INFECTADOS

Antes se referían a esto como una plaga. Plaga que cargará todos los pueblos enemigos. Su carne se corromperá, se sumirán en sus cuencas. Enfermedad dada por una guerra biológica ¿es este caso? Lo es...

—¿Estás herida?

Ella negó con la cabeza, aunque apenas podía hablar.

—¿Que... qué hacías abajo en...? —resopló Mac mientras Noah examinaba si había sangre o mordidas en el cuerpo de Mac

—¿Te hirió? ¿te mordió? ¿tienes alguna herida abierta que se pueda infectar?

Ella negó con la cabeza.

—Noté que no habían vuelto, así que fui al lugar donde debían estar, aunque se alejaron un poco del recorrido habitual.

Noah la sentó en una silla y se inclinó frente a ella, estaban en una sala apartada. Sus ojos oscuros se encontraron por un momento.

—Mac... ¿qué viste ahí abajo?

Ella lo miró. Había sinceridad en su tono, preocupación real. Era genuino.

—Estás temblando.

—Sol... —dijo en voz baja—La mordieron —dijo, apenas en un susurro— A Sol... La mordieron.

— ¿Estás segura? —preguntó.

Mac asintió. Sentía un nudo en la garganta. Y aún tenía la imagen de Sol cayendo por ese...

—Vi cómo se le lanzó encima... traté de ayudarla, pero... ella me empujó para que corriera.

Noah se acercó, despacio.

—Noah... Sol sabía quién era. Quería decírmelo justo antes de que el zombi apareciera...

Él desvió la mirada por un instante.

—Si está infectada...

—Lo está.

—Sol era fuerte... —susurró.

—Lo sé —dijo Noah— y si la buscamos, alguien sufrirá el mismo destino que ella.

Mac presionó los puños sobre sus rodillas. El cuaderno lo había dejado tirado, al lado del cuerpo de Sol. Era hora de la próxima reunión. Noah entró, ya todos estaban, menos Sol. Mac iba detrás de Noah, su mirada de horror y la forma en como temblaba hizo que los demás se sorprendieran.

Finn fue el primero en ponerse de pie, seguido por Enzo.

— ¿Dónde está Sol? —preguntó Hans, rompiendo el silencio.

Mac tragó saliva antes de hablar.

—La mordieron.

Su voz temblaba, y cada que hablaba de ello sus manos tomaban su brazo, temblando también.

— ¿La dejaron allá? —preguntó Axel.

—No teníamos elección. Ya estaba infectada. No podíamos arriesgar a todo el grupo. Debemos cerrar el sótano, ahora es peligroso. Había un zombi, y si entró uno pueden entrar más. Enzo, quiero que vayas a cerrarlo.

Enzo asintió y se dirigió corriendo hacia el sótano.

—¿Murió? —preguntó Jane.

Mac cerró los ojos un momento.

—No... —susurró—. Pero ya no era ella.