El sueño de Tekove

Jasy y Kuarahy

Dentro de la nave nodriza, se formó una pequeña esfera de espumas y electricidad. Los ángeles lo rodearon y, de ahí, se escuchó la voz potente del gran Creador.

— Sé por qué me invocaron – dijo la voz – pero lastimosamente no podré quitarte tu poder, Tekove. Es un don valioso que solo unos pocos poseen.

— ¿Pero qué pasará si los sobrevivientes a la inundación la encuentran? – le preguntó Okenteha, preocupado por el porvenir de su hija.

— Si pasa, será en miles de años – dijo Dios, tranquilo – los sobrevivientes al diluvio serán humanos de Tierras lejanas a la Atlántida. Existen muchas tribus que nunca han escuchado de aquella corrupta civilización, por lo que ni siquiera saben de la existencia de Tekove. Los he seleccionado cuidadosamente para que repoblaran la Tierra y vivieran por su cuenta sin intervención divina.

— ¿Entonces de verdad aislarás a la humanidad de los secretos del universo? – preguntaron los ángeles, asombrados. Era la primera vez que perderían contacto directo con un mundo conformado por mortales - ¡Pero si siempre hemos vivido en armonía! ¡Con otros mundos eso jamás pasó!

— Sin embargo, en este mundo pasó lo impensable – dijo el dios Creador – esto se debe a los “caídos”, quienes se han refugiado en pequeños mundos y corrompido a sus habitantes. Solo que la Tierra es un caso particular, porque aquí ya se generó una civilización avanzada como lo es la Atlántida. Por ese mismo motivo, ahora tienen terminantemente prohibido pasar por la Tierra después del diluvio, a excepción de los ángeles desterrados.

— ¿Y qué será de mí? – preguntó Tekove - ¿Viviré en la Tierra? ¿O en otro lugar?

— Tu alma es de origen humana, pero tu esencia es divina. Si bien no puedo quitarte tu poder, si podré dividir tu alma en dos entes, para que no tengas que ser utilizada como un arma por ninguna civilización que surja después del diluvio. Serás Jasy y Kuarahy, dos entidades que convivirán de forma independiente y podrán seguir sus propios rumbos. Reencarnarán cada cien años y siempre serán bendecidas con dones divinos en menor medida.

— Si eso es lo que quiere Dios, lo acepto.

— En cuanto a ti, Okenteha, velarás por el sueño de los humanos. Tu misión es asegurarte que cada uno de ellos pueda seguir su destino de la mejor forma. Como has convivido con humanos y eres un desterrado, la corrupción humana afectó tu esencia. Por eso permanecerás en la Tierra siempre y cuando no manifiestes tu verdadera forma.

Padre e hija aceptaron su destino. Los ángeles se conmovieron. De verdad el gran Creador podría obrar de mil formas, pero confiaban en su palabra.

Y así fue que Tekove se dividió en dos entidades llamadas Jasy y Kuarahy, quienes cada cien años reencarnaban en seres humanos para bendecir a todos aquellos que se cruzaran por su camino.

El diluvio finalizó. No quedó ningún vestigio de la civilización Atlántida.

Los humanos sobrevivientes conformaron tribus lejanas unas a las otras. Y en dos de ellas surgió el primer nacimiento post diluvio.

Tekove renació en dos entes, brindando esperanzas a la humanidad. Okenteha influenció en la conciencia de los padres para que cuidaran bien de las niñas, en sus respectivas tribus. Y así lo hicieron hasta que ellas fallecieron y volvieron a renacer en los siguientes cien años.

Y así transcurrió la humanidad, con los renacimientos de Jasy y Kuarahy cada un siglo, sin nunca encontrarse ni recordar nada de su pasado cuando eran un alma sola.

El sueño de Tekove se hizo realidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.