿Que hacemos?_ se atrevió a preguntar Victoria.
_No hay mucho que hacer, ustedes pueden asar el pollo después._ dijo Miguel.
Dada la tarea esperaron a que llegara su turno, los chicos y Dina desplumaban la gallina mientras las chicas hacían brasas, llegó el momento de poner el pollo sobre la parrilla. Pasados unos cuántos minutos repartieron la comida y se sentaron a disfrutar. Kay se dejaba ver tan sonriente al platicar con Gema. El deseo que compartían todos era que todo terminará tan de pronto como comenzó.
Una voz entre cortada empezó a sonar llenando de temor al grupo, voz distante como escuchada a través de una radio.
Se pusieron de pie y tomaron sus armas, comenzaron a caminar hacia el lugar de donde provenía dicho sonido, las hojas secas rompiéndose debajo de sus pies hacía más tenebroso el recorrido. A medida que avanzaban la voz se volvía más fuerte pero no podían entender nada de lo que se decía.
_¿Alguien entiende?_ susurró Miguel.
Todos negaron con la cabeza. La voz era más cortada impidiendo dar un mensaje claro y coherente.