El Squad del desamor

Capítulo 7: Esteban.

—Esteban, despierta cariño, es hora de ir a la escuela, es tarde.

—Cinco minutos más.

—Vamos, usted tiene que ir a la escuela, voy a llevarte, pero necesito que te bañes, queda una hora, date prisa o de lo contrario vas a llegar tarde.

—Está bien Mamá, gracias— intentó despertar como puedo, veo como mi Mamá sale de la habitación. Elijo una camisa azul y un pantalón de vestir color negro. Me voy hacia la cocina, estoy hambriento.

—Mamá es buena — Terry comienza a golpear el plato con el tenedor.

—¿Lo soy cariño? — mi hermano asiente con la cabeza.

—Yo te quiero mamá— mueve sus manos con señal de querer un abrazo, mi mamá lo toma entre sus brazos.

—Estaremos bien, se los prometo— nos besa la frente mientras nos abrazamos como la familia que somos, unida, un poco rota, pero feliz. 

(...)

—Hola— parece no inmutarse de mi presencia.

—Hola Esteban, disculpa, ¿cómo estás? — guarda su celular en su mochila.

—Bien, gracias, ¿tú qué tal? —revisó mi mochila, mi Madre me ha puesto unos emparedados de albóndigas con salsa agridulce.

—Bien, supongo, en fin, ¿podrás ir a mi casa después de clase? — asiento con la cabeza mientras le doy mordiscos a mi comida—. Genial.

—Sí, genial. 

—Oye, ¿puedo ver tu libreta? — me muestro algo esquivo, pero al final cedo. Comienza a leer mis escritos y siento algo de náuseas. 

—“Querido Padre, me has dejado solo, me hace falta tu presencia, pero finjo de todos modos, he aquí mi juramento, no replicaré tus elecciones, no dudaré en alejarme de tus ambiciones, tan sólo me encuentro en un vacío profundo que me carcome todo el cuerpo, no cuestiones mis decisiones cuando has elegido dejarme con un montón de versos incompletos que no me dejan pronunciar tu nombre” ... — susurra mientras lee—. Esteban, esto es..., 

—Es horrible lo sé— he terminado mis emparedados, así que doblo la bolsa de papel en cuatro partes.

—Es hermoso, digo, escribo poesía, pero tienes algo, sabes describir lo que sientes— intentó convencerla de que es ajeno a mí, que fue una invención de mi mente. Pero la realidad es que escribo para sacar todos los sentimientos encontramos respecto a mi Padre.

—Lo siento, no quiero ser una entrometida, no dudo que con tus ideas poéticas saquemos notables.

—Supongo Samanta— comenzamos a hablar de poesía, de recomendaciones, desafíos que hemos encontrado al escribir, etc. Vemos como un profesor de la clase de "Redacción y prosa" entra a zancadas, todos nos hemos quedado pasmados, tiene una voz ronca y parece convencido de todo lo que dice, parece ser estricto, se rasca su barba negra mientras hace apuntes con gran velocidad que mi mano arde.

—Bueno como les decía, el proyecto valdrá sesenta por ciento de su calificación, todo consiste en que hagan un buen ensayo o escriban un buen libro, es difícil ser impresionado. Una cosa más, el plagio es inaceptable, piensen, creen, innoven, es todo, pueden irse, sólo hoy les dejaré salir temprano, suerte para los principiantes y hagan lo mejor posible— veo sus ojos negros obscuros, me siento un poco intimidado. Salimos del salón, algunos compañeros se quedan dentro para entablar conversaciones. Veo como sale Samanta del salón, sigue tecleando algo en su celular.

—Buenas tardes, señorita Samanta— un hombre de tez blanca con ojos negros y cabello rubio hace una reverencia, tiene puesto un uniforme color azul marino y lleva una gorra del mismo color.

—Buenas tardes, Ernesto— el hombre toma su mochila, vamos hacia afuera, no puedo creer que entré en una limusina color negro, nunca he estado en una, hay una mesa con algunos refrescos y botanas, me sorprendo, no me quiero imaginar el lugar en el que vive.

—Bueno Esteban, no te impresiones tanto, Papá se dedica a ventas de negocios, le va bien, pero no es nada, no me importaría dejar todo esto para pasar más tiempo con él— veo sus ojos cristalinos, mientras sus cabellos caen de manera despreocupada en sus brazos. Saca de una caja de madera unos chocolates y me ofrece, se llama Overlay's, son unos chocolates deliciosos, aunque costosos, yo tendría que trabajar dos días completos para comprarme únicamente una pieza. Lo saboreo, tiene almendras y arroz inflado.

—Cuéntame, ¿cómo es tu familia? — cuento que mi Madre trabaja como administradora de negocios, pero con lo que gana apenas le alcanza, mientras cada día lleva consigo a mi hermano, mientras su secretaria cuida de Terry, no es que nos vaya completamente mal, pero tenemos lo justo para vivir.

—Perdón que te interrumpa, pero quiero saber cómo es tu familia, no qué hace— entiendo a lo que se refiere.

—Bueno mi Madre es una mujer cariñosa, mi hermano, bueno es amoroso, además ocurrente, tiene tres años, es pequeño aún, pero es fuerte.

—Qué bonito, ojalá yo tuviera hermanos— me dice mientras agacha la mirada.

—Oh, ¿eres hija única? — no quiero preguntar muy a fondo.

—Sí, pero es más una desventaja, que ventaja, casi siempre estoy sola.

—Entiendo, así me sentía yo, bueno ya sabes, antes de que naciera Terry. 

—Chicos perdón que les interrumpa, hemos llegado—. Dice Ernesto, me quedó un poco perplejo, ni siquiera me he dado cuenta de que estamos afuera de su casa. Es una mansión con grandes ventanales, hay dos fuentes en forma de mujeres desnudas en cada extremo, una puerta angosta de madera color caoba, mientras su aspecto es un poco frívolo por el color negro que tiene de fondo. Salimos de la limusina, Ernesto le ayuda a bajarse y luego le sigo los pasos. Estoy asombrado, es una enorme casa, la nuestra no es la mitad de esto.

—Bueno bienvenido estás en tu casa— dice y nos adentramos a la mansión. No puedo dejar de mirar, hay un pasillo lleno de retratos de ella y sus padres, su padre tiene un aspecto serio, sus ojos negros y su cabello negro azabache me hacen tragar saliva, su madre una mujer rubia, delgada, ojos color miel, con unos grandes labios, y una sonrisa impecable me hace pensar que es una familia modelo. Luego veo a una bebé una melena color negro y sí, tiene los mismos ojos azul zafiro.




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