—Es tenebroso estar aquí contigo.
Era una sombra, estaba atada su torso con sus brazos, sus piernas igual. su voz apenas se escuchaba. Pero tu ya la conoces, a ella y a...
—Lo sé— dice este sin dejar de jugar con aquella pelota de tenis, cada que boteaba en la pared él armaba las piezas del rompecabezas en su mente. Estaba totalmente inexpresivo. ¿Qué quién es? No te lo diré. No aun...
—Es por ella, ¿verdad? Eso decía el libro.
—¿Y qué si es así? No podrás irte de aquí. Grita todo lo que quieras, es inútil, nadie te oirá.
—Estas obsesionado.
—No lo creo, es obra del destino el que ella llegara hasta mí.
—Sabías que pasaría.
—Quizá. Significa que el plan salió como esperaba. Ya que ocurrió, no la dejaré ir.
—Alguien ya se está acercando.
—Ya lo sé.
—Por supuesto que lo sabes, sabes todo lo que sucede...
—Él no pasará el límite.
—¿y si lo hace...?
—Sabes cómo termina esta historia.
—Ella...
—Murió.
—¿Fuiste tu?
—¿Por qué te lo diría?
—Vas a matarme también, ¿verdad?
—Me eres de utilidad.
—Prefiero matarme antes de seguir siendo una de tus herramientas. Sé qué él, que sabe tus planes, no se dejará engañar tan fácilmente ¿sabes qué más? —ella se incorporó mientras él dejó de botear la pelota de tenis. La escuchó. atentamente— Se la llevará. Y tú... ¡tú te quedarás solo! ¡completamente solo!
Sol cayó al suelo, obra de la única persona que sabe qué pasará al final de todo. No podía creer en la idea de que decía la verdad, él lo sabe. Sabe cómo termina.