El Susurro De Las Hojas De Sombra, Volumen 3: Fidelidad

Capitulo 2-54: Primer Día

*AETHERIUS*
El día de empezar las clases finalmente llegó. Salí de la ducha y me puse mi uniforme ligero. Me coloqué las mangas y las medias deportivas bajo el pantalón, me até el cabello y dejé suelto mi flequillo blanco. Al salir de la habitación, repasé mentalmente el itinerario del día.
Mientras caminaba, observé a un grupo de estudiantes. De pronto, uno de ellos, mucho más alto que yo, me empujó con el hombro y me miró fijamente. "¿Algún problema?" preguntó, con una mirada fulminante.
"No, fue mi culpa. No me fijé," respondí, tratando de mantener la calma mientras intentaba alejarme. Pero sentí una mano deteniéndome por el hombro. Me giré de nuevo y le pregunté: "¿Hice algo más?"
Un chico un poco más alto que yo, visiblemente molesto, me dijo: "Vuelve a pedir perdón, pero de rodillas." La saliva voló de su boca al decirlo, y, para evitar problemas, decidí hacer lo que pedía.
Me arrodillé y dije: "Yo, Aetherius Emwind, me disculpo por mi insolencia." El chico retrocedió, sorprendido. "¿Emwind? ¿Como Layra Emwind y Trevor Emwind?" preguntó nervioso. Vaya, ¿qué les habrán hecho mis hermanos? pensé, recordándolos con una sonrisa.
"Sí, ellos son mis hermanos mayores," respondí, aún de rodillas. Alrededor, los estudiantes empezaron a murmurar, hasta que el chico balbuceó: "M-mierda, levántate. Yo fui el que no me di cuenta." Apenas terminó de hablar, salió rápidamente.
Solté una risa, y la gente alrededor seguía observándome. Retirada, retirada, pensé, y salí corriendo de allí.
Al llegar a mi salón de clases, noté que había llegado un poco tarde por el incidente. Toqué la puerta y una voz femenina respondió: "Adelante." Entré y vi a casi dos docenas de estudiantes en el aula, cuatro de ellos eran Iesel, Max y las gemelas, quienes tenían la cabeza baja, sin prestar atención. El único que faltaba para completar la clase era yo.
"Pasa, veo que eres nuevo. Preséntate, por favor," indicó la profesora. Me coloqué al frente y todos me miraron. Debe ser por mi cabello y mis ojos, pensé.
Me aclaré la garganta y dije: "Hola, buenas tardes. Mi nombre es Aetherius Emwind, es un placer." Me incliné un poco, y los murmullos comenzaron: "Es un Emwind." "Debe ser de quien hablaban."
Los cuatro levantaron la cabeza y me miraron. Max casi rompió su pupitre al verme, e Iesel, con lágrimas en los ojos, intentó levantarse. Las gemelas solo levantaron la cabeza, pues no habíamos convivido tanto.
"Así que eres tú quien estaba de permiso. Siéntate por allá, pide los apuntes. Será difícil ponerte al día con estas cuatro semanas," explicó la profesora. Me dirigí al pupitre libre, mientras Iesel y Max seguían mirándome. Les saludé con la mano, y la clase continuó. Una hora después, al finalizar, los alumnos esperaban mientras me observaban.
La profesora salió del aula, y de inmediato Iesel y Max saltaron hacia mí, haciéndonos caer al suelo. "¡THERIUS!" gritaron, abrazándome, ante la mirada curiosa de los demás.
"Hola, chicos. Ha pasado mucho tiempo," les dije mientras se levantaban. Las gemelas también se acercaron y, sorprendentemente, se arrodillaron. "Señor Emwind, estamos agradecidas por salvarnos la vida. A partir de ahora, le serviremos hasta el fin de la escuela," dijeron en coro, dejándome congelado por el gesto.
"Levántense, chicas. Ustedes nos salvaron primero; solo devolví el favor," les dije, extendiéndoles la mano. Al ponerse de pie, notaron las miradas y se taparon la cara de vergüenza, haciéndome reír.
"Veo en mi horario que cambiaremos de salón. Guíenme, por favor," les pedí. "Claro, síguenos," respondió Max, y los seguí, contento.
Mientras caminábamos, les hice algunas preguntas. "¿Qué han estado haciendo?" pregunté.
"Recibimos atención médica en la academia y luego volvimos a las clases normales. Apenas ayer comenzamos las pruebas de magia," explicó Iesel.
"¿Algún otro sobreviviente decidió continuar?" pregunté. "Solo una docena. Los demás prefirieron una escuela normal," respondió Iesel.
Asentí en silencio, hasta que llegamos al aula. Una nueva profesora nos recibió. "Bienvenidos, jóvenes. Me alegra verlos," nos saludó. "Y veo una cara nueva. Preséntate, por favor."
Me acerqué y estreché su mano. "Soy Aetherius Emwind, un placer." Ella pareció pensativa por un momento. "Emwind… ¿Eres hermano de Trevor? Fue mi estudiante el año pasado," comentó, sonriendo.
"Ese chico era una bestia en las peleas. Espero que tú también lo seas," dijo con entusiasmo.
"Al menos tengo algo del nivel de Trevor," respondí con una sonrisa.
"Oh, sí, se nota solo por tu mera presencia," añadió, apretando mi mano.
"En fin, soy Irina. Un placer," se presentó finalmente.
Luego de dar instrucciones, la profesora anunció: "Ahora, formarán los mismos equipos de ayer. Continuaremos desde donde lo dejamos." Todos se reagruparon en equipos de cinco. Mis amigos y yo quedamos en el equipó, ya que la profesora sugirió que me uniera a ellos.
"Genial, una vez más estamos juntos," comenté mientras nos apartábamos un poco. De pronto, un chico de cabello castaño y ojos oscuros se me acercó y, en tono desafiante, dijo: "No te creas mucho solo porque seas hermano de un Discípulo de un Descendiente."
"Entendido, señor," respondí sin darle importancia.
Saco una espada ligera blanca sin adornos; el arma es buena, solo hay que ver si él lo es. "Ahora prepárense y vengan a mí." Apenas terminó de hablar cuando el grupo se lanzó hacia ella.
"El chico ese es Volter Renzi, por el momento es el único nombre de aquí que necesitas saber," me explicó Iesel, aún a mi lado.
Miré su pelea y estaban bien coordinados. "Ellos fueron parte del examen, y esos cinco estuvieron juntos. Es por eso que tienen buena coordinación y se conocen bien," explicó Max.
Dos del grupo empezaron a bombardearla con bolas de agua como distracción, mientras que el otro de ellos cargó uno con potencia y fue lanzado hacia la profesora. Ella cortó el ataque; el agua comprimida fue evaporada cuando lo cortó, creando una pantalla de humo a su alrededor.
Observé que el grupo que estaba por pasar a la etapa café, al saber que estaban en el examen, mostró que aunque su nivel era bajo, el potencial en ellos no se reflejó hasta que la batalla los hizo ver fuertes.
La profesora estaba en la etapa verde, así que sabía que esos trucos no serían problema para ella. Volter llegó desde arriba gracias al viento de uno de su grupo; en su piel vi escarcha, y su espada también lo estaba: magia de hielo. Lo observé detenidamente mientras atacaba a la profesora, quien solo puso su espada en su cabeza, bloqueando el ataque de Volter.
A su alrededor, su mana empezó a brillar. Era de un azul profundo y de ella surgieron una docena de espadas de agua totalmente sólidas. Era magia de agua, y ella podía manipularla hasta el punto de hacerla sólida, pareciendo de metal azul.
Aunque su magia no es superior a la magia de agua, es parecida. La profesora retrocedió y las espadas la siguieron, mientras el grupo también retrocedía y colocaban más mana en su cuerpo.
Se lanzaron hacia la profesora; Volter creó varias puntas de hielo a su alrededor y fueron lanzadas hacia ella. Con una de sus espadas, las destruyó todas, evitando que llegaran a ella. Media docena de esferas de agua concentrada fueron lanzadas hacia su dirección, y la profesora solo elevó su mano, tomó control de ellas y las lanzó de regreso, golpeando a dos chicos del grupo y dejándolos fuera de combate.
Los otros dos también corrieron hacia la profesora y empezaron a lanzar cuchillas de viento en su dirección. Mientras tanto, los chicos manipulaban las cuchillas, haciéndolas cambiar su dirección y evitando que perdieran su potencia; otras dos espadas flotantes las interceptaron y se esfumaron.
Esas espadas fueron en dirección a los dos chicos, haciendo que se tuvieran que defender. Por último, quedó Volter, quien, cuando llegó con la profesora, empezó a lanzar golpes con su hoja.
Creó escarcha en su hoja, y cuando la balanceó, el hielo se disparó, creando pequeñas montañas puntiagudas que iban a dañar a la profesora, pero ella lo esquivó.
Volter estaba desbalanceado y la profesora aprovechó esa brecha, golpeando a Volter en el estómago con fuerza y lanzándolo hacia atrás.
Dejó de hacer fluir su mana y se apagó. "Muy bien, ya terminamos, vayan a sus lugares," anunció el fin de su encuentro, y el grupo de Volter regresó a las bancas.
Ambos nos vimos, pero no le di importancia. "Ahora, el último grupo, vengan aquí," gritó aún estando en el centro del campo. "Bueno, esa es nuestra llamada," habló Max. Nos levantamos y fuimos al centro.
"Hablen sobre su plan y luego vengan a mí," ordenó. Nos juntamos y hablamos. "Muy bien, ya saben de mí, yo seré el central, Iesel defenderá y peleará igualmente. Max, con su magia, distraerá a la profesora para que yo llegue a ella. Ustedes dos estarán detrás, defendiéndonos y evitando cualquier ataque sorpresivo, y distrayendo a la profesora con Max desde atrás, y movilizándonos," terminé de explicar el plan y empezamos a prepararnos.
Yo estaba al frente, Iesel estaba a mi derecha y Max a mi izquierda. Las gemelas entraron; Max empezó a crear hojas de viento que giraban con velocidad, pareciera que estaban silbando, mientras que las gemelas prepararon bolas de fuego a su alrededor, creando delgados aros de fuego en nuestra cintura.
"Vamos," dije. Max e Iesel lanzaron sus ataques; Max potenció los cristales de Iesel, haciendo que fueran el doble de rápidos, mientras las cuchillas giratorias de Max seguían los cristales.
Las gemelas lanzaron las bolas de fuego y las combinaron con las cuchillas de Max, haciéndolas de fuego, y yo me disparé hacia la profesora detrás de los hechizos, colocando electricidad en mi cuerpo y moviéndome más rápido.
Los ataques comenzaron a ser bloqueados por las espadas de agua sólidas de la profesora mientras ella esquivaba los otros ataques. Mientras me colocaba detrás de ella, ya que estaba distraída, envolví mi mano con electricidad blanca y golpeé hacia su costado derecho descubierto.
Pero una mano se posó en su costado, creando una barrera de agua sólida en el lugar donde iba mi ataque.
Me volteé a ver y el escudo en su mano se volvió puntiagudo y se lanzó hacia mí. Retrocedí, evitando el contraataque, y algo más me jaló: era el aro de fuego de las gemelas lo que me hizo retroceder.
Giré hacia atrás sobre mis manos y me puse en posición de salto. Cuando estaba a punto de saltar, el viento se enroscó en mí, haciéndome más ligero. Salté más alto de lo que podía, y más cristales con fuego atacaron a la profesora, distrayéndola.
Giré en el aire, como siempre lo hacía, y abrí mis piernas hacia el frente y atrás, creando un arco de electricidad que fue lanzado hacia ella. Todo ocurrió rápido: los ataques de cristales de fuego, el viento alrededor de la profesora y mi ataque llegaron a ella.
Una explosión se escuchó, y el polvo se alzó; los sonidos de asombro resonaron. Cuando el polvo se disipó lentamente, gracias al viento de Max, corrí hacia la profesora. "¡Profesora, ¿está bien?!" Al correr hacia ella, el polvo se dispersó con fuerza, haciendo que retrocediera un poco y volví mi mirada.
La profesora estaba detrás de un cubo de agua solidificada y transparente. "Eso fue genial, niños. No por nada lograron sobrevivir un día entero cuando se extraviaron," nos elogió mientras dejaba ir el escudo y el agua cayó a sus pies.
"Puedo ver por qué tus hermanos hablaron bien de ti, Aetherius. Me impresionas," me elogió. "Por favor, no quiero tratos especiales solo por ser su hermano menor, profesora. Eso rebajaría mi valor y mi potencial," le respondí con la mano levantada.
Mi grupo se reunió a mi lado y miró a la profesora. "Déjenme seguir, pero pelearé con Aetherius solamente," habló la profesora mientras me miraba. Mi grupo, y como era una orden, no tuvo más remedio que aceptar.
"Quiero probar toda tu capacidad, niño. Quiero ver realmente tu poder," dijo mientras su mana volvió a brotar de su núcleo.
La miré y me lanzó una flecha de agua sólida. La esquivé y me alejé, observando más bancas, donde todos miraban atentamente; Volter solo apretaba su mandíbula y observaba.
"Como quieras," respondí, y me posicioné.
Empecé a colocar mana en mi cuerpo e invoqué mi arma. Ella me miró, y sus ojos se abrieron, impresionada por mi arma, solo volvió a sonreír.
"Vamos," anunció, y empezamos a movernos.




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