El sol se alzó alto en el cielo mientras Lyra y Orion se preparaban para su viaje hacia las legendarias Montañas del Destino. Sabían que allí encontrarían respuestas a las preguntas que los atormentaban, además de la ayuda necesaria para enfrentar la oscuridad que amenazaba su hogar. Sin embargo, el camino no sería fácil; debían atravesar el Bosque Susurrante, un lugar envuelto en leyendas y misterios.
Con cada paso que daban, el aire se volvía más denso y los árboles parecían acercarse, sus hojas murmurando secretos en un idioma antiguo. Lyra sintió un escalofrío recorrer su espalda. “¿Escuchas eso?” preguntó, deteniéndose para escuchar mejor.
Orion asintió. “Sí, parece que el bosque tiene algo que decirnos”.
A medida que avanzaban, las voces del bosque parecían guiarlos, susurros que hablaban de antiguos guardianes y caminos ocultos. Lyra cerró los ojos por un momento y se concentró; podía sentir una energía vibrante a su alrededor. “Creo que el bosque está vivo”, dijo con asombro. “Nos está intentando comunicar algo”.
“Debemos prestar atención”, respondió Orion, manteniendo su mirada fija en el sendero que se extendía ante ellos. “Quizás nos ayude a encontrar lo que buscamos”.
Mientras continuaban su recorrido, se encontraron con un claro iluminado por la luz del sol. En el centro había un antiguo altar cubierto de musgo y flores silvestres. En él, había grabados que representaban a guerreros luchando contra sombras y criaturas de oscuridad.
Lyra se acercó al altar y tocó los grabados con reverencia. “Esto es increíble”, murmuró. “Parece contar la historia de quienes vinieron antes que nosotros”.
“Quizás sea un lugar sagrado”, sugirió Orion. “Podría ser una señal de que estamos en el camino correcto”.
De repente, una brisa suave pasó a través del claro, llevando consigo un susurro claro: “Busca la luz en la oscuridad”. Las palabras resonaron en sus corazones y ambos supieron que era un mensaje del bosque.
“¿Qué significa eso?”, preguntó Lyra, mirando a Orion con curiosidad.
“Quizás signifique que debemos encontrar una forma de encender nuestra propia luz”, respondió él pensativo. “Debemos unir fuerzas con aquellos que pueden ayudarnos”.
Decididos a seguir adelante, continuaron su viaje hacia las Montañas del Destino. A medida que avanzaban más profundo en el bosque, los árboles se volvían más altos y densos, creando un túnel natural sobre ellos. Los susurros parecían intensificarse, guiándolos hacia una senda oculta.
Finalmente llegaron a una bifurcación en el camino: uno conducía hacia las montañas, mientras que el otro parecía llevar a una cueva oscura y misteriosa.
“¿Qué hacemos ahora?”, preguntó Lyra mirando ambas opciones.
Orion frunció el ceño. “La montaña nos llevará a nuestro destino final, pero esa cueva podría contener secretos valiosos sobre nuestros enemigos”.
Después de deliberar por un momento, decidieron explorar primero la cueva; sabían que cada pista podría ser crucial para su misión.
Al entrar en la cueva, fueron recibidos por una oscuridad profunda y fría. Pero con cada paso, comenzaron a notar destellos de luz tenue en las paredes: cristales brillantes reflejando lo poco de luz que había.
“Esto es hermoso”, dijo Lyra mientras tocaba uno de los cristales. De repente, una imagen emergió en su mente: sombras acechando desde lo profundo del bosque y criaturas aterradoras saliendo de la oscuridad.
“Lyra…” Orion tomó su mano rápidamente al ver su expresión alarmada. “¿Qué viste?”
“Visiones… sombras están planeando atacar desde aquí”, explicó ella entrecortadamente. “Debemos salir de aquí y llegar a las montañas antes de que sea demasiado tarde”.
Con renovada urgencia, ambos abandonaron la cueva y se dirigieron hacia las Montañas del Destino. Sabían que cada segundo contaba; debían llegar antes de que la oscuridad pudiera extenderse más allá del bosque.
Mientras ascendían por los senderos escarpados hacia las montañas, el viento soplaba con fuerza detrás de ellos como si intentara empujarlos hacia adelante. A medida que alcanzaban la cima, una vista impresionante se desplegó ante ellos: valles verdes y ríos brillantes iluminados por la luz dorada del sol poniente.
“Estamos cerca”, dijo Orion con determinación renovada.
“Sí”, respondió Lyra con una mezcla de esperanza y ansiedad. “Pero también sabemos lo que tenemos por delante”.
Con ese pensamiento en mente, comenzaron su descenso hacia lo desconocido en busca de aliados y respuestas; sabiendo muy bien que cada paso los acercaba más a su destino final.
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