El susurro del fin

IDA

La incapacidad de los infectados para sentir la luz es una de sus debilidades ¿O será una habilidad? Esta es afectada por su sensibilidad a ruidos incluso mínimos. Su obsesión por la sangre es incluso mayor que la del ser humano por sus vicios incrementados. Uno de sus sentidos básicos es el del olfato: Degradándose a sí mismo, distinguen objetos de seres vivos; logran diferenciar a un animal de un humano. Por muy simple que suene, esta es una de sus muchas virtudes. No suelen ser silenciosos, si es que esto te parece un buen dato, lo es, a fin de cuentas, podrías distinguirlos de... Mejor te lo cuento en otra ocasión.

—¿Qué deberíamos buscar primero? — pregunta John, mirándola con una ceja levantada, como si esperara una respuesta definitiva.

— Un lugar más seguro. Este depósito no durará más de una semana — responde Mac sin perder el foco. — Comida. Somos muchos, y aunque reduzcamos las porciones, no alcanzará ni para el mes.

— ¿Y la zona segura? — pregunta Jane, con algo de ansiedad en la voz.

— Primero debemos sobrevivir — Mac gira la cabeza hacia ella, con los ojos fijos— para poder pensar más allá.

— Esto es como ir al mar muerto a buscar peces — dice John, medio resignado.

— No hay nada — responde Mac con tono sombrío, como si ya hubiera esperado esa respuesta.

— ¿Por qué todo está tan vacío, tan rápido? — John se pasa una mano por el cabello, frustrado, como si el mundo estuviera desmoronándose demasiado rápido.

El silencio los cierra por un momento, como si el vacío mismo respondiera a la pregunta.

Ser la mitad de un hombre, la mitad de lo que soñamos ser. Pero no hay espacio para esas reflexiones cuando el mundo te arrastra. En tiempos como estos, no hay cabida para el alma, solo para la supervivencia.

— Escondido. — Jane habla sin levantar la vista, casi como si la palabra misma tuviera peso.

—¿Qué? — pregunta Mac, levantando una ceja, mirándola con confusión.

— Hay que escondernos por ahora — Jane repite sin prisa, con una firmeza que se siente como una orden.

— Tiene razón ─agrega Mac—. Pronto se hará de noche. Podría ser un problema para nosotros.

—¿Qué se te ocurre? — pregunta John, un tono inquieto asomándose en su voz.

— Si es un lugar cerrado, que sea seguro. No me imagino despertar en medio de un diluvio de cuerpos, pero no podemos ser tan exigentes en situaciones como estas — Mac lo dice casi como una sentencia.

—Ósea, lo mismo que nada — John resopla con una expresión neutral, pero es evidente que está pensando en lo que dice.

— Podría — Mac no pierde la compostura. — Busquemos algo seguro por ahora. Si logramos conseguir un par de suministros para pasar la noche, mañana, si a donde vamos no encontramos nada... — Deja la frase en el aire.

— Volvemos con el resto. Así de sencillo — completa John, su tono más bajo ahora.

— Si lo quieres ver así — responde Mac, mirando al horizonte, donde el sol ya está empezando a ocultarse.

Si seguimos forzándolo, nos vamos a terminar odiando.

Una isla con miles de personas, matándose entre sí para... ¿para qué? Ser el primero, claro, pero después de eso... ¿qué queda? Vives, obviamente. ¿A qué costo? Nadie estará allí para recompensarte, nadie te dirá qué hacer después, nadie estará para ti. Estarás solo, en un gran vacío, vacío en el mundo, vacío en tu mundo. ¿Pregunta de hipótesis o literal? No lo sabremos... ¿o sí?

— Hay que ponerse de acuerdo antes de ir al matadero — propone John.

— ¿Qué se te ocurre? — pregunta Jane.

— Primero: no hablar. Sabemos que uno de los pocos sentidos que tienen desarrollados los zombis es el oído. Propongo hablar por señas.

— Podría funcionar.

—¿Mimo?

— Exacto. A menos que sepas lenguaje de señas, lo cual tampoco serviría, porque ni Mac ni yo sabemos.

— Comprendo.

Y efectivamente, incomunicados pero comprendidos.

Sin demasiados detalles, llegaron a una pequeña tienda... Un ruido... ¿De dónde vino? Lo que sea que lo haya provocado, debió haber sabido el desastre que causaría. Un grupo de aproximadamente cinco chicos pasó justo frente a Jane.

— Hey.

Sin respuesta.

—¡Hey!

Silencio. Incluso peor, John la miró sin comprender.

—¿Qué te pasa? — esta vez, sin esperar ser ignorada, Mac la tomó del brazo y la obligó a mirarla— No es momento de distraerse, ¿comprendes? No te quedes clavada. Hay que salir de aquí, es peligroso.

— Hay alguien más aquí— agregó Jane, sin cambiar su expresión. Era una mirada que ni John ni Mac podrían distinguir si era de enojo o desesperación.

—¿Qué dices? Sí, hay alguien más. Los zombis. Así que vamos— John la tomó por los hombros, ayudándola a levantarse para arrastrarla hacia detrás de unas cajas, hasta que los zombis se alejaran.

Ya había pasado dos veces el mismo caso. Corrieron hasta encontrar otra tienda pequeña. John soltó un leve suspiro de alivio, pero su tranquilidad no duró mucho. Ruidos extraños comenzaron a sonar fuera de la tienda. ¿Sobrevivientes? ¿Soldados, quizá? A Mac le habría encantado asomarse a ver qué pasaba afuera, pero no fue hasta que vio una figura acercándose rápidamente tras John que se detuvo.

— ¡Sal de ahí! — le gritó, haciendo que John retrocediera rápidamente hasta llegar a Jane.

Tratando de salir, la puerta estaba atorada. Mackenzie, con un movimiento brusco, logró abrirla de golpe, rodando fuera de la tienda. Justo en ese momento, cayó a los pies de otro zombi, que la miró con ojos vacíos, sin darle tiempo para reaccionar. Ella pensó, por un segundo, que ya estaba acabada. "Aquí llegué", pensó. No era un mal final, en ese lugar, de todas formas, no estaba destinada a más.

Pero el zombi colapsó, salpicando sangre por todos lados, el olor era a un hierro intenso mezclado con cloacas, este mismo cayó justo al lado de Mac, lo que la hizo reaccionar al instante, levantándose en un solo brinco.



#1104 en Thriller
#430 en Suspenso

En el texto hay: darkromance, thirller, enemy to lovers

Editado: 19.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.