El amanecer llegó con un suave resplandor dorado, iluminando el bosque que rodeaba el claro donde Lyra y Orion habían compartido su momento tan especial. Sin embargo, la calma de la mañana no podía ocultar la creciente tensión en el aire. Sabían que, aunque su conexión se había fortalecido, los desafíos que enfrentaban no se desvanecerían tan fácilmente.
Lyra se despertó primero, aún sintiendo la calidez del beso de la noche anterior en sus labios. Se sentó en el suelo cubierto de hojas y miró a su alrededor, disfrutando de la serenidad del lugar. Pero pronto, su mente comenzó a divagar hacia las responsabilidades que les aguardaban. Tenían una misión que cumplir y enemigos a los que enfrentar.
Orion despertó poco después, notando la expresión pensativa de Lyra. Se acercó a ella y se sentó a su lado. “¿En qué piensas?” preguntó suavemente.
“En lo que viene”, respondió ella. “No podemos ignorar la creciente oscuridad que se avecina. Sabemos que el enemigo no descansará”.
Orion asintió, comprendiendo su preocupación. “Lo sé. Pero juntos, tenemos una fuerza que ni ellos pueden comprender”.
Lyra lo miró a los ojos y vio la determinación reflejada en ellos. “Sí, pero también tenemos que prepararnos. Debemos reunir aliados y aprender más sobre nuestros enemigos”.
“Entonces empecemos”, dijo Orion con firmeza. “No podemos permitir que el miedo nos detenga”.
Con un nuevo sentido de propósito, ambos comenzaron a planear su próximo movimiento. Decidieron visitar a algunos de sus aliados más cercanos en el pueblo vecino: un grupo de guerreros valientes dispuestos a luchar contra las sombras que amenazaban su hogar.
El viaje al pueblo fue tranquilo al principio, pero pronto comenzaron a notar señales de desolación: árboles caídos, huellas extrañas en el suelo y un silencio inquietante que envolvía todo. La tensión creció entre ellos mientras avanzaban.
“Esto no me gusta”, murmuró Lyra mientras miraba alrededor con desconfianza.
“Lo sé”, respondió Orion, su voz baja pero firme. “Debemos mantenernos alerta”.
Al llegar al pueblo, encontraron las calles desiertas y las casas cerradas. La atmósfera era pesada, como si una sombra hubiera caído sobre el lugar. Sin embargo, no estaban dispuestos a rendirse; decidieron buscar al líder del pueblo, un anciano sabio conocido por su conocimiento sobre las antiguas leyendas.
Finalmente encontraron al anciano en una pequeña cabaña al final de la calle principal. Sus ojos estaban llenos de preocupación cuando los vio entrar.
“Lyra, Orion”, dijo él con un susurro grave. “He estado esperando noticias de ustedes”.
“El pueblo está en peligro”, explicó Lyra rápidamente. “Necesitamos tu ayuda para reunir fuerzas contra lo que se avecina”.
El anciano asintió solemnemente y les contó sobre rumores de criaturas oscuras moviéndose por los bosques cercanos y cómo habían comenzado a atacar pequeñas aldeas.
“No solo son bestias; son sombras alimentadas por el miedo”, advirtió él. “Si no actuamos pronto, todo estará perdido”.
Lyra y Orion intercambiaron miradas decididas; sabían que tenían que actuar rápidamente para proteger tanto su hogar como sus seres queridos.
“Reuniremos a nuestros aliados”, dijo Orion con firmeza. “No dejaremos que la oscuridad nos consuma”.
Mientras salían de la cabaña del anciano, ambos sintieron una mezcla de miedo y determinación. La batalla estaba por llegar, pero ahora sabían que no estaban solos; tenían amigos y aliados dispuestos a luchar junto a ellos.
Lyra tomó la mano de Orion mientras caminaban hacia el horizonte iluminado por el sol naciente. Juntos estaban listos para enfrentar cualquier sombra que amenazara su mundo.
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