_Dina, se que me escuchas._
_¿Dina?_ Una voz escalofriante hacía eco a través del bosque.
_¿Que quieres?_ exclamó Dina, mirando a todas direcciones buscando la persona que la llamaba.
_No quiero nada, señorita._ respondió la voz femenina.
_Entonces… ¿Quién eres?_ pensó si no tiene propósito alguno por lo menos quiero saber quién es.
El corazón le latía fuertemente, a través de las manos comprobaba su ritmo cardíaco, la respuesta a su pregunta no llegaba y las ansias golpeaban más fuerte, el viento hizo mover los árboles del bosque el mismo en el que había jugado a las escondidas con su familia cuándo era más pequeña, el silencio se hizo presente por un largo rato hasta que la voz de la chica lo cortó abruptamente.
_Lucha por nuestro futuro._ susurró la persona misteriosa cómo una suplica, eso hizo que Dina se sobresaltara.
_No es lo que quería saber, aún no respondes a mi pregunta._ firmemente exclamó Dina.
Cuándo dió media vuelta, la chica misteriosa apareció frente a ella, dio un paso atrás asustada. Cabello suelto y largo, llevaba puesto un vestido de cuadros blancos y negros, además de una gabardina negra, tenía botas, el delineador negro marcaba el contorno de sus ojos y el rojo hacía resaltar sus labios.
_Soy… tú._ cuándo dijo la última palabra tocó la punta de la nariz de Dina así desapareciendo y dejando a la chica del presente en un vasto lugar negro.
El canto de un gallo la despertó, aturdida por el sueño se levantó, metió los pies a sus botas y se dirigió al baño.
_¿Cómo no me di cuenta de que había un gallo?_ murmuró cómo quejándose del ave.
Entró al baño, sin poderse quitar el sueño que había tenido pensó sin llegar a una explicación, después de hacer lo que necesitaba salió.
_Dicen que al bañarte encuentras respuestas a tu problema, voy a comprobarlo._ susurró cómo si alguien estuviera escuchándola para comprenderla, volvió al baño solo para darse cuenta de que no había agua.
_¡Maldición!_ dijo entre susurros, buscó un balde para ir por agua, por suerte un arroyo pasaba cerca de la casa.
La madrugada era fría y el viento daba muestra de un escenario de lluvia, tomó un poco de agua y volvió a la casa, después de echarlo sobre el inodoro salió, esta vez con otro cambio de ropa, se apresuró al arroyo, las hojas se rompían a cada paso, al llegar se deshizo de sus prendas y se metió al agua helada, su cuerpo se entumeció pero luchó contra esa sensación.
Sentía como cada parte de ella se limpiaba y dejaba ver el verdadero color de su piel, la sangre del día de ayer se había secado costando más energía para limparla.
Al cabo de un rato salió del agua, se secó con una camisa de talla grande y comenzó a vestirse, se puso las calcetas y se amarró las agujetas de las botas, el pantalón negro y la playera blanca absorbian el resto de agua en su cuerpo, se colocó la chaqueta, de por sí la mañana era fría y con el baño peor se había puesto.
A la distancia colores turquesa y celeste agua llamaron su atención, comenzó a caminar poco a poco para evitar hacer tanto ruido, en cuánto llegó quitó las hojas de encima de aquel objeto de extraño brillo, lo colocó sobre la palma de su mano para observarlo detenidamente.
Era una luna, que al absorber luz podía brillar en la oscuridad. De vuelta al agua sumergió la cadena para quitarle el exceso de tierra, con ayuda de la camisa lo secó y se lo colgó en el cuello.
Las linternas comenzaron a apuntar en dirección del árbol donde habían dormido anteriormente, así iniciaron su recorrido hasta llegar al arroyo, rápidamente Dina trepó el árbol escondiéndose en la copa frondosa del árbol de Ceiba, a través de las ramas observó como cada vez más se acercaban a la casa, en su mente rogaba por qué se marcharán, una orden detuvo la búsqueda.
_Vamos, al parecer aquí no hay nada, ya casi termina nuestro turno._
Los hombres se alejaron y desaparecieron del perímetro, permitiendo a Dina bajar de su escondite, al llegar a la casa cerró la puerta y se acostó, no buscaba volver a dormirse, se conformaba con tener un lugar para pensar. Estuvieron tan cerca de ser atrapados y de la peor forma, con la guardia baja, dormidos.
La poca luz comenzaba a iluminar la tierra, se colaba por todas las rendijas. Voces soñolientas y roncas recibían el día y saludaban a sus compañeros alistandose para lo que el día les hubiese preparado.
_Buenos días, compañeros, para comenzar necesitamos desayunar._
El último saludo fue dado por Alexis, el resto lo tomó como una orden para preparar el desayuno. Lo mismo de ayer, pero ahora pollo en caldo ya que el día anterior había recolectado algunas verduras. Las labores de cocina habían comenzado, trabajaban bien y ordenadamente.
Al cabo de un par de horas, todos se detuvieron, llegó la hora del desayuno, se reunieron todos en el lugar de la fogata de la noche anterior, el arbusto lejano era alto y habían muchos árboles que impidieran la vista directa del enemigo.
_Hoy me desperté en la madrugada, necesitaba bañarme y no había agua._ Dina comenzó a hablar y dejó de masticar.
_Así que tuve que salir al río._ La miraban atentos sin dejar de comer. _Cuando terminé, un grupo de la Asociación caminaba rumbo al campamento._ Se detuvo para explorar los rostros de sus compañeros, miradas serias y preocupadas.
_Apenas me dio tiempo de subirme al árbol cercano al arroyo, cuando comenzaron a dirigir sus linternas en dirección al barranco._
Antes de que pudiera seguir con su relato alguien la detuvo abruptamente.
_¿Porqué no corriste a avisarnos? Podrían habernos atrapado ¿Y tú? Bien gracias y presumir que eras ¿la única superviviente?_ Gritó Nicole exaltada.
_Antes que sigas lanzandome piedras, déjame terminar._ La quedó mirando con ojos amenazantes.
_El árbol era alto y debajo habían muchas hojas secas, un hombre ya mayor anunció que el turno había terminado y detuvieron la búsqueda, así es como se marcharon._ Tomó su plato y volvió a comer.
_Si no fuese sido así, nos hubiera dejado a nuestra suerte ¿Acaso no somos un equipo?_ Se puso de pie y mantuvo la mirada con Dina.
_Por favor, Nicole, en su situación no era fácil, probablemente lo mismo hubieras hecho tú._ Alexis se interpuso entre ambas para calmar la situación.
_¡No! Porque yo no soy una maldita cobarde como esta que dejaría a su equipo._ Gritó aún más fuerte sin que le importase ser cazada.
_Ah pues eso quiero verlo._ Fue lo último que el chico dijo y comenzó a platicar con Dina.
_¿Porqué la defiendes? Yo llevo tiempo conociéndote...
Victoria se puso de pie y le tapó la boca a Nicole, ella era alta y más fuerte, por supuesto que la iba a detener.
_Esta tía me está hartando, y sí sigues con estos comportamientos de cría, te tocará perder y mucho._ se la llevó al interior de la casa, los gritos fueron disminuyendo y el llanto se abrió paso.
_Siento que su enojo no solamente es por lo de hoy, ella está...
Dina se quedó con la boca abierta al ver que Alexis asintió, el sabía a que se refería, Nicole estaba celosa.